jueves, 18 de diciembre de 2008

2008

No pretendo que la calma me consuma. No pretendo más que practicar los diálogos más cercanos a las razones de todo. El diálogo como su propia razón. Por eso tendré que dejar las palabras a un lado. Hasta que me consuman de nuevo las ansias de llenar vacíos. Por el momento no hay vacíos, sólo una maraña enredada de cosas, pedazos de días, de miradas, de descuidos, de palabras… pedazos que tengo que ordenar.
Que sea pues el resto del año para eso. Este año tan extraño y tan intenso… que con su final parece aún más intenso.
Si no puedo ordenar la maraña regresaré con nuevas líneas antes de que el fin nombrado sea un hecho.
Sea pues este post el último del año.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ha empezado una nueva lucha que como las otras sé perdida. Una frase perdida en la memoria me recorre en su decir sin palabras. Las palabras fueron dichas, pero no quedaron grabadas para mí. Tan sólo al pronunciarlas se alejó entre sombras y silencios. No importa poner esto en palabras adecuadas, tan sólo el recuerdo del momento que debería haber recordado mejor basta; el recuerdo y la sonrisa que me produce a toda hora del día. Ya había olvidado esa sonrisa perpetua. Por suerte encontré una canción que explica todo de mejor manera de lo que ahora puedo yo:

Walk in silence,
Dont walk away, in silence.
See the danger,
Always danger,
Endless talking,
Life rebuilding,
Dont walk away.

Walk in silence,
Dont turn away, in silence.
Your confusion,
My illusion,
Worn like a mask of self-hate,
Confronts and then dies.
Dont walk away.

People like you find it easy,
Naked to see,
Walking on air.
Hunting by the rivers,
Through the streets,
Every corner abandoned too soon,
Set down with due care.
Dont walk away in silence,
Dont walk away.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Palabras.


Las palabras despiertan muchas cosas. Despiertan a la vida que se encierra en ellas mismas. Son como un río que se deja a sí mismo en sus aguas fluír. Nunca cierra las puertas que detrás de él asoman y se sienten profundas sin luz externa que las opaque. Se arrebata todo en el sonar de la palabra, se arrebata el sentido cunado la tonalidad aflora. Todo escurre todo pasa con ellas y por ellas. Sin experiencia posible que salga fuera de sus márgenes, quedan las palabras arrojadas al viento, pero no quedan libres para flotar a su antojo, siempre tienen que estar juntas, siempre una se une a otras. Cómo podemos evitar que fluyan, cómo podemos evitar que nos contagien la vida que llevan en sus líneas, en sus vibraciones, colores, olores, sabores y sombras. Sí, las palabras también tienen su sombra. La sombra de la palabra es su aquí que se contiene por las líneas y vibraciones. Toda palabra es terrible, pero estamos habituados a sólo mirar sus sombras. Nos da miedo mirarlas de frente, nos da miedo perdernos en ellas como en un río de locura que comienza con un timbre y se pierde en una sinfonía. Y nos contienen las ganas de tener todo presente, sin saber que es sólo por las palabras que podemos del presente hacer algo palpable. El futuro es trazado por el pasado, el pasado se crea con miras a un futuro, y el presente es esa línea que divide lo esperado y lo sufrido. Pero entonces dónde queda lo que aquí, lo que ahora. Queda libre en las palabras, queda libre de esa línea divisoria y los extremos que separa. La palabra no es concepto, la palabra no es encierro. La palabra es lo que posibilita el deshacernos de conceptos, deshacernos del encierro que suponen el espacio y el tiempo. Que fluyan las palabras, que fluya el río que rompe el tiempo. Ese río eterno e inabarcable, indomable. No hay silencio. No hay descanso para el susurro del viento. Las pausas son eso ‘pausas’ y ‘pausas’ es una palabra. No se escapa a la palabra, se enfoca uno en la sombra, en lo que creemos una pausa o un silencio. Pero ahí están las palabras, ahí está el diálogo inconcluso del fluir eterno que se pierde cuando miramos el reflejo, cuando nos dejamos perder en el recuerdo de lo hablado, en las sombras del discurso.

(No me reclamen lo mal escrito que pueda estar esto, no lo tenía pensado, tan sólo dejé que las palabras fluyeran. Sé que suena tonto, pero así fue.No hay aquí correcciones, salvo algunos errores de dedo que se debieron a ese ‘dejar’. No hay profundidades concientes, son sólo algunas palabras sobre las palabras.)

viernes, 28 de noviembre de 2008

Más quiero morir por veros


Más quiero morir por veros,
que vivir sin conoceros.

Es tan firme mi esperanza,
que jamás hace mudanza,
teniendo gran confianza
de ganarme por quereros.

Mucho gana el qu’es perdido
por merecer tan crecido,
y es victoria ser vencido
sin jamás poder venceros.

Aunque sienta gran tormento,
gran tristeza y pensamiento,
yo seré d’ello contento,
por ser dichoso de veros.

jueves, 27 de noviembre de 2008

De los prejuicios de un grupo de jóvenes psicólogos


Ahora me hallo a mí mismo en el desprecio al anterior desprecio olvidado; con la idea de que la hipocresía no es sino un extremo en la línea de un juego. Antes despreciaba lo que creía enmascarante, lo que creía yo artificial y ocultante del vacío interno de la gente. Pero no es un vacío lo que se oculta, y, más aun, no hay algo que ocultar. Todo se muestra y el mostrar cobra distintas formas. La máscara de la superficialidad no es el rostro frente al vacío. Hay que saber interpretar las máscaras. Y aquellos que se dicen sin máscaras y reprochan el uso de las mismas, son sólo malos jugadores, malos intérpretes de la vida que escurre en las personas. Sí, yo no sabía jugar, y aun no lo sé, pero ahora me doy cuenta del juego. Mi antiguo desprecio hacia las máscaras no era sino mi propia máscara que mostraba mi incapacidad de interpretar, mi incapacidad de jugar. La psicología intenta desentrañar lo que cree oculto detrás de las figuras, del antifaz creado por cada individuo y su ambiente. Pero no hay que arrancar la máscara, no hay que desollar al hombre. la psicología crea figuras que pretende aplicar detrás de las máscaras para explicar lo que “se” oculta. Pero ¿de qué sirve poner una máscara bajo otra? Eso no hace sino imposibilitar la interpretación. Interpretar una máscara, una figura, no es descubrir algo oculto, es sólo el aprender a jugar con las máscaras. El hombre es su máscara, si la cambia es porque él cambia. No se juega igual con todas las personas. ¿Qué es el hombre sin su máscara? Nada. ‘Hombre’ es ello mismo una máscara, una figura. ¿Cómo nos moveríamos sin ella? Tal vez cual ceniza que al avazar es dispersada por el viento. La psicología es sólo la multiplicación de máscaras, no el desenmascaramiento. Los rostros, las miradas, los disfraces y máscaras hablan de lo que hablan, acerca de lo que hablan. Son el diálogo eterno que versa sobre él mismo: “Die Sprache spricht”, und sie spricht über die Sprache, über sie.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Paréntesis camino al metro

Ella camina conmigo... (Cada golpe de tacón era un explosión absorbente del silencio que suponía la soledad de aquellos pasos a quienes acompañaba mi caminar.
El eco que producían mostraba la inmensidad del mundo que quería llenar mis oídos, y ellos tenían que llenarse con tan sólo taconazos.
No me aturden los tacones. Me aturde el eco de aquel caminar ausente, de aquellos pasos dados sin tacones.)... caminamos.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Uno antes de dormir

Igor Galochkin: 'Obdachlosen'.

Esbozo de extranjero.

Y descubrí en un momento mi propia mirada
frente al mundo con desprecio
desde mi cansada silueta contorneada por el tedio,
por la fuerza propia de los huesos tan sólo sostenida.

El mundo brilla y su aliento hiela y de mí sólo queda
en pie un esqueleto que con mirada hueca
se queda en su hogar frente al destierro:

Mirando desde el hogar
el silencio del destierro.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Es extraño que de lo extraño sea extraño hablar.

Extraño que lo extraño sea extrañarte, al igual que extraño que te extrañe aquel extraño que ahora extraña que lo extraño sea extrañarte. Por extraño que suene que eras extraña al extrañar la extrañeza de aquel extraño, no me extraña que de lo extraño sólo quede tu extrañarlo. Siendo yo aquel que ahora extrañas por extraño, cuando extraño no extrañabas mi extrañeza, no me extrañes ahora por extraño, que extraño me deja sintiendo, extráñame por la mera extrañeza de lo en mí aún extraño. Pues si de mí sólo extrañas lo que para ti era extraño, es que no has entendido lo propio de la extrañeza.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Amarraditos

Vamos amarraditos los dos, espumas y terciopelo,
tu como un recrujiente almidón,
y yo siguiendote altanero,
la gente nos mira con envidia por la calle,
murmuran las vecinas, los amigos y el alcalde.

Dicen que no se estila ya más ni tu peinetón, ni mi pasador,
dicen que no se estila ya más ni tu medallón ni mi cinturón,
yo se que se estilan tus ojazos y mi orgullo,
cuando vas de mi brazo por el sol y sin apuro.

Nos espera nuestro cochero,
frente a la iglesia mayor,
y a tropecito lento recorremos el paseo,
yo saludo tocando el ala de mi sombrero mejor,
y tu agitas con donayre tu pañuelo.

No se estila, yo sé que no se estila,
queme ponga para cenar, jazmines en el ojal,
desde luego parece un juego pero no hay nada mejor,
que ser un ser un señor de aquellos,
Que vieron mis abuelos.

jueves, 30 de octubre de 2008

(.)

Hay algunas cosas que uno no puede hacer acompañado, y ya no digamos simplemente rodeado de gente. Por ejemplo ir al baño. Pero otra cosa que yo no puedo hacer rodeado de gente es escribir. Obviamente los apuntes en clase los debo de tomar rodeado de gente, y por eso dejé de tomar apuntes por mucho tiempo, aproximadamente desde que entré a la carrera hasta hace poco tiempo, lo que hace que sean unos 2 años y medio sin tomar apuntes. Creo que son obvios los problemas que ahora tengo cuando no recuerdo algo. En fin, hoy pasó algo conmigo que me hizo reventar, casi literalmente. Estaba esperando que empezara una clase, estaba en uno de los balcones mirando hacia las ofrendas y disfrutando del aire frío. Justo en ese momento empecé a querer escribir, pero había gente, así que decidí pensar las palabras y repensarlas y repasarlas para escribirlas lo más rápido posible antes de tener que entrar a clases. Pero conforme más palabras se acumulaban, menos podía mantenerlas en mi cabeza; y realmente estaba disfrutando de las palabras. Así que ya, me importó poco la gente y me puse a escribir. Justo cuando abrí el cuaderno y tomé la pluma, todo se borró, las pocas palabras que había estado rumiando y disfrutando se habían borrado de mi mente. Me enojé, miré molesto a toda la gente a mi alrededor y cerré los ojos para que nadie notara que estaba haciendo berrinche. Pero algo pude rescatar cuando me calmé un poco. Ya lo escribo, sólo quiero decir que eso de los berrinches ha sido algo constante últimamente. Por todo me enojo, por todo me alegro, por todo me entristezco. Es raro. Todo está tan vivo últimamente, lo malo es que soy demasiado inexpresivo, entonces todo se va quedando adentro y de repente tiene que salir; de repente me encuentro con un largo y profundo suspiro que no sé de dónde salió, tal vez un momento triste ocurrido un día antes; de repente una especie de llanto reprimido quiere salírseme, y luego risas tontas se salen sin motivo alguno y la gente me voltea a ver feo. Incluso hoy casi le pego a un compañero en la clase de alemán por no se qué tarugada de la que me acordé por una palabra que él dijo. La verdad me dio miedo porque es en serio que casi le pego, entonces para ese compañero, que se dio cuenta, seré una especie de orate que puede no hablarle a nadie pero quiere golpear a la gente sin motivo alguno. En fin, las cosas de verdad andan raras últimamente.

- ¿Qué haces?
- ¿Yo? Aquí…
- Aquí ¿qué?
- A la espera del antes constante silencio distante ahora.
- ¿Qué?
- Nada.
- ¿Entonces?
- Entonces… ¿Qué tal tu día?

Un breve pujido de llanto se escapa sin motivo, tal vez incluso sin sentido. Hay algo que en mí ya no aguanta y sólo cual pujidos se presenta. ¿Será la ausencia de motivos? Sin duda es la ausencia de sentidos. ¿Yo? Aquí a la espera del antes constante silencio distante ahora. Esponjándome de muerte al sentir que mis sueños en el aire frío se vierten.
Y pregunto y me pregunto y agoto de preguntarme ¿por qué el frío arrastra sueños y los sueños recuerdos? Resulta que del olvido al recuerdo hay sólo un maltrecho camino, y del recuerdo al olvido sólo un salto y no camino.
¿Qué demonios es esto que se expande desde el centro de mi pecho? ¿Qué es eso que sólo al querer nombrarlo se consume en ese centro, y cuando lo olvido regresa y se presenta con más fuerza, y sin nombre vive y muere, que nace y se consume con el confuso tañido de su perdido nombre, de su jamás aprisionado nombre?

Y Adán aprisionó las cosas en nombres para fortuna de su larga descendencia. Pero qué fue de aquello que sólo podía ser conocido después del bien y del mal, después del fruto del árbol de ese conocimiento. Pues quedó perdido así para los hombres. Pero el fruto lo comimos, y ahí están esas cosas sin nombre frente a nosotros. ¿cómo recuperar el poder de aprisionarlas en nombres? Sólo perdiendo los nombres, volviendo a esa lengua que permitió a Adán darle nombres a las cosas. Nuestra habla es un poema olvidado, todas nuestras palabras son metáforas que no sabemos metáforas. Hay que conocer las metáforas, hay que volver al poema.

sábado, 25 de octubre de 2008

domingo, 19 de octubre de 2008

Una noche...

Las palabras se perdieron, lloraron los momentos olvidados, y si no los momentos sí las palabras y recuerdos. Tirados junto a un árbol se mataron los recuerdos. Las caricias perdidas del instante incautivable. Siempre las presencias en las ausencias nostálgicas. Una mano a lo lejos indica ‘ya es tarde’, otra mano replica ‘no tanto. Quiero consumir la inmensidad de la vida en un instante, quiero consumir todo el placer del mundo en un rayo de luna….’ Simplemente gestos, simplemente acciones. Nada puede alanzar al amor lagrimoso. Por allá en su hogar él la espera. Por el contrario en el mío hay sólo ilusiones. Una cama vacía que pide a gritos ser llenada; y que la vida vista como instante mantiene olvidada.
Surgió la luz, lamentablemente acompañada del recuerdo, de la ilusión que recuerdo. Entre fanfarrias y reproches, se consumó el evento. Ella mintiendo, yo perdido en el recuerdo. No supe cuándo terminó, ella tal vez lo supo. Y pensar que sólo me acerqué a ella por su cabello, que era tan sólo una sombra del recuerdo.
Pierdo el tiempo pensando en ella. Pierdo el tiempo razonando aquél momento. Tiempo perdido por no haber nada que pensar de ella, ganando tiempo por entender lo pensado en el momento.
¿Que si la olvido?: Ya la olvido.
¿Que cómo la olvido?: ¿Es que hay algo qué olvidar?

Y ella no escribe y yo ya no escribo y no hay nada que escribir.

Me olvidará si no lo ha hecho, la olvidaré cuando renazca el recuerdo. Tantas bellas palabras, tantas bellas caricias, tantas bellas congojas que nos unieron en verso.

Y ella no entendía lo que yo le decía en silencio. Pero parecía querer entender todo lo cierto, que en mi decir, la rozaba en silencio. No la recuerdo. No la extraño ni la siento. Pero hay algo en el momento, que me aturde y da consuelo.

La despedida fue ridícula. Palabras formales trazadas junto al viento. Gran viento aquella noche; de no ser por lo formal, hubiera perdido el sustento del calor en mi cuerpo. Uno otorga una chamarra, uno otorga el reflejo del calor en su cuerpo. No es un gesto, es una invitación a no romper el momento.

Y se bajó y yo me seguí. Quise entrar junto con ella, pero ¿qué nos faltaba por hacer, por decirnos o reír? Todo había sido hecho, trazado conforme a la fugacidad del momento.

No la puedo olvidar, eso era mentira; pero no hay detrás del decir, nada más que un mero hacer…

Aún siento atrás de las piernas la humedad y el frío de la hierba, aún siento frente a mí la calidez de su cuerpo. Podrá no ser lo que quiero, pero en la brevedad del instante que embriagado de mundo se me abría, pareció ser lo más pronto, a la inmensidad que quería.

Nada me complace ya. A todo le antepongo un ‘pero’. Y ese pero tiene nombre, y a su nombre le sigue ‘no es esto’ …

(y sí, hoy estoy ebrio, y por eso recuerdo esto... me encuentro igual que en aquel momento, y si tuviera el árbol, la hierba y el viento, igual de imbécil me arrojaría al momento...)

viernes, 17 de octubre de 2008

Brisa matutina


A la luz del gris cortinar de un cielo nuevo
Despiertan los pasos aun cargados con sueños.
Brotan sobre el paisaje pequeños rastros del cielo,
Figuras del cansancio por el andar provocado a sus dueños.

Sabio el cielo los coloca tintineantes,
Al compás de un lejano golpe de campanas.
Bajo el horizonte, en cambio, fluye
En silencio en demacrado camino angustiante,
De los hombres los muertos de sus cenas.

Y se mezcla con la brisa matutina
La amargura hiriente a las entrañas.
Palpita en la garganta pestilente la bruma,
Y en los rostros se pinta la repulsión al asomo del subsuelo.

Sólo queda bajo el suelo el misterio del asco,
Sobre las coladeras ondea la brisa matutina.
Es gris el cielo y el asfalto negro,
Son anchas sus bocas, son muchos sus velos.

Así es como se nos invita a despertar,
Siguiendo a la caricia maternal,
el aliento pútrido de un muerto.

domingo, 12 de octubre de 2008

[comentario a foto]


[Terminó la fiesta, pero aún faltaba mucho para que yo terminara con ella. Pero ese es el momento que a veces disfruto más, el momento en el que ya a nadie le importa que uno ponga ‘su’ música. un poco de portishead, un poco de dresden dolls, un poco de vivaldi, un poco de todo eso que parece ser raro en las fiestas. Resultó que por ahí una chica conocía los grupos, por ahí alguien incluso aplaudió que se pusiera slayer, algunos incluso escucharon atentos a vivaldi. Y entonces pareció que aún no terminaba la fiesta, y faltaba mucho para que yo terminara con ella… y con el güisqui. Hasta hoy me parece no haber terminado. Pero ya será mañana para olvidarme de fiestas, de risas insensibles, anécdotas inútiles, música compartida, y todo aquello que le da un sabor especial a la vida diaria. Falta mucho por terminar con la vida, muchos escalones que construir a cada paso. Y sólo hay pequeñas elevaciones en el terreno que nos permiten ver que todo el paisaje es nuestra obra. Se hace camino al andar, sí, pero raras veces nos detenemos a contemplar lo ya hecho. Es lindo saberse vivo, es bueno perder el tiempo para ver lo que en el tiempo transcurre.]

jueves, 2 de octubre de 2008

Ejercicio #3 (Cuento para fondo gris.)


Regresó a su libro después de mirar por la ventana. Un ruido lo había distraído momentos antes de toparse con el fin del capítulo. Regresó, pero aunque su mirada recorría palabra a palabra el texto, su mente seguía perdida en la ventana. Sólo al terminar el capítulo entendió que a esas horas ya no estaba para lecturas, y aún así regresó a dónde se había quedado antes de su interrupción, sin embargo, nuevamente las palabras pasaban por sus ojos pero no más allá de la superficie de éstos. Cerró molesto el libro y regresó a la ventana. Su mirada no pudo llegar más allá del cristal, y sólo así se encontró con ella misma. Un par de ojos lo miraban vacíos y quiso leer en ellos el relato de sus últimos años, pero pasó igual que con el final del capítulo.
Sonó el teléfono sin que esto interrumpiera el extravío de su mirada. No esperaba llamadas, no esperaba noticias, ni saludos, ni nada. El sonido sólo sirvió para adormecer más al pequeño hombre de mirada perdida y denso bigote. Por fin el silencio rompió la calma, y en el reflejo de la ventana se pudo ver una figura precipitándose hacia la mesa en la que se hallaba el teléfono. La monotonía de la nota en la bocina anunció la renuncia de alguien a hablar. -¿Hablar conmigo? ¿quién querría hablar conmigo? Si al menos tuviera deudas sería lógico que llamaran. No, tal vez alguien marcó mal el número. O ¿sería ella? ¡Ja! Tantos años han pasado, qué tendría que hacer llamándome ahora y a esta hora. ¿Llamaría para pedir dinero? No, primero muerta que pedirme algo. Pero aquí estoy yo hablando solo y en voz alta, ¿cuándo lo hubiera imaginado?-
Sonó nuevamente el teléfono y contestó con tanta calma como siempre.
-¿Sí? Soy yo. ¿En dónde? No, ya es tarde y no tengo cómo llegar tan lejos. No, no puedo. ¿En cuánto tiempo llegarían? Como guste, yo espero. Avenida central 327… Sí, así es… Ahí mismo. Hasta pronto.-
La noche pareció más oscura que nunca. Ni siquiera la ventana se atrevía a reflejar la quietud de la habitación. La pequeña figura bigotona a caminó hacia el sillón, levantó el libro que en el asiento se encontraba, se sentó, abrazó el libro y se durmió. Despertó en medio de la noche, más oscura aún que antes. Alguien tocaba a la puerta y luces rojas y azules se paseaban por su ventana. Después de tomar su gorra, bufanda y abrigo, abrió la puerta, saludó al policía que encontró tras ella, subieron juntos a la patrulla y se fueron.

Llegaron, bajaron de la patrulla y caminaron. Caminaba detrás del policía mientras se rascaba el bigote. Tenía la mirada fija en las botas que frente a él avanzaban, no despacio, pero sí con serenidad. El eco de las pisadas apenas rozaba sus oídos, no así las voces que se escuchaban detrás de las puertas del largo pasillo. Las paredes eran grises, las puertas de un amarillo que de tan viejo se confundía con el gris, y el piso parecía negro, ¿o serían sólo las botas negras? De cualquier modo el frío del lugar hacía que los colores fueran insignificantes. Ambos hombres dieron la vuelta al llegar al final del pasillo, el policía se detuvo ante la primer puerta, la abrió e hizo señas a su acompañante para que entrara. De golpe, el color cobró importancia. Incluso aún cuando el fío parecía más punzante en esa habitación, el azul de los azulejos en las paredes no podía dejar de ser lo principal del cuarto. Entró y se rascó de nuevo el bigote de arriba abajo con la punta de las uñas. A su lado pasó un hombre vestido de blanco empujando una larga plancha de metal con ruedas. La voz del policía lo llamaba ya desde un rincón del cuarto, debió entrar al cuarto mientras el pequeño bigotón se distraía con el hombre de blanco que salía. Caminó de nuevo siguiendo las botas. -Buenos días. Colóquese junto a mí y dígame si reconoce a esta persona.- Esa nueva voz sonaba afectiva detrás de la simplicidad de las palabras. Era un hombre mayor, bigote tupido y cabello despeinado que combinaban bien con el lugar y con el uniforme blanco que usaba. Si no fuera por lo blanco del bigote y el cabello no se imaginaría uno que se trataba de un hombre de unos 65 años, más bien parecía cercano a los 40. Tenía piel morena y hombros anchos que se movían firmemente al correr lentamente la sábana que cubría la plancha de metal que tenían los tres hombres frente a ellos.
-No. No es ella. Sin duda se parece, pero no es. ¿Cambia la piel? ¿de qué forma? No estoy seguro, no puedo mirarle a los ojos, es lo que más recuerdo de ella. ¡Claro! sí… tiene una cicatriz en la planta del pie izquierdo. ¿Forma? … Una media luna.- La piel negra de las botas sonó al contraerse, todo el cuerpo del policía se tensó. La mirada del hombre mayor encajó amable y distante en los ojos del pequeñín del bigote. –Es ella, sin duda. Tanto las marcas personales como las identificaciones que se encontraron entre sus pertenencias indican eso. El oficial lo acompañará para que firme unos papeles. La autopsia se llevará acabo en el transcurso del día después del cambio de turno. Se le informarán los resultados y procedimientos legales cuando hayamos determinado la causa de la muerte. Mientras tanto sólo debe firmar los documentos que le entregue el oficial y esperar a que nosotros lo llamemos. Con su permiso me retiro, ustedes ya conocen la salida.- Cada palabra la escuchó el hombrecillo detalladamente, no le extrañó que aquel hombre mayor no le diera el pésame ni palabra alguna de las que usualmente se le dicen a personas en su situación; cada palabra fue pronunciada con el tono y ritmo precisos, expresaban respeto, familiaridad y una extraña y larga melancolía. Ese viejo había hecho de su habla una obra de arte, con lo cual se aseguraba que no se le hicieran reclamos por las noticias de las cuales él sólo era portador y no causante.
Siguió al policía, firmó los peles y fue devuelto a su casa tal como fue recogido de ella. Frente a la puerta de entrada sacó de la bolsa del pantalón sus llaves, no sin esfuerzo, ya que el abrigo le estorbaba un poco. Abrió la puerta y escuchó la voz del policía, -Que tenga usted un buen día. ¡Trate de descansar un poco!-
En ese momento, el dolor petrificó el umbral. Pero, con mucho esfuerzo, el pequeño hombre se las arregló para cruzarlo sin dar señas al policía de que sus palabras habían tenido un efecto devastador en él. –Estábamos una noche en la playa. Yo estaba sentado junto a la fogata mientras ella miraba el mar a unos cuantos metros. Corrió hacia mí y saltó para enterrar sus pies en la arena. La base de una botella rota se le enterró en el pié. Pasamos el resto de la noche en el hospital. De ahí lo de la cicatriz en forma de media luna.- Dijo esto con un eco de vacío en las palabras y cerró la puerta. Entró, cargando el peso del dolor en la densidad del aire, respirando el frío del amanecer y la humedad de su propia casa. Se sentó en su mismo sillón. Tomó el libro y lo abrazó. En la ventana el cielo se tornaba rosa, pero en la mirada que lo contemplaba se tornaba turbio y gris. Respiró profundamente y separó el libro de su pecho al tiempo que lo abría. Leyó. Terminó aprisa su capítulo que, sin que él supiera sino hasta ese momento, era el final del libro.
Esa mañana, desde fuera de la ventana podía versa a un hombre pequeño y bigotón dormir en un sillón, tenía un libro abierto entre las piernas. Sus páginas estaban completamente secas, al igual que el pasto de su jardín, sin gotas del rocío matutino que podría esperarse por la húmeda y fría noche anterior. Ni una lágrima en el libro, ni una gota de rocío en el pasto. Y, aún así, la densidad del frío y la humedad, tensan el verde del pasto. Y, aún así, la densidad del la oscuridad y el dolor, tensan el gris del bigote.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Momento de hoy

Y así ha pasado el tiempo, y así seguirá pasando,
mirando nubes grises escapar por mi ventana.
Y de momento parecen tan grises, en el gris de su estancia,
y a uno nuevo parecen lejanas, en su lejana partida.

Porque el gris no es más que azul triste
y lo lejano tan sólo es punzante en su cercanía.

La soledad sólo lastima cuando nos acompañan las lágrimas,
no cuando una sonrisa es la compañera.
No hay soledad absoluta si un sentimiento aparece en ella,
así como no hay recuerdos dolorosos, sino sólo dolor en los recuerdos…
y así nunca estamos solos.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Lo que no borré ni taché.


Escribo y borro, escribo y tacho.
Y sigue latiendo en mis dedos el ansia de decir algo.
Las ganas de ser algo más que un diálogo innarrado, abandonado a los vaivenes del transcurrir. Es eso o la ausencia de emociones que me exigen llenar los vacíos con palabras.
Ya estoy cansado de hablar de vacíos, cansado de hablar de palabras, cansado de esperar a que se forme mi reflejo en la eterna blanca superficie.

Quiero hablar de tantas cosas, entender todo lo que me pasa por enfrente. Abarcar todo el mundo en un parpadeo. Y siempre me quedo esperando, viendo todo con mirada confundida. Todo pasa y nada puedo atrapar. Quiero consumir el mundo en la brevedad de un poema, en aquella de una canción. Pero hay tanto detrás del sonido, tanto detrás de las palabras, tanto detrás del mundo que todo resulta ser sólo una probada.
A veces es tanto el brillo del mundo que cansa la vista e invita a dormir. El sueño, uno de mis más queridos vicios.

No es tanto el descansar. No es tanto el esperar la noche para cerrar los ojos. Es más bien ese dormir matutino, aquel que es inconstante y vívido. Cuando el sol ya no permite dormir, es todo un placer el sentir que podemos ignorarlo y entregarnos por completo a la embriaguez que produce la almohada.

Pero siempre es mal visto ese sueño, siempre dormir a esas hora es difícil. Implica faltar a algunos compromisos, o evitar hacerlos a esas horas. Sí, eso se llama flojera, pereza; pecados que se condenan incluso hoy en día, hoy cuando nada es ya pecado. Pero como todo pecado, lo que los mantiene vivos es el placer que representan.
Yo seguiré durmiendo hasta tarde mientras pueda, seguiré haciendo mis deberes en la noche. Puede ser que no duerma más que en un horario normal, y puede ser que no descanse tanto como en uno así, pero sí es más placentero dormir entre regaños del sol y parpadeos constantes.

miércoles, 27 de agosto de 2008

La última vida en el universo


Del director Pen-Ek Ratanaruang. (La película es sólo pretexto para escribir. Pero es una muy buena película.)

Distancia y sueños que quedan para nosotros ocultos. Momentos y luces encarnadas entre líneas. Colores... tan importantes son los colores. La distancia no sólo está; es y transcurre. Pero sin líneas, colores y sueños, no. Instantes. Relámpagos silenciosos. Sólo así abarcamos lo que… lo que ahí.

Sombras no hay sin algo que cubrir.

Hoy no tengo espacio en el librero. No hay mucho espacio ya en el cenicero. Sin embargo hay gran cantidad de instantes en ambos. Son como debe ser cada palabra en ellos, cada ceniza en ellos. Una cortina en casa de mi abuela, dejando pasar la luz por pequeños espacios. Alguna vez dormí en el sillón de su casa. Alguna vez desperté a media noche. La luz de la calle sólo podía invadir la sala por esos pequeños espacios.
Cada palabra debiera ser como ellos, abriendo una inmensidad a sus espaldas.

Y hay veces que la inmensidad nos aplasta contra el frente. Y sólo podemos marcar pequeños agujeros en él. Y seguimos sintiendo la inmensidad que quiere escapar al mundo. Aquella que desde dentro oprime cada víscera y expande el cuerpo. Esa misma que es contenida por aquella que oprime por detrás de las palabras ajenas, y oprime las vísceras desde fuera.

Todo se reduce al habla. Todo se reduce a la vida de las palabras. Y en medio quedamos nosotros. Condenados a soportar el lenguaje. Lo terrible que, cuando somos capaces de soportarlo, señalamos con la palabra que se consume por su ombligo. ‘Bello’ es la palabra, y bella es ‘la palabra’.

sábado, 16 de agosto de 2008

Ejercicio #2 (Tarde difusa)


Algo se anuncia en este nuevo atardecer...
¿Qué tardes son estas que aun bajo techo

me empapan con melancolía?
¿Qué manía esta, nueva, que me hace estar de pie,
o andar a pie y andar sin andar?
Tal vez , con suerte, esto es
como en el fango flotar...


Y si la fría y húmeda brisa consume mi indiferencia
hacia mis huesos;
sólo así los sentiré bajo mi carne
en su forma, su dureza,
como palabras de Manto
perdurando en el tiempo
que se anuncia como ocaso.

¿Qué vendría a tomar en las hojas,
en las hojas difusas la forma del engaño,

aquella misma del recuerdo extrañado?
Siendo siempre el viento lo que imprime
en el recuento del manto,
la directriz del sentido, cuando no hay nada calmo.

No es tan sólo el verde aleteo,
ni tan sólo la calma extraviada.
Son también los destellos que en el color se desatan.

¡Reine la ausencia de la claridad diaria!
Sin que esto asegure, la verdad de estas palabras.

sábado, 26 de julio de 2008

Ejercicio #1 (Lindo)

Piérdete en las sombras matinales
de una vida en epojé reencontrada.
Da la vuelta a la piedad arrastrada
y en el monte de Sísifo arrojada.

Muestra la falta de esfuerzo
que en la boca del río has transpirado,
deja que se burle de ti el reflejo,
en el escudo del vencido, aprisionado.

Piérdete en sensualidad adormecida
tomando la vida por la ausente lejanía,
rodando al hogar has de encontrarte tendida
en río de seda y nacientes pesadillas.

Y si un Manto sobre Piedra te desvía
que no sea éste el fin de tu partida.
ya se posará el ocaso entre seda y lejanía
y consumirá, tantos montes como Mantos, en la epojé de tus días.


(Siendo sincero debo decir, que este tipo de escritos no me gustan. Me son en especial molestas las referencias semisimuladas tanto a poesía como a mitología. Pero hoy así se me antojó escribir. ¿Por qué “ejercicio”? porque eso es, no es más que un ejercicio, de memoria y de escritura de ideas que se van perdiendo a lo largo del día. Tal vez sea mejor que se pierdan, pero es bueno de vez en cuando el ejercicio.)

viernes, 11 de julio de 2008


Que si sólo es tiempo lo que escurre por los vacíos del mundo, que si sólo luces lo que a ratos ilumina los rincones dentro de nuestros cráneos. Es difícil entender lo que ocurre en las afueras del hogar, las afueras del pensar. A ratos podemos demorarnos en un pequeño detalle, en un pequeño rincón oscuro de aquella exterioridad. De-morarnos, encontrar una morada en lo que nos parece ajeno. (Qué falta de palabras le provoca a uno pensar demasiado las cosas. ¿Dónde quedaría lo bello de aquellas pequeñas moradas infieles si todo lo pusiéramos en palabras adecuadas?) Ahora sólo puedo pensar en la violencia ejercida contra la pobre palabra ‘demorar’. Tantas limitantes suponen las palabras adecuadas.

Soñé ayer con visitas imposibles, con rostros distantes entre sí. Conocidos míos conviviendo con sus desconocidos conocidos míos. Me perdí reflexionando sobre las causas que llevaban a esos personajes a estar juntos. En fin, desperdicié la oportunidad de hablar con los que estando despierto no puedo hablar. Perdí la oportunidad de escuchar las voces de aquellos a quienes despierto no puedo escuchar. Y así, sin más, desperté con una versión más precisa de uno de los capítulos para mi tesis. Me levanté, serían las 5 de la mañana, escribí lo que pude e intenté dormir, regresar a la fiesta que en mis sueños estaba, pero ya no pude regresar. Ya sólo pude soñar con los temas de la dichosa tesis. Me sentía como Homero cuando tiene problemas de dinero y sueña que inventa algo, un objeto que lo hará rico. En su sueño, su invento no puede ser visto por él y cuando por fin lo verá despierta confesando sus problemas financieros. Lo terrible de sentirme así es que yo podía recordar claramente lo que en mis sueños sería el invento, el tema de mi tesis. Qué sueño más alejado de lo que debe ser un sueño.

Los sueños deben servir para otras cosas. No deben ser extensiones de lo que se hace despierto. Y así estoy últimamente, no puedo hablar de otra cosa que no sea filosofía. Que si Wittgenstein esto, que si Heidegger aquello, que si Hegel ahora parece gustarme, o por lo menos influir mis ideas, que si se equivocó el doctor Leyva en su interpretación del parágrafo 18 de Ser y Tiempo al compararlo con la filosofía analítica, que si “La figura” aparece en cada conversación. Que si todas estas cosas y muchas más.
Puedo pasar horas hablando apasionadamente de estos temas, saltando de uno a otro y creando puentes (que a veces siento ilusorios) entre ellos. Pero al final siempre termino con un vacío profundo e indeterminado.
Algo falta, algo en las pláticas no basta. Siento que me borro al recorrer estos temas. Hay una vida que sólo están viviendo las ideas y no yo. Y sí, me siento al borde de un punto de desvanecimiento.

Incluso ahora no me encuentro en las palabras. Hay algo en mí en lo que no me he podido demorar, de-morar. Hay un pequeño Yedra extranjero en mi que no encuentro, que tal vez no exista.

domingo, 6 de julio de 2008

Tormenta


Pide el monje que regrese la tormenta

Pide el monje que regrese la tormenta
Pide que le sea devuelta la calma ensordecedora
Los ruidos que se funden con el fluir del mundo
Pide el monje que se apague su sentir.

Pide el monje que regrese la tormenta
Que en el cielo la luz pierda su constancia
Que el rayo borre el andar de las luciérnagas
Que la naturaleza se consuma en un destello.

Pide el monje que regrese la tormenta
Pide la tormenta al monje que aguarde su muerte con paciencia.

-Kizuta Kizuna-

martes, 17 de junio de 2008

Espacios


Hay espacios que no deben ser tocados por más tentadores que sean. Espacios que están destinados a algo distinto de nosotros mismos. Laberintos en los que sólo cabe un Minotauro; o lo somos, o no entramos, o entramos dispuestos a matar al que ya está. Hay espacios por los que vale la pena correr el riesgo de ser asesinados, pero no en todos depende sólo de nosotros.

¿Por qué hablar de espacios? Como siempre, me quedo sin respuesta. Sólo es hablar por hablar, es decir: ‘es un día lindo’, ‘parece que lloverá’. Ese tipo de comentarios que nos salvan de silencios incómodos, aunque bien sabemos que no todos son así. Escribir para no dejar el espacio vacío, la página en blanco. Hablar de algo que siempre terminará dando la vuelta y llevándonos a nuestro propio comienzo.

Espacios no sólo son esos huecos en el mundo, son también recuerdos en una mente, sensaciones en un cuerpo, sentimientos en un alma. Nos podemos enfrentar a distintos espacios que no pueden, deben, o quieren, ser llenados con nosotros. ¿Luchar contra esas imposibilidades? A veces resulta divertido, a veces molesto, a veces inútil.

Ejemplos hay muchos, algunos ya “clásicos”: La madrastra se enfrenta a la sabiduría popular en ‘madre sólo hay una’. No es necesario dar muchos.

En fin, mis ganas de llenar un espacio se han terminado. Sólo me resta confesar que nuevamente estoy desapareciendo, estoy dejando de ocupar algunos espacios que ya había “conquistado”. Y aun así, no me quedan ganas de ocupar unos nuevos.


Ajá,,, es cierto, hay que aprovechar el espacio para anunciar el nuevo Blog, un proyecto que no sólo es mío, o por lo menos eso espero,,, je…


visiten pues: COPROFILyA

sábado, 24 de mayo de 2008

Que noche más tiste aquella en la que completamente desangrado soñé con mi propia sangre. Y a la mañana siguiente escuchar a los otros decir: ‘ella está enferma’, ‘ella me hace daño’, ‘ella me quiere dejar’… nada de esto me conmueve, no hay nada más triste que decir ‘soñé con ella’.

Con estas palabras comenzó mi día. Pero quedaron ahí en la pantalla esperando que las continuara.

Al final no encontré hoy qué decir. Las palabras parecen no ser suficientes para recorrer cada pensamiento que me invade. Que si el mundo es esto, que si la conciencia aquello. Nada de lo que me preocupa encuentra palabras claras que lo expliquen, así como no puedo yo expresar mi propia preocupación. Hoy tuve la oportunidad de recordar la fe que alguna vez tuve. Recuerdo la forma en la que me sentía cuando escuchaba las palabras que suponía enteramente impregnadas de verdad. Todo tan claro, todo con una meta, todo con sufrimiento asegurado respondiendo a la gloria prometida. Una misión, una lucha que le daba sentido a todo lo que pasa junto a nosotros y nos roza.
Aun sigue impresionándome la idea de que somos un mar de percepciones. La unidad de lo perdido, si no es que de la pérdida. La esperanza se reduce a continuar flotando entre los escombros de lo que es, seguir siendo el oleaje de la pérdida.

Recuerdo mis prédicas cotidianas. Una siempre dirigida hacia el espíritu santo, pidiendo saber, pidiendo siempre ser parte de la verdad. La segunda dirigida al corazón de Jesús, pidiendo la fuerza para guiarme por esa verdad. Es curioso que me haya sentido abandonado por el corazón y no por la verdad, siendo que ésta es la que nunca he alcanzado. Tal vez la fuerza que me faltó fue la que me hacía querer la verdad.

Perdí a Dios. El mundo ya no es ese camino que por su longitud ocultaba el destino al que llevaba. Tan sólo es ese oleaje sin rumbo que no encubre destino alguno. Así es mi mundo ahora. En él lo importante no es el amor o el odio, éstos siempre tomarán formas distintas… guerras y resistencias; lo importante es… eso que en cada caso somos nosotros mismos. El vivir. Flotar como lo hacen las notas sobre un piano, y como lo hace la música sobre éstas.

Durante el día me siento lleno de ganas de hablar, de poner en palabras todo lo que llega a rozarme. Pero al final de día pierdo la sensación del roce y me quedo con palabras huecas que quieren llenar cada espacio, pero que por su vacío me son odiosas.

viernes, 16 de mayo de 2008

Lemmy: Encarnación brutal de la cabronez!!



Y este es de cuando los duros se ponen suaves... pero yeah! Lemmy, Slash y Ozzy!!!! merol!!!!

Mostración

Me disculparán ustedes por compartir semejante tarugada, pero he andado de simple últimamente y, muy a mi pesar, no puedo dejar de cagarme de risa cada vez que recuerdo mi mensa ocurrencia sobre la ‘mostración del objeto’ en el contexto heideggeriano. Así es, cada vez que ahora me topo con la palabra ‘mostración’, no puedo evitar imaginarme un objeto mutando en un “mostro”… jajaja… pendejo, pero así es…

Por ahora cada vez que me encuentre con la palabra ‘mostración’ al leer Ser y Tiempo, vendrá a mi mente una imagen como esta:


Puede que aquel famoso Gregorio entienda mejor que yo la mostración…

viernes, 9 de mayo de 2008

El espectáculo


Hubo una noche en que los zapatos de mi mujer aparecieron al pie de la puerta del baño. De no haber estado ellos ahí hubiera podido seguirme de largo hasta la recámara principal y, así, hubiera podido al menos dormir esa noche. En lugar de eso miré sus zapatos.
El derecho yacía de frente a mi, ligeramente desviado hacia la izquierda, como aquella pose que toman los cráneos de las mujeres cuando se las ha descubierto mirándonos de reojo. En cambio, el izquierdo yacía con la suela mirando hacia el techo blanco.
El guinda del zapato derecho resaltaba con el golpe de la luz azul que entraba por la ventana del baño sin que la puerta de éste, que en ese momento se encontraba enteramente abierta, le impidiera llegar hasta el pasillo. Miré guinda, azul, y el amarrillo de una suela, todo sobre el rojo de la alfombra. Miré lo que me parecieron ser sombras y en realidad eran huellas de humedad que salían del baño en dirección hacia mi; me esquivaban como si el cuerpo que las dejó hubiera perdido la fuerza en las piernas teniendo que buscar apoyo en la pared verde que tenía a mi izquierda. Nuevamente la mancha húmeda en la pared parecía una sombra: el olvido del caracol que ya no está sobre la hierba.

Ahora todo lo siento distante. Colores, luces, el sonido de los golpes en el interior de mi pecho, el roce de mis propios zapatos sobre la roja alfombra. Pero en ese momento, todo pareció tan real. El pasillo parecía haber cobrado vida, ser el cuerpo vivo de la reencarnación de algún pequeño animal nocturno que nace para ser enseguida devorado por su madre.

Volví sobre mis pasos y sobre las huellas húmedas. A cada paso, poco a poco, dejé de percibir la vida del pasillo. Mi cuerpo llegó a la sala, pero a mi mirada la retrasaba la oscuridad en ella. Tan lento como llegué ahí, mis ojos se acostumbraron a la poca luz, permitiéndome descubrir la huella, húmeda y aún tibia, del cuerpo de mi mujer en el sillón: ¡me derrumbé! Abracé el cojín que guardaba la huella de su cabeza; aun húmeda, aún tibia, hundí mi nariz en ella hasta que sentí que la humedad del cojín aumentaba. Quedé a oscuras, mirando al piso con el cojín entre las manos.

La imagen del cuerpo desnudo sobre el sillón me rondaba la cabeza. Habría salido del baño, desnuda, mojada, tiritando por el frío, tropezando una vez. Su piel habría pasado de un brillo azulado a la completa oscuridad de la sala, sólo para rozarse después contra la tela del sillón; y, ahí, secarse. Cada parte de su cuerpo debió estrecharse contra el sillón, como si éste fuera el amante que solía visitarla en las mañanas. Podría haber besado y abrazado el mismo cojín que ahora yo tenía entre las manos; incluso pasó por mi mente que pudo haberlo colocado entre sus piernas para recostarse de lado.

Me es difícil admitir que el imaginarla excitada, ya fuera ante un cojín o un amante, me excitaba más que el estar sobre ella.

En ese momento supe lo que había pasado. Tan simple como que se encontraba con su amante en la regadera, salieron aun mojados del baño entre caricias, besos, y un pequeño traspié. Se dejaron caer en el sillón y concluyeron la intención de la visita. Él se vistió, despidió y salió del departamento mientras ella aún descansaba en el sillón.
Cuando ya estuvo seca, se puso de pie, y escuchó en ruido que hice al subir los últimos escalones. Caminó de nuevo hacia el baño, pasó frente a la puerta abierta, abrió la puerta del balcón, salió, cerró tras de sí la puerta y se arrojó sobre el barandal hasta golpear el piso.

Todo era claro ahora: eso es lo que había pasado. Ahora yo podía dormir tranquilo. Caminé con la intención de cerrar la puerta del baño, recoger los zapatos de mi amada mujer y tirarme en mi cama para dormir abrazándolos, sintiendo el guinda terciopelo contra mi pecho.

Llegué hasta la puerta del baño, me agaché para recoger los pequeños bultos de terciopelo guinda y, al incorporarme, miré un par de sucias botas sobre el blanco tapete del baño, y, sobre ellas, una oscura silueta detrás de la cortina de plástico.
Entré en mi cuarto, me quité la ropa y me acosté en la cama.
Ella me abrazó, besó, y deseó buenas noches. Abracé los zapatos y miré toda la noche hacia el vacío, imaginando a mi mujer: tirada sin vida en la banqueta, excitada sola en el sillón, cumpliendo las promesas hechas a su amante, abrazándome por la espalda en la cama, arrastrando mis botas y mi abrigo hasta el baño, montando un espectáculo sólo para mí…

…usando sus zapatos.

martes, 22 de abril de 2008

jueves, 17 de abril de 2008

Café 1930


Hoy pensé en postear un escrito que tenía guardado para el proyecto “Agüita de horchata”. Esto se me ocurrió por andar escuchando ‘Café 1930’ del gran Astor. Pero no quise recordar lo que me llevó a escribir sobre el café. Así que, en lugar de eso escribiré un pequeño incidente ocurrido el jueves pasado; justamente algo relacionado con esa gran pieza de Piazzolla.

El contexto: me encontraba un tanto afectado por las varias cervezas que me había tomado y un tanto emocionado por las que me seguiría tomando. La plática resbaló extrañamente de Wittgenstein hasta Beethoven, y de ahí hasta mi interminable pleito con los músicos. Brevemente el problema es el siguiente. Cada músico con el que platico acepta sin pensar mucho que la música es el lenguaje universal, después, mañosamente, les pregunto si cada espectador obtiene lo mismo que los demás de su experiencia. obviamente contestan con un rotundo ¡NO! Premisas más, premisas menos me llevan a afirmar que la música no es lenguaje. Y es justo ahí cuando brincan los músicos.

Este sujeto con el que conversaba tomo inmediatamente lo que tenía a su alcance para aventármelo en la cara cuando vio que lo que él decía era llevado de manera mañosa a una afirmación horrible: la música no es lenguaje. Lo que tenía a su alcance era ‘Café 1930’, y me preguntó que qué me imaginaba al escucharla. En mi estado no pude más que responder: un café con ambiente melancólico. Inmediatamente respondió muy propia y pedantemente con una sonrisa burlona: esa pieza la compuso en un burdel.

No seguiré aburriéndolos con los detalles de la plática, ahora los aburro con mis divagaciones posteriores a la horrible borrachera y a la no tan horrible cruda.

Cuando decimos que el arte (no sólo la música) es un lenguaje, no podemos seguir enfrascados en la, un tanto obsoleta, visión del lenguaje como un modo de representación de hechos. La vieja afirmación de los pioneros de la filosofía del lenguaje: ‘el lenguaje es el espejo del mundo’, o ‘los límites del mundo son los límites de mi lenguaje’ no nos sirven más (aunque esa segunda resulta sugerente para muchas más divagaciones). De seguir con estas ideas podríamos llegar a la afirmación que tanto ha molestado a los músicos que han tenido la desgracia de platicar conmigo.

Sí, Piazzolla compuso eso inspirado en un burdel, no en un café, que fue lo que se me ocurrió al escucharlo. Pero eso no significa que el mensaje de la obra fuera la descripción de un burdel, o la descripción de un café. Ese es el error, creer que lo que comunica la obra de arte es una descripción de una situación en el mundo. Si creemos eso, definitivamente tendremos que aceptar que cada espectador interpreta lo que quiere, o que cada uno recibe un mensaje distinto. Esto suena muy básico, pero me lleva a ver cosas que no tenía claras al momento de las pláticas.

Comentando esto con un compañero en un café, él asentía a lo que yo decía y en una de esas dijo: sí, no es una descripción del mundo lo que el arte comunica, son sentimientos. En ese momento me detuve y dije, ¡NO!
No supe bien que responder, pero estaba seguro de que no eran sentimientos lo que comunicaba una obra de arte, y lo sigo estando. La solución al problema de qué es lo que comunica el arte es complicada. Por ahora sólo puedo decir que estoy buscando la respuesta en la disolución de los elementos del lenguaje, hay que deshacernos de emisor, receptor, mensaje y otros más. No hay que unirlos. Simplemente no existen, y ¿por qué? Simplemente porque la experiencia estética es la pérdida del principio de individuación.

Lo que siguió a la plática de café fue Hegel y su doctrina de la esencia, que si mal no recuerdo es la conformación del sujeto en la escala hacia el absoluto. También siguió mi desacuerdo con dicha idea, esa escala no es hacia el espíritu, absoluto o como le quieran decir, es más bien el descender hacia la completa encarnación personal, es decir, la realización máxima del individuo, la aplicación más radical del principio de individuación.

De ahí la platica resbaló hasta las mujeres y de eso ya no puedo hablar. En parte porque no hay gran cosa que decir, en parte porque no entiendo el tema, en parte porque mis dos lectores son lectoras…

Pero bueno, encontré algo por ahí...

Perdiendo su encanto la mujer amada, pierde su encanto el mundo. Ya no existe en mí el vacío reservado a esa mujer pero, al desaparecer éste, se ha creado un nuevo vacío, uno aun más tortuoso.

-Charles Macdowell-

lunes, 14 de abril de 2008

Slipping in velvet with “You're the one that I want”.

Asesinado por el fin de semana,,, pero, aun así, “Puñeteramente feliz”....

martes, 8 de abril de 2008

Calor, noche, mujeres.


El calor la hacía acostarse con la ventana abierta. Los mosquitos la hacían acostarse con la cortina cerrada. Llevaba varios días sin poder dormir, odiaba desde pequeña esos pequeños detalles que en verano se convierten en grandes molestias.

No hay nada como dormir abrazando las cobijas para cubrirse del frío con este calor no puede una abrazar algo el calor extenderse en la cama sin nada que cubra el cuerpo y si alguien entra por la ventana el calor los moscos no pueden entrar pero ya hay por lo menos dos adentro y si alguien entra yo estaré aquí totalmente desnuda sin protección alguna con las cobijas una puede fingir que está acompañada por lo menos puedo no sentirme desnuda el calor no otra vez menos podré dormir así y ahora grita no es suficiente con la bomba y los gritos de una hay que comenzar a gritar para evitar los gritos por lo menos no habría que pegarle quién puede tratar así a alguien el calor estoy desnuda y la ventana abierta y si alguien entra es mucho exponerse pero qué se le va a hacer no se puede dormir sin abrazar algo las cobijas la almohada si no una se siente sola siempre estoy sola pero hay que evitar sentirlo mucho o muy seguido con los brazos abiertos no se siente el calor pero y a quién abrazo qué abrazo para dormir es necesario abrazar algo o hacerse bolita para abrazarse uno mismo pero con este calor…

La bomba de agua se activó de repente a mitad de la calurosa noche. Ese fuerte sonido de la vieja bomba del edificio de departamentos no pudo pasar desapercibido para aquellos inquilinos que sufren de sueño ligero. La pequeña se despertó asustada, sudada. Entre las sombras no pudo encontrar a su madre que fumaba sentada junto a la ventana. El llanto de la niña siguió al sonido de la bomba como queriendo reforzar la malsana intención de ésta, como queriendo completar la tarea de aquella: despertar a los pobres inquilinos que sufren de sueño ligero.

Dónde estás mama mamita el ruido qué pasa el calor no veo en la ventana hay alguien mamá quién está dónde está mamá tengo miedo qué pasó que me calle por qué me grita ahora yo la quiero no puedo dormir que me duerma sí es lo que quiero huele raro no-puedo-ya-sueño-mamá-ventana-agua cae ya me duermo…

Afuera todo era silencio. Desde la ventana de su departamento podía ver hacia abajo las casas de los vecinos. Por ahí una luz prendida. Una lámpara mata insectos colgaba sobre una ventana iluminando las cortinas con un color morado, por momentos azul cuando el humo del cigarro pasaba ante sus ojos. Detrás de la lámpara y por entre las delgadas cortinas, podía verse en el interior del cuarto a una mujer desnuda rodar de un extremo al otro de su cama. Extendía los brazos, se tapaba la cabeza con la almohada y tiraba manotazos bruscos de vez en cuando. Era un bello espectáculo para la mirada cansada que junto a la ventana fumaba.

Quién será ella bendito calor no sólo me salva de gastar el poco gas que queda en el tanque sino que hace que esa tipa se revuelque en su cama desnuda no la reconozco es de esas que no compran en la recaudería prefiere ir al super el super antes ya no con las tarugadas que hace una se terminan los lujillos el super el calor bendito calor malditos moscos que el cigarro espanta los moscos sí claro mis piernas parecen fresas malditos moscos de veras que está chula la muchacha senos jóvenes antes ya no con las tarugadas que hace una a esa edad antes ya no bendito calor y esa tonta sigue espantando moscos se ve que su lamparita no sirve para un carajo los moscos chingá la puta bomba ya valió madres ahora qué chingados es la bomba cállate niña que despiertas a todo el edificio y si no se calla esa vieja de la puerta va a estar jodiendo mañana y ahora por qué no se calla que ya no pasa nada mamita sí ahora sí ni con la nalgada se calla bueno ya no puede despertar a nadie ya despertó a todos sí duerme mejor los niños se duermen rápido si se les da una buena nalgada pero qué chistoso hacen cuando tratan de calmar sus chillidos respiran bien cortado ya por fin al fin antes ya no con las tarugadas que hace una pero no como esa chamaca sigue dando jiros de veras que está chula bendito calor bendita lámpara ya todo callado otra vez esta niña antes ya no quién me viera con una hija con una hija si lo que quiero es meterme por esa ventana y divertirme un rato con esa chamaca de veras que está chula la muchacha…

La bomba se detuvo, pero el agua seguía cayendo en los tinacos del viejo edificio de departamentos. El sonido calmó a la niña, relajó a todos los que despertaron por su llanto, hizo que la joven desnuda se olvidara por un momento del calor y los mosquitos, sólo así consiguió dormir, ignorar esos pequeños detalles que en verano se vuelven grandes molestias. El sonido del agua cayendo llevó a la mujer de la ventana a encender otro cigarro mientras miraba a la joven desnuda, mientras dejaba resbalar su mano izquierda desde sus cabellos, rozando su cuello, seno y cintura, hasta perderse entre sus piernas. Asomarse, perderse, asomarse, perderse, asomarse, perderse, asomarse…


(Nota para Sofía criticona: Sí, la ausencia de signos de puntuación es intencional.)

domingo, 6 de abril de 2008

Desobedeciendo

“No escriba poemas de amor, apártese primero de esas formas que son demasiado corrientes y habituales: son las más difíciles…”
-Rilke-

Quiero encontrar un poema que te haya encontrado,
Para así sentir que eres mía cuando te amo,
Para así sentir tu ausencia cuando te extraño.

Arrancarte furioso del libro cuando te odio,
Levantarte tiernamente del piso cuando recuerdo tu llanto,
Escribir entre tus líneas cuando todos los oídos del mundo se han cerrado.

Quiero que estés en un poema que yo haya encontrado,
Para así llevarte conmigo siempre que me sienta solo,
Para así tener a alguien que guarde las lágrimas que derramo.

Escuchar el crujir de tu cuerpo cuando todo el mundo ha callado,
Sentir con mis manos tus letras en la oscuridad de mi cuarto,
Tenerte, cuidarte, extraviarte, olvidarte, encontrarte, maltratarte…

Sé que así nos tratamos todos, como poemas sobre hojas de papel,
Cosa que es buena explicación para la muerte y la vejez.
Por eso te quiero así, en un papel, al cual puedo permitirme hasta prenderle fuego.

… . ...... ..... . Marzo, 2005.

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sip, esos chavitos escriben pura tarugada… bueno, no estaba tan chavito… jaja.. fue apenas hace tres años… justo estaba guardado junto a mi certificado de prepa, que por cierto, pronto necesitaré… yeah! A empezar de nuevo!

jueves, 3 de abril de 2008

Recordando a ‘H’ sin poder hacerlo bien.


A veces las largas pláticas sólo me llevan a sentirme abandonado.
Me recuerdan que por las noches no quiero dormir, sólo espero encontrar aquello que llene los vacíos de mi vida.
Me recuerdan que por las mañanas no quiero despertar, por ser esto sólo el cobrar conciencia de aquellos vacíos y lidiar con ellos.

Y así, el prolongar la llegada del sueño, y el prolongar la llegada de la vigilia, sólo tienen en común el cansancio… el dolor del contraste: sueños hermosos ahuyentan la luz del amanecer; realidades desesperantes ahuyentan la luz plateada.

Y este maldito calor no hace más que hacer insoportable tanto el dormir como el estar despierto. Eso, y atraer un montón de moscos…

Alguien decía que había dos disposiciones de ánimo paradigmáticas:
el aburrimiento nos descubría la totalidad del mundo; la angustia, la nada. Pero hay un estado intermedio igualmente paradigmático: la desesperación.

¿Qué nos descubre éste?
Tan sólo la totalidad vacía que es el mundo….

...Ah! Sí:
y a un pobre diablo que la contempla.

viernes, 28 de marzo de 2008

Escurrir


Me encuentro con la idea de que el alma es espacio. Tan simple como eso. Espacio que por el momento ocupan nuestros cuerpos.
Invadir un cuerpo es invadir el alma.
Fumar es por ahora la forma más torpe de llenar ese espacio que por momentos se siente tan vacío.
Beber es por ahora la forma más torpe de sentir que el espacio propio se diluye con el resto del mundo.
¿Qué más sino espacio?
Si me pongo a pensar en el alma, desecho rápidamente la idea de que es sólo espacio. Si me pongo a sentir lo que es mi propia alma no quiero sentirla más que como espacio.
Torpeza mental, debilidad sentimental. Muchas pueden ser las causas que me llevan a esta idea tan simplona.

Ya había dicho antes que al resbalar mientras corría bajo la lluvia, las precipitadas gotas respetaron mi silueta.

Tal vez mi alma se cansó de mi.
Tal vez yo me cansé de ella.

O tal vez nada pasó.
¿Qué fue ese resbalar sino una imagen que escurrió por mis brazos hasta tocar el papel?
¿Vino de mi alma? No. Sólo pasó por ella al igual que todo lo que soy.

Todo escurre en el espacio que ahora llamo ‘alma’. No somos nuestra alma, no somos nuestro cuerpo, nuestra mente o pensamientos. Somos ese constante escurrir. No lo que escurre, no el espacio en el que todo escurre. Tan sólo el escurrir.

¡Qué mejor cosa para que escurra en nuestra alma que otra alma!

lunes, 24 de marzo de 2008

Me lo contó la voz…

“Cuando empieces a escuchar las voces, ignóralas.
¡Siempre están mal!”

-San Martín A. A.-

...que de las olas más lejanas se pierde y cae,
y despierta temblando a la orilla del mar.
Sigue soñando con la luz sobre el rostro.
La piel roja sólo tiene que seguir brillando.

No se sabe qué ha pasado. Solo,
ha llegado a la alameda concurrida.
Sigue arrastrando la fuerza del mar con sus hombros,
sigue despertando preguntas en los otros.

Tan simple como un ave caída.
Tan sincero como un niño rabioso.

Y, sin embargo, tanto misterio arrastran sus cansados pasos,
¡tanto!
que ni su cansada sombra puede ocultarlo.

sábado, 22 de marzo de 2008

¡Kafka llega!

Esto no tiene nada que ver con mi actual estado de ánimo, pero en el momento en que lo leí, ¡¡pegó justo en el blanco!!

“Fracaso, imposibilidad de dormir, imposibilidad de despertar, imposibilidad de soportar la vida o, mejor, el transcurso de la vida. Los relojes no concuerdan, el reloj interno marcha de una forma diabólica o demoníaca, por lo menos inhumana; el externo palpita conforme a la normalidad de su marcha discontinua.”

¡Hoy no podría volver a ese 'estado' aunque lo intentara!

Si mis gritos se perdieron en el viento fue sólo por la velocidad a la que huía. ¿¿De qué?? De la posibilidad de fracasar y, con ella, de la posibilidad de tener algo más que extrañar algún día…

jueves, 20 de marzo de 2008

Palabras atadas.


Terribles paseos bajo el fuego, mediodía,
Cansados pasos que arrastran sueños.
Ecos de sueños, terribles pesadillas.

Caminos vacíos, de sombras que encierran
Al pecho desgarrado y su mirada perdida.
Los recorre un fantasma, y en sus pasos hay vida.

Lo mejor: el final, el descanso,
Codos sobre rodillas, taza tibia entre los dedos.
El corazón bebe el llanto que nace muerto y helado.

Quien guía los pasos no puede sino burlarse de todo,
Del paseo, del camino, del fantasma, del olvido.
Hierve la maldad que en los labios se extiende.

Y aquí despierta mi mano al sentir de las palabras lo tenso,
Como si cada una estuviera atada a las paredes del cerebro.

¿Escribir? ¡Con un demonio! ¿qué escribir?
Soñar, mejor.
¿escribir sobre sueños? ¿acerca de la vida?
Sí, sin papel y sin tinta.

Tan sólo una caricia del pantano sobre el cielo,
Rasgar nubes que no ocultan un bello azul,
Sólo un vacío sincero.

¡Manchas!

Seguiremos desgarrando el mundo,
Pequeñas tumbas se alzan con el paso del tiempo.

¿Que el mundo es el lenguaje?
Entonces no es más que la interminable fila de las tumbas levantadas por el tiempo,
Tumbas que sin tiempo quedan cuando nosotros dispersos en ellas.

Y aquí despierta mi mano al sentir de las palabras lo tenso,
Como si cada una estuviera atada a las paredes del cerebro.

Y una chispa ahí ilumina ‘Amor’,
Y otra más ‘Apagar el llanto’.
Mismas chispas que iluminan palabras como ‘Hambre’, ‘Sueño’.
Mismas chispas que se encienden sin concierto mientras duermo.

Y aquí despierta mi mano al sentir de las palabras lo tenso,
Como si cada una estuviera atada a las paredes de mi cerebro.

lunes, 17 de marzo de 2008

Tengo miedo de tener pulgas…


Esta es una anécdota rápida; un tanto extraña incluso para mí.
Desperté, o más bien me levanté al sentir la voz de Juan que a las 7 de la mañana se despedía y disponía a partir a su casa. Me levanté y lo acompañé a la puerta, regresé a mi cama y seguí durmiendo. Alrededor de las 10 de la mañana recibí la llamada de mi tía, que me pedía ir a su casa para poner una lona y acomodar mesas y sillas para el festejo del cumpleaños de mi abuela, del cual no estaba enterado como es mi costumbre con los cumpleaños. Le dije que me esperara y que en 10 minutos estaría en su casa. Me levanté, me puse los pantalones, una playera y tenis (olvidé los calcetines); tomé mis lentes de sol y mi chamarra “roja” de cuero. Y mientras caminaba bajo el sol me sentía igual de sucio y arrugado que la chamarra. No llevaba cartera, dinero, ipod, celular, las cosas sin las cuales me he acostumbrado a no salir. Caminé pero no hacia casa de mi tía, sino hacia el metro ‘la viga’. Caminé bastante confundido, bastante ‘vale madres’ y con cara de molesto con la chamarra al hombro. Llegué a la entrada del metro, creo que si hubiera llevado dinero hubiera llegado más lejos, pero al darme cuenta de que estaba haciendo algo completamente inútil y sinsentido decidí regresar para tomar el camino a casa de mi tía. Pero de regreso encontré un colchón abandonado a un lado de la entrada del metro, justo debajo de un techito que lo protegía del sol; de seguro había servido para que algún indigente pasara la noche.
Y así sin más me acosté y me dormí. Desperté a eso de las 12:30 gracias a que pasó un tipo en bicicleta muy cerca de mi. me dirigí a casa de mi tía, ayudé a colocar las mesas y sillas, ya que debido a mi tardanza alguien más ya había colocado la lona. Acompañé a un tío al centro y después dediqué la tarde a hablar mal de cualquiera que dijera algo cerca de mí, con eso provocaba algunas risitas de mi hermana menor y severos reproches de mi hermana mayor, sobre todo cuando los comentarios burlones iban dirigidos a un sacerdote amigo de mi abuela… ahh… y también se molestaba bastante con mis comentarios mensos mientras al final del día veíamos “La pasión”… y así regresé a mi casa, encendí la computadora y me rasqué el cuello, con lo cual ahora me da miedo que me hayan saltado encima pulgas del sucio y viejo colchón.
¿En qué carajos estaba pensando cuando me quedé dormido ahí? No quiero sentirme así otro día; siento una ligera debilidad mental,,, tal vez no tan ligera… hoy sólo quiero bañarme inmediatamente y dormir. Ni siquiera tengo ganas de despertar después de eso. Estoy triste, y cuando recuerdo que no tengo motivos para estar triste, me enojo… estoy enojado y triste.

lunes, 10 de marzo de 2008

¿Nacen, o se hacen?



La cara de loco de este bebé es increíble, y más increíble cuando se sabe que ese pequeño de mirada perdida es nada más ni nada menos que el Wittgenstein,,, sí sí,, ese merol!!!


Y ante esta, sólo una palabra: Desconcertante.

(...) o bien: Reflexión dominguera...


El mundo es todo lo que abarca el significado de tres puntos suspensivos entre paréntesis.
El significado de esos puntos se hace explicito al cambiar el sentido ordinario del lenguaje, un cambio de sentido que nos haga olvidarnos del lenguaje mismo.
El lenguaje no es un espejo del mundo, es sólo el cristal sobre el cual se nos dibuja.
La poesía es la piedra que arrojamos contra el mundo.

lunes, 25 de febrero de 2008

...


Toda relación sexual es una agresión. El amor es el único medio por el cual podemos mitigar la violencia originaria del sexo, pero cuando se logra suprimir por completo no se puede hablar propiamente de una relación sexual, sino de una fusión de esencias. “Porque ahora no son dos sino uno.” Este ‘amor pasional extremo’ es el medio más completo para alcanzar la supresión del principio de individuación. Perder los límites impuestos por el propio cuerpo.

Una muy buena conclusión para una buena charla de café.

(Les juro que en el momento la idea surgió con palabras más claras y bonitas,, pero ahora que la quiero reconstruir, éstas resultan un tanto frías… chingaos,,, y me dijeron “anótalo”… pppfff...)

jueves, 14 de febrero de 2008

I used to love shadows and dreams... just like clouds waveing in front of me... not inside of me...



Hoy sólo escribo para poder perderme en las palabras.
Escucharme a mí mismo, ya que ha pasado un tiempo sin que lo haga. Llenar la página en blanco con frases carentes de sentido; llenarla con desbordes de palabras hacia los límites del mundo. Mi mundo. Mi lenguaje.
Hablar de sombras no es hablar de aquellas figuras que se forman al golpear cuerpos con luz. Es hablar de los mil rostros oscuros que no logro iluminar en mi imaginación.
Hoy quiero hablar de arena, viento y lluvia, del mismo modo que hablo de sombras. Quiero evocar a mi espíritu las sensaciones que despertaría un eterno ocaso acompañado de un inagotable viento. Podría perderme en el suave golpe de la arena en mi piel, en su suave danza cuya fuerza proviene del viento. Podría correr por siempre bajo la lluvia, alrededor de un pequeño estanque. Nuevamente el viento presente, las gotas de lluvia cambiando de dirección como un plateado cardumen.

Ahora soy yo quien habla de espíritu, siendo que hace tiempo se lo reprochaba al gran cuentista del espíritu. ¿Un gran delirio báquico? ¿Que puede ser más desbordante que eso? Antes me atraían los principios, las razones, el lenguaje perfecto que evitara los equívocos y sinsentidos metafísicos. Ahora no puedo más que acudir a la poesía en busca de las preguntas correctas, olvidar por completo las razones y principios…

En un lugar a la orilla del estanque resbalé, pero las gotas de lluvia respetaron mi silueta. Ahora creo que sigo corriendo, pero soy sólo el espacio vacío y seco. Mi espíritu se ha diluido. Pero no al modo en que predica aquel que habla de hombres asombrosos y divinos, sino al modo en que las sombras se diluyen en las sombras.

(Cada día me siento más atrapado en la larga fila del pretérito, cuya sombra en el ocaso revela enormes elefantes rubios unidos por cola y trompa.)

sábado, 9 de febrero de 2008

a falta de algo bueno.... algo chingon... jo

algo un poco serio....

algo ya más serio... aunque me gusta más cantada por elvis costello,, pero no encontré un video decente en el que él cantara.....

domingo, 27 de enero de 2008

... ... ...


Tiene tiempo que no sorprendo a mi boca sonriendo torpemente al truncar un largo pensamiento que se funde con las siluetas que pasan ante mis ojos sin que pueda recordarlas, ni a ellas ni al pensamiento.
Ahora sólo encuentro un rostro tenso en la mirada y flojo en la boca. Las mandíbulas separadas y los labios juntos.
Miro un cubo de concreto levemente hundido en la tierra, justo en el centro del patio por donde pasa la gente. Después de uno de esos pensamientos truncados me doy cuenta del estado de mi rostro, pero también de que no miro a la gente pasar, sólo pongo atención a las sombras que resbalan sobre el cubo. Supongo que son de la gente que pasa frente a él. Eso no importa.
- ¿Por qué no quitas esa cara de tristeza?
- Porque no estoy triste.
- ¿Enojado?
- No.
- ¿Alegre?
- … … no.
- ¿Entonces?
El sólo abanicar con la mano como si tratara de espantar a una mosca convence a la gente de que algo “tengo”, y de que no quiero hablar de ello.
Antes me molestaba que la gente se quedara con esa idea, ya que realmente nada me pasa, o más bien no “tengo” nada. Ahora sólo me alegro de poder continuar en silencio.

- “…la hormiga. ¡Toma 5!…”
Parece que cada vez es más común que despierte de un pensamiento truncado que no logro recordar. No logro sentir la soledad de la sala gracias a la voz que proviene de la pantalla. Ni siquiera la blanca superficie de ésta puede hacerme sentir sólo, pero el conjunto de los asientos libres ayuda un poco. Sé que pronto comenzará a llegar la gente y la sala se llenará, así que trato de aprehender la soledad de ésta… sin lograrlo.

Ya se oscurece el recinto, ya se detienen las risas y el murmullo, ya se llena de luz y sombras la pantalla: el mar, un mar oscuro con leves destellos naranjas… pero la emoción por enterarme del papel que jugará el mar en la historia que comienza, se ve truncada por la idea de que en un día esa historia será sólo un pensamiento truncado que no podré recordar.



“And Now for Something Completely Different”:

Adelante a toda despedida, cual si estuviera tras de ti,
como el invierno, que ahora mismo muere;
pues entre todos los inviernos, hay uno tan sin fin
que, pasándolo, íntegramente pervivirá tu corazón…

Sé, conociendo al mismo tiempo la condición del no-ser,
el infinito fundamento de tu íntima oscilación
para que tú la realices íntegramente, por esta única vez.


-Rilke-

miércoles, 9 de enero de 2008


Es común que por las noches, justo antes de acostarnos en nuestras camas para dormir, se presente la necesidad de reflexionar sobre nuestro día, nuestra vida. Es en estos momentos en los que quedamos frente a nosotros mismos, ninguna persona con la cual distraernos de lo que nos molesta, lo que nos falta o sobra; momentos en los que es común vernos rodeados de sombras. Sombras, recuerdos y planes. No podemos tener una visión clara de todo lo que nos rodea, lo único real, claro e inmediato somos nosotros mismos; debe ser por eso que la mayoría de esos momentos son melancólicos. ¿Qué tanto podemos soportarnos a nosotros mismos? He encontrado tiempo para crear esos momentos incluso de día, incluso rodeado de gente, incluso gente que no me es indiferente, que por el contrario me importa demasiado. Pero aún así he preferido hacer de los momentos comunes, momentos melancólicos repletos de soledad y sombras. Puedo caminar por las calles completamente solo, sin pensar en otra cosa que en mi. nada me acompaña más que palabras en mi mente. Incluso he pensado en comprar una grabadora de bolsillo para no perder esas palabras, para no tener que detenerme a media calle para escribir algo que me parece digno de ser escrito. Si no la tengo es porque el ir hablando solo por las calles me parece algo pretencioso, incluso molesto para mi mismo. El celular ha sido de gran ayuda para no perder algunas de esas reflexiones esporádicas y espontáneas; simplemente escribo un mensaje que nunca envío y sólo guardo. Claro que las palabras pueden retener mis ideas y sentimientos para la persona que días después los lee creyendo que es él quien las ha escrito antes, pero para cualquier otra que se sienta ajena a ellas no podrán más que mostrarle mi torpeza al escribir.
Aquí quiero poner algunas de esas palabras que en mi mente sonaban tan bellas al estar acompañadas del sentimiento que las generó. ¿Para qué? Simplemente porque así lo decidí en uno de esos momentos melancólicos, en el que no pude dejar escrito o grabado lo que pensé y sentí, pero que por suerte aun recuerdo un poco.
Caminaba por la calle como a eso de las once de la noche. No podía ver a ninguna persona, simplemente las luces de los coches que pasaban a mi lado; sin embargo no era eso lo que me hacía sentir sólo, ese sentimiento ya lo venía arrastrando desde antes de abandonar el lugar en el que me encontraba antes de salir a la calle, lugar en el que no me encontraba solo. Una frase me cruzó por la mente “somos el sueño de una sombra”. No me preocupé por recordar el contexto en el que escuché, o más bien leí esa frase, simplemente lo apliqué al sentimiento que venía arrastrando desde que comencé a reflexionar sobre mi día, mi vida y mis planes.
Cuando me encuentro en momentos de reflexión mi propia persona parece desvanecerse, no soy sino algo soñado; soñado por aquel que reflexiona en ese momentos. Por el contrario cuando actúo o vivo, no me puedo tener presente a mi mismo en mis pensamientos, me diluyo con la actividad en la que me encuentro. Si platico con alguien, soy la plática, o tal vez el platicar. Quedo siempre oculto ante mí mismo, ya sea actuando o pensando, ya sea viviendo o recordando; incluso al pensar en mi futuro no puedo encontrarme, veo a alguien con mi cuerpo en escenarios distintos a los presentes.
Sea como sea, termino siempre siendo algo soñado. ¿El sueño de quién? De aquel que piensa, desea, actúa, de aquel que siente.
Pero incluso así soy una sombra, ya que sólo puedo encontrar mi reflejo en los sueños.

Pero basta de la reflexión que me llevó a este escrito, es tiempo de recordar los recuerdos de los sueños que quedaron fijados en palabras.

9:05:02 pm.
22/12/2007
Contemplando los breves destellos de luz artificial en las hojas de un árbol, pienso en lo horrible que es la luz artificial blanca. Tan fría, tan sincera, tan artificial. Bajo las viejas lámparas del alumbrado público, de esas que aún pueden encontrarse en las calles de la ciudad de México, los colores se confunden en la noche. Así, una señora dice haber visto que el asaltante vestía de verde, cuando en realidad el color de sus ropas era distinto. Antes de la luz artificial, las mentiras que contaba la noche permanecían ocultas entre las sombras; el hombre moderno puso fin a las sombras, pero lo oculto no apareció, simplemente consiguió un disfraz de sombra. Simplemente se creó la soledad de las sombras que antes se encontraban juntas, que antes eran una sola. Pero ahora con la luz artificial blanca se pierde el disfraz de las sombras y no queda nada oculto, todo brilla con una fingida sonrisa que lastima la vista. Prefiero la luz amarilla, prefiero las sombras. Si todo en la noche se encuentra iluminado, ¿de qué sirve tener noche?, ¿quién nos dirá mentiras?

Debería poner la fecha y hora de lo que viene a continuación, pero mi celular se rehúsa a mostrarla y no puedo recordad siquiera la fecha.

Hay cosas de las que no se habla. El silencio brota del lugar más profundo de la conciencia, aquel lugar del que brota lo único que es sincero en el hombre. Hay un silencio que guarda verdades sin ocultarlas…

Había otros dos mensajes guardados en mi celular que iba a compartir, pero me di cuenta de que no sé por qué los escribí. Son tan personales que incluso el haberlos guardado me parece inútil; así que no había tanto que decir como pensé…


(La imagen me la robé de un blog. No tiene mucho que ver con el post, pero me recordó que en los momentos de los que hablo aquí la soledad puede hacer que sintamos que es posible despegar los pies del suelo, elevarnos unos 3 metros, y regresar al suelo para continuar con nuestro camino… o al menos eso me ha hecho sentir un par de veces.)