sábado, 15 de diciembre de 2007


La simpleza de la vida se escurre como un bálsamo sobre mi cuerpo…
Nada que temer,
Nada que gozar…
Simplemente el sentirse
Sentirse dormido entre sombras que son luces de fiesta.
En un delirio báquico.
No hay que diluirse.. hay que mezclarse con él aunque le corazón duela…

Nada que temer..
Nada que esperar..

Nada que decir…

nada que discutir… soñar.. sentir

nada


nada


nada

una vez más ebrio… y pensando en…
y pensando que es lo peor…
dejar atrás todo,,, y a la vez nada…

dejar que lloren los ojos que no lloran por dolor…
sino por cansancio….

Buena mascara la del cansancio,,,

Dormir y tener como única compañía el hipo, un güisqui y en la mano un cigarro….

y en la boca un suspiro...

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Rastro de Mosca



Todo se vuelve lento.
Lentitud que no permite ver los detalles en las cosas.
Lentitud que hace a las personas que caminan frente a mi pasar sin pasar,
pasar y embarrar tras de sí sus siluetas,
como el rastro en la pared que deja una mosca al ser aplastada.

Todo es lento.
Los detalles se pierden en la mancha que dejan los objetos a su paso.
Rastro tras rastro no puedo ver el continuo en lo amplio.
Parpadeos rompen la trama de la historia.
Mirar todo con los ojos bien abiertos.

Es curioso mirar todo con los ojos del desvelo,
bien abiertos, adoloridos.

Mirar, sonreír, parpadear, suspirar.
Así es el orden de mis actuales días.
Orden que se pierde cuando el cansancio me aplasta como a una mosca.
Mi sombra debe ser el rastro de entrañas molidas que voy dejando al vivir.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Don't dance in darkness



Buenos consejos los del buen Dio...

Don't talk to strangers
'Cause they're only there to do you harm
Don't write in starlight
'Cause the words may come out real


Don't hide in doorways
You may find the key that opens up your soul
Don't go to heaven
'Cause it's really only hell


Don't smell the flowers
They're an evil drug to make you lose your mind
Don't dream of women
'Cause they only bring you down


Don't dance in darkness
You may stumble and you're sure to fall
Don't write in starlight
'Cause the words may come out real

domingo, 2 de diciembre de 2007

Un poco de sana competencia...


(para ver más tarugadas del estilo visiten www.esponjiforme.com)

martes, 27 de noviembre de 2007

domingo, 18 de noviembre de 2007

Incesto


Desde el cielo se pueden ver las montañas,
bajo suaves nubes que ocultan sus encantos.
Fijo mi esperanza en el ocaso y la mirada en la tierra,
en ríos púrpuras apenas iluminados por el sol.
Sus aguas han corrido por tiempo suficiente,
llenando la tierra de vida y muerte,
haciendo del ocaso el anuncio del fin de los cielos.

Ahí está la bella tierra,
llena de vida
y con la mirada cansada.
Perdiendo rápidamente la conciencia.

En este sueño debo ser yo la luna,
aquella luna que espera a que el sol muera para llenar de sombras el mundo.
Para hacer suya a la tierra que descansa
sin enterarse de que la luz lunar se ha filtrado entre las nubes
y ahora se posa suavemente en las montañas,
y a ratos en los valles.

Roza a la tierra la luna con sus rayos temiendo el regreso del sol,
temiendo el castigo que se le impondrá por acercarse a su hermana.
Pero no sólo teme la luna,
también goza al sentir con sus rayos de luz un cuerpo desnudo.
Un cuerpo prohibido para ella.

La tierra nunca descansa,
sólo cuando durante el día las aguas de sus ríos se tornan púrpuras
puede la luna acercarse a ella.
Recorrer su superficie sin ser notada,
revolcarse en el pecado placentero,
en aquella afrenta al sol y a la tierra misma.



-Foto de J.M.Bonilla-

Leyenda


Un niño entra en una cantina. Música, humo, llantos, risas… todo se mezcla con el olor del tequila. Sus pies tocan el piso y avanzan hacia el interior mientras provoca sonidos al despegar la suela del zapato del pegajoso suelo. Avanza esquivando codazos y recibiendo baños de alcohol que caen de los vasos de aquellos que ríen, lloran y brindan. Por fin lo ve. En la barra puede verse a un hombre dormir. Tiene una mano entre la barra y su frente; la otra sostiene con firmeza su última copa. Ya ha perdido todo el dinero que le quedaba. Se acerca a él el niño y lo toma suavemente del brazo. El hombre despierta, mira al niño, lanza una mirada a su alrededor hasta que ésta termina fija en la copa que aun queda en su mano. La bebe de un sorbo y emprende el camino a casa apoyado en el hombro de su muchacho. No es de noche, no es de día, no hay forma de saber la hora. Sólo las sombras en las calles, sólo las cansadas luces de los faroles. La distancia entre la pareja y la cantina crece a la vez que el silencio. Ni un ruido, sólo los torpes pasos del hombre por el camino empedrado le indican al niño que no se ha quedado sordo. Se detienen. El pequeño niño ya está acostumbrado a su tarea, así que no le sorprende que su padre quiera tomarse un momento para respirar, descansar, vomitar, o cualquier otra cosa. Pero esta vez es distinto. La mirada del hombre no está perdida. Mira fijamente la oscuridad al fondo de un callejón. “¿Crees en fantasmas?”, el niño no se preocupa por entender la pregunta, siempre tiene en su mente la frase de su abuela “a palabras de borracho, oídos de cantinero”, así es que contesta con un rotundo e indiferente: ¡No! ¡Ya vámonos! Pero el padre no avanza, tiene la mirada fija en la oscuridad del callejón. “Ayer vi a una mujer ahí dentro… arrastraba a un niño. Ya la han visto por esta parte del pueblo…” ¡Vámonos! El niño no tiene miedo, quiere llegar a su casa a dormir. Él ya ha visto al niño y le han contado sobre la mujer que lo arrastra. Pero cómo pensar en fantasmas si él lleva a uno del brazo. Nadie espera al niño y al padre en casa. La madre ha muerto. Nadie en el pueblo se interesa por ellos. Con la soledad brotándole del corazón, el niño espera que algún día la leyenda del pueblo no sea la de la señora que arrastra a un niño, sino la del niño que arrastra a su padre borracho por las calles, entre sombras y a la luz de los faroles. La leyenda de un hombre sin sombrero y un niño sin vida. Sabe que es la única forma en que le está permitido desear la muerte.

Si la noche se pusiera más oscura,
no encontraría ni un sol en ella.
Si las estrellas quisieran brillar más,
las apagaría con una sola mirada.

Si intentara correr con la locura en la mente,
con el dolor y la alegría tan amargamente mezcladas,
No podría.
Simplemente no puedo,
siempre tengo que buscar algo más allá de las lágrimas.

Con la espalda contra la hierba,
siempre tengo que buscar
más allá de las hojas iluminadas en cada rama,
en cada árbol.

Y que me lleven las sombras,
y que me escupan en el rostro,
¿Qué más necesito para sentirme vivo?

Y púdrete, pequeña luna, en tus encantos.
No me regales un beso.
No lo quieres.
No me hables.
Olvídame aunque te busque.

Y que esta noche hable el odio.
Y que esta noche hable el olvido
y la desesperanza.

Siempre tengo que buscar
más allá de las hojas iluminadas en cada rama,
en cada árbol…
hacia el cielo oscuro
y las demás ramas entre sombras.

sábado, 17 de noviembre de 2007

La velada del Diente de León


Ahí está ella de pie ante el público. Su mirada intenta evadir las miradas curiosas que intentan ver más allá de sus ropas.
Nunca le fue fácil tocar públicamente. Se sentía indigna de la atención de las demás personas, de desconocidos que esperan, escuchan y aplauden. Pero ahí estaba, mirando al vacío, mirando las siluetas cubrirse por sombras que su mirada ponía entre ellas. Tomo asiento frente a su instrumento, colocó la partitura en él y sus manos también. Respiró profundamente y dejó que sus dedos danzaran bajo el brillo de las miradas ajenas. Así se olvidó de la gente. Ahora sólo existen ella y el instrumento; aunque no son dos cosas sino una, ambos se diluyen lentamente hasta ser sólo música.

Pero la música comenzó a ser rodeada por sombras y destellos, fantasmas que aguardaban el más leve titubeo ansiando una gran caída. La música se sentía desaparecer, convertirse en mujer e instrumento de nuevo. Y en esa lucha de tenciones se encontraba esa mágica conciencia hasta que dos fantasmas cobraron rostros. Murió la música y sólo quedó una mujer, en una sala, frente a un instrumento. Sentados entre los ajenos se encontraban el esposo y el amante. Ni una sola silla los separaba, juntos la miraban. Ambos teniendo por objeto de visón aquél mismo que del corazón tenían.

Palideció. Todo parecía haberse detenido pero, de entre el público, sólo aquellos que menos atentos a la música se encontraban pudieron notar algo; sólo aquel leve palidecer en el rostro de la intérprete.

Siguió tocando. Volvieron las sombras, los destellos y fantasmas, pero los rostros de aquellos dos permanecieron distintos y atentos, impidiendo que regresara la música, sólo la interprete, el instrumento y la danza mecánica de los dedos que obedecía a los signos en la partitura.

Terminó el concierto, terminó la farsa y la danza. Los ajenos aplaudieron… los distintos hicieron lo mismo mientras intercambiaban opiniones, susurros y palmadas en la espalda. La música muere y las cenizas forman una intérprete, la intérprete se separa del instrumento y queda una mujer caminando entre sombras hacia sus hombres, esquivando saludos, halagos y aplausos; con la mirada perdida, con el corazón escurriendo. Sus pasos se vuelven lentos y pesados mientras más se acerca a sus amantes. Pareciera que las metamorfosis que ha sufrido hubieran dejado su cuerpo exhausto. No se imagina que aun le faltan varias mutaciones. Pondrá sus labios en los de su esposo, los pondrá luego en la mejilla del amante sin contrato. Y así, con el corazón chorreando y el cuerpo desfalleciendo no será mas una mujer: pequeño fantasma perdido entre sombras, pequeña daga ligera colgando del péndulo de un viejo reloj. Únicamente un diente de león bailando entre brisas encontradas, sin decidirse por cuál de ellas dejarse deshojar.

No pudo más. Dejó a los vientos rozarse en su ausencia, pidiendo tiempo para retocar su rostro. Caminó de nuevo entre sombras, palmadas, miradas, llamadas que no hallaban respuesta. Cruzó la puerta y caminó hacia el espejo. Miraba su rostro mientras juntaba suficiente agua en sus manos, suficiente como para limpiar perfectamente el espejo, como para que su rostro se borrara de él. Enjuagó su mirada para confundir las lágrimas con el agua, pero no pudo hacer desaparecer del espejo su rostro, aunque sí de su corazón la duda.

Salió del baño. Volvió a evadir al público que seguía rondando por los pasillos del edificio. Llegó con aquellos que la esperaban en una plática incómoda; y en ese mismo momento ignoró el contrato y la ausencia del mismo. Ahora no distinguió entre el amante legal y el bandido.
Montó en cólera el portador del contrato mientras que el otro hombre palidecía sin poder explicarse lo sucedido. Pronto las palabras brotaron de los labios aún húmedos de los amantes; insultos, mentiras, miradas fulgurantes. Rápidamente el espectáculo de los amantes se vio rodeado de sombras y miradas curiosas.

Mientras tanto, ella caminó de nuevo entre sombras. Subió las escaleras hasta el último piso dispuesta a enfrentar su última mutación. Una fuerte brisa era ahora su público, los destellos que antes fueran las miradas entre sombras, ahora sólo eran las luces veloces que recorrían el asfalto.
Había hecho del vacío su instrumento.

-Charles Macdowell-

viernes, 16 de noviembre de 2007

je retournerai, mais non bientôt…


Je reviendrai, avec des membres de fer, la peau sombrée, l'oeil furieux...

Iré allí y volveré con los brazos de acero, la piel oscura y la furia en los ojos...

Le combat spirituel est aussi brutal que la bataille d’hommes.

Toutefois, je dirais, comme la bataille entre des hommes et femmes,
ou mieux encore, entre aimés et amants.


Siempre tengo que buscar
más allá de las hojas iluminadas en cada rama,
en cada árbol…
hacia el cielo oscuro
y las demás ramas entre sombras...

En toda mujer de letras hay un hombre fracasado...

Je reviendrai…

jueves, 15 de noviembre de 2007

me regalaron un libro!! =)

24 abril del 2007

Se detuvieron mis ojos
ante un cielo negro,
sin luna,

La mirada de mis ojos
tocó la soledad
sin encontrar los sueños.

Se detuvieron mis ojos
ante un vientre vacío:
tierra baldía, mar sin el agua.

¿A dónde ir
si no se puede volar?

La mirada de mis ojos
se detiene
ante el vacío de mi alma.

-Rubén Alfonso Dávila-

miércoles, 14 de noviembre de 2007

102 preguntas inutiles que me alegraron la noche.

1. Nombre? Juan Francisco
2. Por quien te dieron ese nombre? A mi madre le gustaba el nombre Juan y mi padre se llama Francisco
3. Le pides deseos a las estrellas? No.
4. Cuando fue la ultima vez que lloraste? Mm… hace un mes.
5. Te gusta tu letra? Algunas veces, pero son pocas.
6. El pan te gusta con que? Que pregunta tan rara, por no decir tonta. Pero me gusta con carnes frías y aderezos.
7. Cuantos hijos tienes? Ninguno.
8. Nombres para tus hijos? Ni idea… tal vez Arturo, pero que su madre decida.
9. Si fueras otra persona, seri as tu amigo? que amigo?? No.
10. Tienes un diario de vida? Sí, aunque no llevo mucho con él.
11 .Eres Sarcastico? No creo.
12. Saltari as con paracaidas? Gratis, claro.
13. Cual es tu cereal preferido? Nunca como cereal.
14. Te desabrochas los zapatos antes de sacartelos? No.
15. Crees que eres fuerte? No.
16. Postre Favorito: Gomilocas Chesquitos.
17. Cuanto calzas? 8.5 ó 9.
18. Rojo o Rosado? Rosado (no hay vino rojo).
19. Que es lo que menos te gusta de tu fi sico? Mis uñas.
20. A quien extrañas mucho? A todos mis amigos, casi no los veo.
21. Te gustari a que todos a quienes les enviaste este mail te lo respondan? No se lo envié a nadie.
22. Que color de pantalones y zapatos tienes puestos? Azules, azules.
23. Lo ultimo que comiste hoy? Un dulce llamado ‘Mangomis’.
24. Que estas escuchando en este momento? Vow de Garbage.
25. Que cancion te gustaria que te dedicaran? No one like you de Scorpions.
26. Tus colores favoritos? Negro, morado, verde.
27. La ultima persona con que hablaste por telefono? Changos,,, no me acuerdo, nunca hablo por teléfono, lo odio.
28. Lo primero que le miras al sexo opuesto, que te gusta? El estilo.
29. Como te cae la persona que te envio esto? Chido.
30. Trago favorito? Cerveza, pero como no es trago en sentido estricto,, mm.. pues whisky.
31. Deporte favorito para ver por tv? Ninguno… surf tal vez.
32. Color de Pelo? Negro.
33. Color de ojos? Negro.
34. Comida favorita? Imposible de responder.
36. Peli cula de terror o final feliz? Terror.
37. Ultima peli cula que viste en el cine y con quien? Oliver Twist, solo.
38. Di a Favorito del año? Nunguno en especial, aunque en navidad siempre hay de todo, risas, llantos, golpes, chupe, café, etc...
39. Invierno o verano? Invierno.
40. Besos o abrazos? Abrazos y besos.
42. Quien crees que te respondera? Nadie, como ya dije no lo envié.
43. El que menos crees que lo hara? Pppfff…
44. Que libro estas leyendo? ‘El nacimiento de la tragedia’/Nietzsche, ‘Obras completas’/Trakl, ‘Tractatus logico-philosophicus’/Wittgenstein, ‘Caudal de plata’/Alfonso Dávila, ‘Tratado teológico-político’/Spinoza, ‘El ser y el tiempo’/Heidegger, creo que ya, y también creo que debería estarlos leyendo en lugar de responder tarugadas.
46. Que viste anoche en la tele? Dr. House.
47. Rolling Stones o Beatles? Beatles.
49. Eres feliz? Si eso significa que no cambiaría mi vida por otra, pues sí, pero es complicado definir la felicidad.
50. Cuando cumples años? 4 de septiembre.
51. Que quieres ser de mayor? Mmm… pues muchas cosas.
52. Apodo: Yedra, yedrita, y un tarado me dice ‘chino’.
53. Edad: 22.
54. Lugar de nacimiento: D.F.
55. Signo del zodiaco: Virgo.
56. Estado civil: Soltero.
57. Equipo de futbol: ninguno.
58. Profesion: estudiante.
59. Un dibujo animado: Homero, Gir, etc.
60. Una película: pues hoy vi ‘El discreto encanto de la burguesía’.
61. Una fruta: Durazno.
62. Lugar de Vacaciones: Vallarta.
63. Un lugar de luna de miel: Cualquier lugar con mucha nieve.
64. La mujer mas linda: ¿Linda, guapa, sexy, bonita, buena, apetecible, atractiva? Las diferencias son muy grandes. pero así, linda tal cual... hay una chica muy linda en mi clase de metafísica, no es guapa, no es bonita, no es atractiva, sólo es linda... y pues no sé cómo se llame.
65. Peor defecto de una persona: que sea estúpida.
66. Mayor virtud de una persona: que no tenga arrepentimientos.
67. Un buen recuerdo: un camino empedrado de noche mientras llovía.
68. Que te hace llorar: depende de la situación porque sólo lloro cuando quiero, entonces puedo escoger.
69. Que te hace reir?: lo absurdo.
70. Que no perdonarías nunca?: que me mataran, todo se puede perdonar mientras se esté vivo.
71. A quien odias?: a nadie.
72. Te casarías?: sí.
73. Tendrías hijos?: sí.
74. Cuantos hijos tendrias?: eso no me interesa, aunque 3 es un buen número.
75. A quien le darias un beso si lo tuvieras al lado tuyo?: a nadie.
76. Alguien a quien le debes mucho: ¿deber? Creo que a nadie, aunque en cierto sentido a todos los que conozco.
77. Insulto que siempre tienes en la punta de la lengua: Tarado.
78. Seven up o Sprite?: Sprite.
79. Tienes buen humor?: eso creo.
80. que te pone de mal humor?: casi nada, bueno, la gente tonta.
81. Te emborrachaste alguna vez? Jajaja… ¿qué clase de pregunta es esa? No lo hago tan seguido como quisiera, pero sí seguido.
82. Tomas? Solo en compañía.
83. Fumas? Si, según yo mucho.
84. Los amigos son para siempre?: el cariño por los amigos sí.
85. Hay alguien enamorado de vos?: no lo creo.
86. Eres muy criticon?: sí, aunque no en voz alta.
87. Eres tierno?: más bien cursi.
88. El día o la noche? Noche. Pero también se puede dormir de día.
89. Tienes paciencia?: demasiada.
90. Alguna vez has faltado a clases solo porque estaba lloviendo? Creo que no, pero falto mucho sólo por tener sueño.
91. Que color de ropa interior traes puesto? Negro y azul.
92.Aparte de tu familia y amigos, amas a alguien en especial?: sí.
93. Eres celoso(a)?: no.
94. Cafe o te?: café.
95. Has mentido en algo: claro, pero llevo muchos años sin mentir.
96. Eres ordenado(a)?: no.
97. Gato o perro?: perro, guácala los gatos.
98. Mar o montaña?: los dos.
99. que mas te gusta hacer?: estar con mis amigos, aunque nos la pasemos viéndonos las manos.
100. Tu mayor secreto: tengo secretos, pero con la pregunta adecuada pueden dejar de serlo. Me gusta pensar que no tengo nada que esconder.
101. Universidad?: UAM
102. Algun deseo a tus amigos: que vivan como gusten y que mueran lenta y dolorosamente, o drogados.

lunes, 12 de noviembre de 2007

¿Canto al mundo?

No le cantaré más al mundo
ni a mi alma le entregaré una mirada profunda.
¿Por qué no podemos confundirnos con la hierba de los bosques?
Ser luz bajo luz, sombras entre sombras.
¿Qué pecado nos ha traído la condena del despertar cada día con conciencia?

Siempre somos luz sobre sombras y,
cuando sombras somos, nos hayamos más a gusto por ser lo desagradable,
lo que hiede.
Si hojas somos, hay un árbol que no…
Si el bosque entero somos, mares y desiertos nos rodean.
Somos pues presas de la condena al deseo incolmado,
incolmable.

Sí…
Hay infierno…
Pero se nos debe permitir salir de él de vez en cuando
para que el sufrimiento sea real.
Mundo, infierno, cielo, condena… todo es lo mismo.
No se necesitan niños en el infierno,
no por su presencia arden más fuerte las llamas.

Mientras tanto, aquí en el mundo la gente ríe y la gente llora,
y esto me revuelve las entrañas, me repugna.
Una mirada amistosa de un desconocido es igual de desagradable que una seña obscena.

De ser sinceros, gritaríamos con cada amanecer:
¡Que se acabe el mundo! ¡Que se mueran todos!

Y me reconozco en la mirada amistosa,
Y mi reflejo veo en el dedo levantado,
soy risa y soy llanto,
soy yo mismo ese hediondo y repugnante mundo.

Esto es lo que dice el discípulo de aquel hombre divino y aquel otro asombroso,
sentado entre las tumbas de aquellos pocos que han sabido llenar dignamente las páginas blancas,
que han sabido imprimir el mundo en el corazón de los hombres.

Eso ha dicho y esto hay que hacer:
El suicidio tendrá que venir por el acero,
mas no por el desangramiento.
El suicidio real exige que el hombre cercene sus genitales,
así habremos muerto para el mundo,
así podremos dejar de dedicarle cantos, suspiros y llantos.

martes, 6 de noviembre de 2007

Estupendo Dolor


Esta noche no buscaba un recuerdo,
simplemente llegó sin él mismo querer llegar.

Hablar de años de distancia revuelve el estómago.
Y pensar que sigo siendo el mismo,
que sigo teniendo los mismos sentimientos y palabras para ellos.
*ESTUPENDO DOLOR*
tan lejos veo ese título de un viejo poema;
tan cerca veo las palabras y los empolvados sentimientos.

Siete años… y no he crecido nada.
Siete años…

Veo rostros, recuerdo nombres sin rostro,
todos ellos acompañados de una aroma a soledad y distancia,
distancia temporal y espacial.

Laura, Soy Mía, Canadá, México, Andrés…
Podría seguir reuniendo las palabras que me vienen a la mente;
la verdad es que no las quiero recordar, pero ¿cómo no hacerlo?

Hoy encontré un pedazo de mí en Internet,
En una página que se llevó mis reflexiones y lamentos nocturnos;
Como si después de una guerra pudiera uno recorrer los campos para juntar sus propios pedazos…
yo encontré un pedazo de mi dedo meñique del pie,
sólo el título de un poema que escribí hace mucho;
estaba dentro de otro poema escrito por alguien más,
y mi nombre junto al de muchos otros en el título de este último poema.

En fin, el recuerdo y la nostalgia que se aparecieron hoy, también se ganaron un post...

lunes, 5 de noviembre de 2007


de todo lo que he estado haciendo esta noche, dibujando, leyendo, escribiendo… lo único que me sale bien es fumar…
regresó el insomnio; ya lo esperaba con los brazos abiertos…
la imagen es un pequeño error al escanear uno de los dibujos,,, ya se imaginarán mi alegría al descubrir que tenía escondidos 200 pesos en el escaner…
¿alguien gusta chelas…?

domingo, 4 de noviembre de 2007


Cuando estoy contento y solo, me siento tonto.
Cuando estoy triste y acompañado, me da miedo...
pero hay algo en ese miedo que me atrae,
tiene un sabor a crimen infantil…

miércoles, 31 de octubre de 2007

Canción nocturna del Dolor

Por la mañana cantan las aves
brilla el rocío, brilla el sol con su estúpida sonrisa.
Asesinos del suspiro que de las sombras nace,
apenas se asoma al mundo, cuando este mismo lo apaga.

¿Quién quiere escuchar el dolor de un suspiro?
Sólo la noche lo entiende,
sólo las sombras lo abrazan.

Brilla el sol, seca la herida,
cantan las aves, silencian el gemido,
brilla el rocío, congela las lágrimas.

No son bálsamos refrescantes.
No son píldoras calmantes.
La herida, aunque seca, está abierta,
el gemido, aunque en silencio, se mantiene en la garganta,
las lágrimas, aunque suspendidas, se mantienen en los ojos.

Sólo la noche lo entiende,
sólo las sombras lo abrazan.

¡Corre libre entre las sombras dolor de mi corazón!
¡Vuela libre hacia la suave luz lunar!
¡Grita tu nombre al helado viento!
Que toda la noche lo escuche…

jueves, 25 de octubre de 2007

Sombras, mujeres y luna.


Cierta noche un hombre temblaba,
Misma noche en la que dormía y soñaba.
Soñaba que era un cachorro y que su madre a él lo bañaba,
Con saliva su pelaje limpiaba al mismo tiempo que intentaba
Enseñar al pequeño lobo, por qué no aullar a la luna.

Cachorro y madre la luna miraban,
Tan grande, tan de lejos, ella también les miraba
Las nubes se escurrían hacia el horizonte mientras la luz de la luna las pintaba.

La madre explicaba, sufría y aullaba.
El cachorro escuchaba, lamía e ignoraba
La razón por la que un lobo, a la luna aullarle querría.

El cachorro murió
Y sobre su tumba, un lobo sólo quedó,
Sobre dos tumbas el lobo nació
Murió la madre, murió el cachorro y así el gran lobo entre sombras danzó.
la luz de la luna el gran lobo al bosque presentó,
en cada criatura y en cada rincón,
una expresión de miedo se dibujó.

Y el lobo gozó viendo su temerosa figura,
Proyectada hacia el valle con la luz de la luna.
Miró su sombra, miró la luna,
Pensó en su madre y lamió su cola.

Cachorro, madre, lobo y luna
Sintió bajo sus patas una sola tumba.

Aquel gran lobo, terminó aullándole a la luna.

Se estremeció el bosque, se estremeció el hombre.
Desapareció el primero y el segundo despertó.
Se encontró temblando y avivó el cansado fuego,
Y él, igual de cansado, junto a éste se recostó.

Ya duerme el hombre, reaparece el bosque.
Ahora sueña que es un hombre y que ama a una mujer.
Corre por el bosque la mujer, y la luna ilumina su correr.
¡Qué bella imagen! Piensa el hombre.

Se escurre entre ramas y espinas para ver más de cerca a la mujer.
Brilla como nunca la luna y el bosque se vuelve a estremecer,
Horror refleja el rostro de la mujer,
Se encuentra huyendo de su sombra y golpea la tierra con sus pies.

Lloran sus ojos y sangran sus pies,
Ve en su sombra una sonrisa y son colmillos de demonio lo que ve.
Lanza un grito y echa a correr.

Se estremece el bosque, se estremece el hombre,
Éste despierta, aquel desaparece.
La noche no termina, el fuego ya no brilla…

Ya el hombre no dormirá.
Temblará.
Soñará.
Amará.
Pero nunca más dormirá.

Sombra y luna temeroso evitará.

martes, 23 de octubre de 2007

ayer...


En un café, con filósofos, medio distraído, música ambiental y, de repente: ¡qué pinche rola tan cabrona!... bueno, no lo dije, emití un sonido, combinación de un 'tssss' y un 'uuyyyy'... pero rápidamente cerré la boca… ¿que por qué no lo dije y por qué me callé? Sencillo: hubiera llamado la atención hacia mí y cualquiera podría haber notado que no ponía atención a la plática… preferí guardarme el comentario y escuchar sin que nadie se diera cuenta… y así escuché una excelente canción mientras miraba fijamente a una desconocida que me hablaba de algo sumamente aburrido… y todos felices…

domingo, 21 de octubre de 2007

Una imagen triste...


Chafa! chafa! Pero lo escribí el jueves; no lo guardé porque se fue la luz… y me sorprendió encontrarlo entre los documentos recuperados,,, así que lo comparto por no ir en contra del destino que quería que no se perdiera… jojo…

Una imagen triste

Buscar algo cuando el ocio nos ha vencido.
Una imagen triste para perderlo todo,
para soñar despiertos lo que en sueños ya no llega.
Recorremos el horizonte, para sentirnos vivos,
en busca de esa imagen que nos recuerde el olvido.

Una lágrima de bolsillo, vieja foto de un sueño perdido,
buscamos lluvia, buscamos el frío,
durante el día sombras buscamos.

Una imagen triste para dejar de pensar.
Para recordar lo perdido,
para ahuyentar lo esperado,
para perder lo obtenido.

Una imagen triste que niegue a Dios,
que nos parta en dos.
En una luz y una sombra.
En despedidas y reencuentros.
En besos y mordidas.

jueves, 18 de octubre de 2007

Lamentate / Arvo Pärt


Da pacem domine

Los demonios invocados en la noche no han dejado de ser eso,
pero ahora sus semblantes reflejan cansancio,
cansados están por haberme torturado la noche entera.
Ya no me lanzan los gritos chirriantes, ya no los entierran en mi corazón.
Parecen alejarse mientras cantan a las sombras que los llaman.
La noche ha terminado, la calma lo domina todo.

Minacciando

Imagino trompetas a lo lejos,
trato de olvidar que son aves las que me cantan al oído.
Pareciera que este no es un amanecer como los otros.
En la noche apenas pasada el río corrió, se desbordaron sus aguas y hoy…
quedan pequeñas piedras verdes abandonadas a su alrededor.
Ahora el río ha quedado inmóvil, sus aguas han dejado de correr.
Ahora son tambores los que golpean mis tímpanos, violines que,
en su desesperación,
reflejan el andar tortuoso de mi alma la noche anterior.
Pequeñas gotas intentan empujar hacia el río las piedras a modo de consuelo.

Spietato

Parece que las aguas del río vuelven a abandonar su cause.
De las sombras los demonios reaparecen.
Nuevamente sus chirridos comienzan a anunciarse,
pero se ven silenciados por los truenos que en el cielo anuncian a coro la tormenta.
Entre chirridos y truenos puedo escuchar esas pequeñas gotas consolantes que intentan regresar al río las piedras.
Un magnífico estruendo lleva todo a la calma.

Fragile

Retiro de mi rostro mis manos temblorosas y espero asustado a que algo suceda,
a que algo comience de nuevo a golpearme.

Pregando

Todos se han ido menos las pequeñas gotas.
Mis manos aun tiemblan y ahora las han imitado mis piernas.
Intento olvidarme de mi cuerpo adolorido.
El río nuevamente en calma,
las gotas no golpearán más las pequeñas verdes piedras.
Las nubes se han ido, el sol calienta mi piel,
pero sólo para avivar el frío nocturno que aún recorre mis huesos.
El sol pareciera haber notado que su calor desprecio y se retira indignado y molesto.
Elevo mis manos al cielo para llamarlo,
pero ha decidido no tocar más mi piel,
es inútil.

Solitudine

Las gotas han notado que es mi corazón el que sufre.
Ahora también ellas me han abandonado.
De nada sirve golpear las piedras.
De nada sirve acompañarme en la tormenta.
El río está en calma, y aún así lo siento recorrer mi corazón,
acariciar cada rincón con sus helados brazos.
Abrazo mi cuerpo.
¡No puede ser que esté solo!
Escucho de nuevo el canto de las aves que parece por momentos ser chirridos de demonios.
Pero este canto no es el de las aves, lo siento cerca.
Es el sonido del palpitar de mi corazón,
la única música que ahora me acompaña.
Ese latir no es seco, es más bien un débil lamento.

Consolante

No necesito las gotas, ni a las piedras ni al río, ni a la tormenta ni al sol, ni a los demonios.
Me basta con mi corazón.
Ese llanto que se eleva hasta tocar mis pensamientos.

Stridendo

¡No necesito a nadie! ¡Los maldigo a todos!
Comenzaré a cavar una tumba.
De aquí nadie me moverá.

Lamentabile

No…
Mis manos no pueden seguir cavando.
¡No quiero morir aquí!
¡Que regrese el sol!
¡Que regresen mis amadas gotas!
Mi mirada corre de un lugar a otro.
¡Alguien debe poder verme!
Pero sólo hay silencio.
Caminaré hacia el río, abandonaré mi tumba.
Siento más frío mientras más me acerco al río.
Todo lo que hay en el bosque parece querer ignorarme.
Ni siquiera el viento corre a mi alrededor.
Todo es calma, es mi destino vagar solo.
La calma parece no terminar nunca.

Risolutamente

Avanzo sin rumbo, sin mirar atrás.
No me doy cuenta que el bosque entero me sigue de cerca.
Apenas nacidas de mis pies las huellas,
el río las llena.
Un aire helado y atroz de repente me rodea y me obliga a tumbarme en la tierra.

Fragile e conciliante

Ahora todos me miran, me miran temblar de frío,
me miran yacer en el suelo, me miran llorar sin consuelo.
El mundo ha tenido suficiente de mi,
pero aún así me abraza sonriendo.
Mi sonrisa no puede ni debe despertar.
Nuevamente en calma me pongo a cavar.
Ahora es sólo un pequeño agujero en la tierra,
esa húmeda tierra que parece extenderme un consuelo.
La pequeña tumba está terminada.
Coloco en mi pecho mis manos para ahuyentar el frío, para sacudirme la tierra.
Hasta que ya sin tierra pero aún con frío, tomo con ellas mi corazón y lo entierro como sólo una madre a su hijo entierra.

Camino hacia mi tumba y todos me miran.
Mis pasos son lentos, mi mirada perdida.
¡Por fin descansaré!
Un árbol extiende una rama para cubrir con tierra mi cuerpo.
Este será el último dolor, la última caricia que este mundo a mi cuerpo le entregue.

martes, 16 de octubre de 2007

Perdiendo el tiempo en las sombrillas de la escuela…



La foto ya es vieja, pero ahí debería haber unas bancas con sombrillas, en fin, ahí andaba con un café que no sabía a nada, con un cigarro chafa, esperando una cita cualquiera:

Lleno mi corazón con pensamientos,
vacío con vacío.
No es necesario dale a beber veneno a un moribundo.
Pero yo lo hago.

********************

Habiendo perdido la vida en un sueño,
todo el aire del mundo en un suspiro ligero,
sin pedir nada a cambio, sin gozar en silencio,
la noche que es mi vida la he pasado gimiendo.
Sólo soñando, sólo durmiendo.

Esperando un despertar que sólo imagino desierto.
No he esperado nada del sueño...
en las aguas del tiempo no he dejado un recuerdo.
No desbordará el río por mis lágrimas,
gotas de sangre no tornarán rojas sus aguas.

¿Qué somos sino la sonrisa del tiempo?
El sueño de una sombra, la burla de un recuerdo.

*******************

Si me sueñas, soy tu sueño,
y todo ello, mi sueño.
Si despiertas no me entero,
que de despertares no entiendo.
Que si el sol brilla, que si el sol hace,
de tu cabello un incendio, de tus ojos un desierto;
de esto no sé, porque el sol me es ajeno.

********************

por cierto que ya está listo el post sobre el disco Lamentate... pero algo me dice que no lo ponga.... ya veré luego...

sábado, 13 de octubre de 2007

Y mi némesis sigue haciendo de las suyas!!


Ganador del premio “Juego Matemático”...

Algún día habrá una foto que diga “Juan Francisco Yedra Aviña ganador de...” y entonces va a ver quién es quién!!

martes, 9 de octubre de 2007

Hoy...


Hoy el día comenzó a las 6:47 am. fue raro el no tener ganas de dormir otro rato, pero sólo por seguir la costumbre permanecí más tiempo en la cama. De repente comienzo a escuchar lo que al otro lado del mundo había ocurrido el día de ayer, pero en francés, “debo estar soñando…” pero no, es el radió que se ha activado con la alarma de las 7.
Ya en la escuela algo se decía de la mmm… ¿Teoría pictórica?... en fin, “Wittgenstein’s picture theory.” Un ejemplo sencillo: en una línea que representa un contínuo, en un punto se dibuja un triángulo y bajo él se escribe “e1”, en un punto posterior se dibuja el mismo triángulo y bajo él ahora un “e2”. Mi mente no está para la filosofía, pero aún así hago un esfuerzo por concentrarme y pienso en el inconveniente de ejemplificar un “estado de cosas” (e1, e2… en) con algo que es más bien susceptible de ser tomado como un objeto (Sachlage, Gegenstand), en éste caso el triángulo. En ese momento: “¡Yedra! Explícanos por qué…. ¿?... mis labios se abren para responder, pero miro al pizarrón y en él ya no está sólo la figura del contínuo, sino que se le han agregado varias cosas, en su mayoría números. Aún con la boca abierta trato de entender rápidamente de dónde han salido, pero me doy cuenta de que dejé de ponerle atención al profesor hace tiempo, y de que, ahora, ya no puedo ni recordar la pregunta que se me hiciera. Lo siento… la verdad estaba distraído… la clase continúa y ahora ya no entiendo ni de dónde salió eso del contínuo, intento buscarlo en el libro y fracaso.
Para la clase que sigue, un café me ayudará.

Por fin en mi casa. Habiendo ya comido, entro en mi cuarto dispuesto a leer. Tomo el libro de Ewen, “primero despejar la mente y luego ya a darle duro a la filosofía…”
5, 10 minutos han pasado desde que empecé a leer, El crítico ve a Brecht vaticinando proféticamente los “juicios sumarios de expurgación y el comunismo stalinista” de Moscú. Otros, como Herbert Lüthy, lo perciben como “un monje más preocupado por el hábito, caminando por la playa, perdido con la luz del atardecer que parece incendiar el mar lanzando hacia él flechas ardiendo, el monje en la playa toma un camino que…

¿Qué demonios estoy leyendo? ¡Maldito parpadeo! En fin: … como Herbert Lüthy, lo perciben como “un monje más preocupado por el estilo y la sotana que convencido de sus ideas y quizás por tal razón, capaz de escribir La medida, el más importante –por no decir el único- drama bolchevique.” El periodista Willy Haas escribió: ese monje se veía bien tranquilo, a ver cuándo veré de nuevo un atardecer en el mar…

¡Ya! ¡Decidido!, si no puedo leer esto menos voy a leer a Schopenhauer. Dormiré un rato.

Desperté 4 veces entre las 7:44 pm. y las 7:57 pm. Y al despertar sentía:

¿quién soy?... ¿dónde estoy?... Brecht… ¿es de día o de noche?... mm 7:44… ¿ya es tarde para ir a la escuela?... No, puedo dormir otro rato.

¿quién soy?... ¿dónde estoy?... Brecht… ¿es de día o de noche?... mm 7:49… Ya había despertado antes… ¿ya es tarde para ir a la escuela?... No, puedo dormir otro rato.

¿quién soy?... ¿dónde estoy?... Brecht… ¿es de día o de noche?... mm 7:55… Ya había despertado antes… ¿ya es tarde para ir a la escuela?... No, puedo dormir otro rato.

¿quién soy?... ¿dónde estoy?... Brecht… ¿es de día o de noche?... mm 7:57… Ya había despertado antes… ¿ya es tarde para ir a la escuela?... No, pero tengo tarea que hacer.

Ya despierto, las sensaciones presentes en esos despertares me persiguen, sobre todo el no entender qué pasa y, más extraño aún el que sea el nombre ‘Brecht’ el que me haga recordar qué pasa conmigo.

lunes, 8 de octubre de 2007

Y terminé enojado conmigo mismo...


-Art on canvas by Elephant-


...nos urgía la prisa de ser grandes,
en parte por amor a los que lo eran
y otra cosa no tienen que ser grandes.
En nuestro andar a solas, sin embargo,
nos henchía el placer de lo que dura
y estábamos ahí en el intervalo
entre mundo y juguete...

-J. M. Rilke-



Sin título

Nuestra tranquilidad infantil ya no es fecunda
Amamos la ausencia que en nosotros es espera
Llega por fin, de nosotros, la condena
Se nos lleva a un desfile y la vemos ahí:

Una fila de elefantes, unidos por cola y trompa
Marchan todos ellos confiando en aquel que los guía
No se quieren dar cuenta que el elefante más viejo,
Aquel que, de la fila, al frente marcha,
Ciego está y ha tomado con la trompa una cola de cometa.
Y ahí va la gran fila de elefantes siguiendo
el largo camino que les traza el viento.

Una vez concluido el desfile
se nos lleva a la casa del sabio del pueblo.
Llegamos con sed, llegamos sedientos
y en la casa hay enormes tinajas por cientos;
barriles y jarras por doquier luciendo,
invitando al viajero a beber de ellos.
El sabio advierte las ganas de beber,
dos barriles enteros por lo menos.
Nos invita a hacerlo, una copa vacía en nuestras manos pone.

¡Oh! Gran desconsuelo al descubrir el vacío,
descubrir que en la casa del viejo, ni-una-gota de agua brilla.
Tinajas vacías, arena en las jarras,
Barriles tan secos como nuestras gargantas.

Decepcionados volvemos a casa,
Buscamos en ella la luz más oscura,
Tomamos la pluma y tomamos la hoja.
Nos hacemos traer una mujer desnuda.

La espera ha cesado. Aquí está la condena.
Esa ansiada condena que ya no nos deja.
La tinta en la pluma, la hoja sin huella.
Pensamos en vano qué poner en ella.

La mujer aguarda. La tinta se seca.
Recordamos que ya en el bolsillo teníamos, pequeña,
esperando en silencio, una cuchilla de acero.
Ahora miramos hoja, mujer, pluma y acero
y en seguida cortamos, las yemas de nuestros dedos.

Entre las llagas ponemos la pluma.
¡Y en ese momento se escurre escribiendo!

Le hacía falta el amor al infantil anhelo.
Haber crecido le hacía falta a aquel pequeño,
Haber salido...
Haber sabido…
Haber sangrado y estar sediento.

domingo, 7 de octubre de 2007

Pensar la muerte (y ¡Aves pensantes!)

Advertencia: El siguiente texto está sumamente mal redactado. No fue concebido para compartirse, ¿entonces? Pues me pareció interesante y ya…

¿Pensar la muerte?
¿Qué podemos hacer sino contemplarnos vivos frente a un cuerpo carente de vida?
En fin, ¿Para qué pensar la muerte? ¿qué es lo que nos atrae en ella?
La vida es lo que nos llama a pensar la muerte. La pregunta misma por la esencia del hombre nos lleva a pensar la muerte. La muerte es el horizonte del mundo que conocemos. No podemos pensar en nuestra propia muerte, ya que si lo hacemos estaremos tomando el lugar de una conciencia, de un sujeto que no puede sino estar vivo. Pareciera ser que no hay solución ante la pregunta por nuestra propia muerte, pero existe una alternativa un tanto oscura.
Ya Schopenhauer afirmaba que con la muerte del cuerpo, la conciencia no podía mantenerse. Pero él mismo reconocía otra faceta del sujeto, el sujeto volente. Es claro que, a simple vista, no tenemos muchas esperanzas de encontrar al sujeto que trasciende a la muerte en el sujeto volente, ya que del cuerpo se nos dice que es la objetivación de la voluntad, sin él, la voluntad se termina y por lo tanto el sujeto en todas sus formas. Entonces, ¿para qué traer a cuento al sujeto volente? Simplemente porque en él se encuentra presente una negación que nos puede echar luz sobre lo que nos interesa, la muerte.

En este punto me aparto de las ideas schopenhauerianas y me concentro en una reflexión un tanto más libre y carente de fundamentos firmes que surge de una lectura rápida y descuidada de algunos filósofos.

Repasemos rápidamente el problema que aquí me interesa. Al preguntarnos por la esencia del hombre, queremos encontrar algo que nos hable exactamente de lo que nos hace diferentes a cualquier otra cosa en el mundo. Puede considerarse un poco soberbio a quien emprenda una búsqueda de este tipo, pero esto no impide que la búsqueda nos lleve a vislumbrar algunas verdades. En todo caso podría enfrascarnos en problemas generados por el presupuesto de que el hombre es un ser único. Pero esto sólo podrá ser visto a la luz de la breve investigación que se supone, aquí, ya ha empezado.
En fin, esa característica distintiva del hombre se ha querido explicar a través de la religión, esto es, como un lazo que nos une con la divinidad, sea cual sea el nombre o nombres que le queramos poner.
Otra forma de responder a la pregunta por la esencia, se encuentra sumamente apegada a ésta última visión: el alma inmortal de los hombres nos separa de las bestias y demás objetos del mundo. Pero ¿a dónde nos llevan estas visiones acerca del hombre? Es claro que la revelación no puede ser sustentada como un punto de partida firme que valga igualmente para cualquier persona. Pareciera ser que una explicación de este tipo es más bien un ocultamiento del problema, un llevarlo a las sombras para que no sean visibles los errores de la explicación religiosa que se ofrece.

En todo caso nos lleva a enfrentarnos con el problema de la inmortalidad del alma, y éste nos lleva a la pregunta por la muerte. Lo que hemos hecho al hacer a un lado el problema de Dios y de la inmortalidad del alma, no ha sido sacar a la luz el problema por la esencia del hombre, sino simplemente dejarlo como se presenta naturalmente, puede ser que su estado natural sean las sombras o la luz, pero esto aun no los sabemos. Qué sea el hombre más allá de la muerte es la pregunta que hacemos. Si nos vemos llevados a las antiguas respuestas (Dios, inmortalidad del alma), será un resultado que sólo podrá juzgar quien siga paso a paso ésta búsqueda.

La pregunta por la muerte, a la luz de lo que hemos dicho sobre el pensamiento de Schopenhauer, se transforma en la pregunta por el sujeto y sus facultades o facetas. ¿Hay alguna faceta del sujeto que pueda trascender la muerte? Y si la hay, habrá que dar las razones. Aquí es donde encontramos la negación interna del sujeto. En Schopenhauer encontramos un sujeto al estilo budista. Nos propone la supresión del yo, es decir la supresión del deseo, ¿acaso del sujeto volente? Esto es algo que ya se verá más adelante. En todo caso, lo que se suprime es el deseo. Suprimiéndolo a éste, el dolor en el mundo cesará. El sujeto se niega a sí mismo como voluntad, se niega a sí mismo el conocimiento de la cosa en sí. Parece que acabo de introducir algo que no he explicado, pero todo aquel que haya leído al buen Schopenhauer sabrá de lo que estoy hablando. Aun así, es necesario para nuestra búsqueda el hablar un poco más de aquella cosa en sí.

Kant nos presenta la cosa en sí como algo incognoscible, pero aún él parece darle un tratamiento a la cosa en sí como entes en sí. Pareciera ser que hay un correlato para cada objeto fenoménico en el mundo nouménico. Pero como Kant considera, no podemos acceder a ese mundo de la cosa en sí, y hace a un lado el problema dejándonos con una vaga idea de cómo podemos imaginar a la cosa en sí y cuál es su relación con el mundo fenoménico. Esta relación fue criticada por Schopenhauer. Éste último nos decía que el principio de causalidad se había trasladado erróneamente al ámbito de la cosa en sí, y se les quería ver, a los entes en sí, como causas de los entes fenoménicos. Ahora bien, para Schopenhauer, la cosa en sí es la voluntad, y como tal, puede ser abordada sólo a través de sujeto volente. Las vías de éste sujeto para llegar a dicha cosa en sí son, el ascetismo y la experiencia estética.
Pero antes de llegar a Schopenhauer hay que pasar por el “oscuro” Hegel. Para Hegel, la cosa en sí se encontraba presente en el Absoluto. Una unión difícil de explicar y de entender, pero el hacerlo no es algo que nos interese aquí. Simplemente tenemos que la cosa en sí es vista de manera unitaria. Ya no tenemos a los entes en sí detrás del velo de Maya, tenemos una sola cosa en sí, el Absoluto. ¿Cómo es que esto lo ha dejado pasar Schopenhauer? Claramente por su aversión al pensamiento hegeliano. Pero es importante que se acepte que la cosa en sí no puede ser vista a la manera kantiana. Explico mis razones rápidamente.

Las categorías de espacio, tiempo y causalidad no son aplicables en el ámbito de la cosa en sí. De esto no le cabe la menor duda a Schopenhauer, y a Kant tampoco, aunque en menor medida. Si lo que nos permite diferenciar a los objetos en el mundo, es decir a los objetos fenoménicos, son dichas categorías, entonces no podremos hablar de multiplicidad en el mundo de la cosa en sí, tendremos que conformarnos con hablar de ‘La’ cosa en sí. Aunque Wittgenstein nos diga que de eso es mejor callar. ¿por qué no se puede hablar de La cosa en sí? Aquí volvemos a Schopenhauer, aunque en cierta medida también llegamos a Wittgenstein.
En el mundo ontológico hay distintas clases de objetos (ontológicos, je) y a cada clase corresponde una facultad del sujeto:
1) Objetos fenoménicos – Entendimiento (Verstand)
2) Conceptos – Razón (Vernunft)
3) Objetos de la intuición pura (a-priori) – ¿entendimiento puro?
4) Cosa en sí (Wille) – Sujeto volente

Si bien el término alemán que refiere a la cosa en sí es Ding an sich, en el contexto del pensamiento schopenhaueriano, éste se transforma en el de Wille, Voluntad.

Ya se irá viendo en qué sentido decía que nos aproximamos a Wittgenstein. Éstos tipos de objetos conforman la sustancia del mundo, y el cambio sólo lo percibimos a través del principio de razón suficiente, con la causalidad en el ámbito fenoménico. De la causalidad nos dice Schopenhauer que no puede ser una relación entre objetos, sino que siempre son situaciones o estados los que se rigen bajo dicho principio. Esto es claramente cercano, si no es que idéntico, a las primeras afirmaciones del Tractatus Logico-philosophicus: el mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas, los objetos conforman la sustancia del mundo, etc. En fin, dejando éste paréntesis de lado, ¿por qué no podemos hablar de la cosa en sí?

Para hablar de Wille debemos emplear un lenguaje y la facultad del sujeto que se encarga de esto, es la Vernunft. ¿Cómo hacer para que las representaciones de representaciones, que son los conceptos, nos lleven, ya no del campo fenoménico, sino del campo de Wille hacia el lenguaje? Ante esta pregunta Kant ya había esbozado una respuesta: los conceptos sin intuiciones son vacíos. ¿con qué intuición llenar ese vacío que se presenta en el concepto Wille? La intuición intelectual que propone Hegel para el caso de su Absoluto no parece llegar a satisfacer a Schopenhauer. Pero como ya veíamos, el sujeto volente tenía dos caminos: ascetismo y experiencia estética. Aunque ahora veo que no ha quedado claro hacia dónde llevan esos caminos y por qué es importante hablar de ellos para entender la muerte.
Los caminos nos llevan a la supresión del yo volitivo, la supresión del deseo. Y esto sólo lo busca el hombre para suprimir el dolor que sería el sentimiento más arraigado en la naturaleza humana. La pregunta que salta a la vista es: al negarnos a nosotros mismos como voluntades, ¿no nos estamos negando la posibilidad de acceder al Wille? Aquella intuición con la que deberíamos llenar el vacío del concepto Wille, se nos dice, debe ser suprimida. Y al suprimirla ¿qué nos queda? ¿un concepto vacío? Aquí viene un primer resultado de esta búsqueda. Lo que queda ante la negación del deseo, ante la supresión del yo volente, es el ‘yo ante el Wille’. Esto es así, ya que al suprimir la particularidad de la intuición volitiva, lo que se logra es una intuición general que compagina perfectamente con la forma del Wille. Esta “Contemplación” que es el ‘yo ante el Wille’ es el conocimiento de la cosa en sí y de la verdad más allá del mundo fenoménico.

El velo de Maya no cubre el mundo, cubre al sujeto y es parte de él. La supresión del deseo es un romper el velo y acceder al mundo sin él. ¿Cómo lo rompemos? Ya se ha dicho: ascetismo y experiencia estética. Si tuviera que decidirme por alguna de las dos escogería la experiencia estética. Esta respuesta viene en parte influenciada por nuestro interés por el lenguaje. No queremos sólo llegar a la cosa en sí, queremos también poder hablar de ella. El ascetismo nos lleva a una experiencia que se fundamenta en el esfuerzo personal. La experiencia estética en cambio surge de un objeto concreto que puede ser experimentado por muchos, aun cuando quede la duda de si la experiencia estética puede ser compartida. La obra de arte es el origen de la intuición que llena nuestro concepto Wille.

Según yo aquí ya tenemos aquella experiencia que trasciende a la muerte, ya que cuerpo y conciencia no son necesarios para la vivencia que he llamado Contemplación. La muerte es un hecho histórico y la Contemplación hace que se pierdan las categorías tiempo y espacio, y en este sentido escapa a la muerte. Podríamos decir que el sujeto volente no se suprime en la Contemplación, lo que hace es fundirse con el Wille (cosa que ya se parece más al lenguaje hegeliano). El sujeto se funde con el Absoluto y escapa a la historia y a la muerte (cosa que ya no suena tanto como algo hegeliano).

Conclusiones:

1) El hombre es inmortal en tanto que sujeto volente.
2) Los artistas son los Dioses que nos salvan de la muerte y nos dan la vida eterna.
3) Mis reflexiones filosóficas se vuelven cada vez más libres, y ya no leo con tanto cuidado a los filósofos.


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(And Now for Something Completely Different: estoy escribiendo mucho sobre pájaros últimamente...)



¡Aves pensantes!

Hay aves que tienen en sus nidos,
piedras en lugar de huevos.
Las cuidan,
les dan su calor
y les entregan todo su tiempo.

Llega el día en que se supone nacerán.
Las aves ya tienen las entrañas llenas de comida,
listas están para alimentar a sus crías,
a sus pequeñas piedras.

Las aves esperan desde medio día,
aguardan con ansiedad
el más leve movimiento en el nido.
Al atardecer,
comienzan a lanzar miradas fugaces
a su compañero de nido.
El padre a la madre,
la madre al padre.

Ya oscureció.
Y en la rama sólo queda un nido
y en el nido sólo piedras
y sobre las piedras el alimento.

Hay aves que crían piedras
sólo para terminar
vomitando sobre ellas.

Todo el tiempo frente al nido,
las aves pensaron,
sólo hasta que vomitaron,
comenzaron a sentir.

Sólo así conocieron las piedras.

lunes, 1 de octubre de 2007

Foto de mujer abrazando hombre


Sobre la foto de una mujer abrazando a un hombre,
Escrito está un poema.

Dice que la vida junto a ella,
ha sido como una breve brisa
coronada con hojas secas de otoño.
Que en cada abrazo, a él,
el corazón le dejaba de latir y,
a ella,
fuera un abrazo, un beso, una caricia o una mirada,
jamás su corazón latió.

Sobre ésta foto de una mujer abrazando a un hombre,
Pintados están:
Un parche en el ojo de él,
un grueso mostacho bajo su nariz,
sombrero de copa, perico en el hombro,
aretes y dientes rotos.

Sobre esa foto de una mujer abrazando a un hombre,
solía haber un cristal para protegerla.

Sobre aquella foto de una mujer abrazando a un hombre,
llegó a verse la huella roja que dejó un beso en ella.

Sobre dicha foto de una mujer abrazando a un hombre,
miradas celosas llegaron a posarse.

Hoy nadie la ve.
Olvidada entre las páginas de un libro,
ha dejado de brillar.
Pareciera que alguien ha masticado sus esquinas.
Una quemadura de cigarro
ha dejado un hueco en el seno de aquella mujer
que abraza a un hombre,
aquel que fuera su hombre.

Sobre ella, un poema.
Sobre él, un dibujo.
Sobre ella, un hueco.
Sobre él, un beso.
Sobre ella, un recuerdo.
Sobre él, una burla.

Sobre la foto de una mujer abrazando a un hombre,
Sólo quedan las páginas de un libro.


***************

(No pergunten por qué escribí esto... no tengo la más remota idea...)

lunes, 24 de septiembre de 2007

Lágrimas del ave consolante


La fuente se encuentra tranquila.
La tenue luz ilumina cada onda en la superficie quieta, cada una de las gotas que juntas danzan y se pierden entre ellas.
El conjunto es perfecto.
Brilla el movimiento, brilla la calma, brillan rodeados de sombras y oscuridad.
La fuente se eleva, sólo el agua…
en el cielo cobra vida sin sostén, sin obstáculos que impidan que el delirio en ella sea libre y bello.
Brilla el agua sobre un cielo negro.
Todo lo iluminado participa de la fiesta, cada gota, cada reflejo en el agua.
De pronto un ave aparece en escena, mira la fuente flotante.
Su pecho rojo se infla al verla…
Brilla el rojo, brilla la fiesta…
El ave se acerca…
Mientras más cerca, más pequeña parece el ave.
Por fin está frente a la inmensa fuente flotante.
Las aguas la cubren…
Las aguas la oprimen…
Cada gota inunda su pico, cada gota golpea su pecho, arranca sus plumas, rompe sus alas…
Ya no brilla el rojo…
Brilla una fiesta en el cielo.
Y yace en el suelo un pecho rojo.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Espuma en un café


No fue hecha para besar mi boca,
Ni mi corazón para amar,
siempre esconden sabores amargos en el fondo
Humo, café.
Un rincón oscuro en un café.
Una anécdota proveniente de una mesa cercana
alcanza a arrancarme un breve y amarga sonrisa.
Pido otro café.
Clavo mi mirada en la luz que entra por la puerta.

En estos momentos mi corazón está expuesto,
Desnudo.

Siento el frío y el calor más hondamente que nunca.
Música suave,
Goteras en el techo,
Poca luz,
Pequeñas lámparas encendidas que no alcanzan a iluminar más
de lo que ilumina la luz que entra por la puerta.

Quiero dejar de pensar,
pero todo en lo que me he metido me obliga a hacerlo.
Quiero sentir cada momento acariciar mi corazón desnudo,
pero,
en lugar de eso,
me pongo a escribir.

Sigo esperando el café,
sigo sintiendo el frío,
sigo pensando,
sigo escribiendo.

Ya llegó el café.

Quisiera que una espuma tan suave,
como la que cubre el oscuro color del café,
cubriera mi corazón,
y mis pensamientos,
y las líneas que escribo.

En fin.
Ya tengo mi café,
ya tengo mis cigarros
y en la hoja ya no queda espacio,
se terminó.

martes, 18 de septiembre de 2007

La poesía mata el amor…
Al principio le prende fuego y lo hace brillar como no podría hacerlo quedándose en el corazón… lo ponemos en papel y brilla, vemos brillar el amor ajeno en páginas blancas…
Brilla…
Arde…
Y al final se consume.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Fotos perdidas...

Hoy quería escribir muchas cosas, pero me conformo con lo que dice esta foto:

sábado, 8 de septiembre de 2007

Noche de palmas


De niño siempre creyó que adelantarse al castigo era lo mejor. Después de hacer algo malo, trataba de prolongar el tiempo que su madre tardara en enterarse, pero siempre atento a que fuera él quien diera la noticia del pecado. Esta vez había prendido fuego a uno de sus juguetes. Bajó corriendo las escaleras esperando encontrar a su madre en alguna labor doméstica. Horas antes había estado meditando sobre lo que había hecho, torturándose a sí mismo con la idea del mal que había hecho y con la idea del castigo que se le impondría. Pero sabía que en cuanto su madre se acercara a su cuarto, notaría el olor a quemado y vería las marcas de fuego en el piso; el castigo era inevitable. Le sorprendió encontrar las luces de la casa apagadas, entró a la cocina lentamente y ahí vio a su madre, o más bien sólo vio lo que el fuego en la estufa alcanzaba a iluminar de ella. Se acercó y se colocó a su derecha. Su madre no le dijo nada y él tampoco a ella. Miró atentamente lo que su madre hacía. Estaba quemando palmas secas en la estufa, sin hacer otra cosa más que eso y derramar una que otra lágrima. No supo por qué su madre hacía eso, pero se sintió tranquilo junto a su madre viendo el fuego arder y las cenizas caer entre las ranuras de la hornilla. Su madre tomó una palma más pequeña y se la dio. Toma, quémala y reza conmigo. Él la tomó e hizo como se le dijo. Primero pensó en el motivo por el cual tenía que rezar, pero sabía que podía dirigir su rezo hacia las intenciones de su madre y, así, no tendría que preguntar por ellas. Recitó oraciones en su mente hasta que al ver las palmas en llamas recordó aquellas que habían consumido el juguete en el piso de su cuarto. Se sintió triste y cambió la intención de sus plegarias. Ahora pedía perdón a Dios y a su madre por sus malas acciones. Seguro el olor de las palmas quemadas se elevaría hasta el cielo y haría que Dios se diera cuenta de las plegarias de sus hijos, más aun cuando eran palmas benditas. Su madre tenía la costumbre de guardar las palmas que adquiría el domingo de ramos. Las colgaba en la puerta de la cocina y ahí las dejaba hasta que perdieran su color verde y se secaran por completo. Las palmas seguían ardiendo, su madre seguía llorando y él seguía pidiendo perdón por sus acciones. Imaginaba que su madre sufría por las malas acciones de él, así podía sentir el dolor más intenso y, mientras más dolor sentía, más rápido conseguiría el perdón. Cuando ya no pudo soportar el llanto de su madre y el olor de las palmas, dijo en voz baja: quemé el último juguete que me regaló mi papá. Su madre pareció no escucharlo, pero el niño sabía que lo había hecho. Pídele a Dios que tu padre regrese con bien a casa. Los dos guardaron silencio, siguieron rezando y quemando palmas. Prefirió no insistir en el asunto del juguete quemado, se dio por bien servido con haber confesado, haber sufrido por sus actos y haber pedido perdón a Dios. Después de eso sólo siguió quemando palmas, pero ya sin rezar. Pronto llegaron sus hermanos y hermanas y pidieron permiso para rezar con ellos. Su madre les dio una palma a los más grandes y dejó que los más pequeños miraran de cerca. Ahora todos rezaban, toda la familia sentía el aroma parecido al que se sentía al pasar frente a la iglesia las mañanas de los miércoles de ceniza. Por fin su palma se consumió y él se sintió aburrido. Se escabulló entre sus hermanos y los dejó a todos rezando. Regresó a su cuarto y jugó con lo que quedaba de su quemado juguete.
Poco después escuchó abrirse la puerta de la casa, supo que su padre había llegado y quiso bajar corriendo a saludarlo, escuchó las risas de sus hermanos que saludaban a su padre y también escuchó cómo la puerta se azotaba fuertemente. Por fin se decidió a bajar y vio a sus hermanos rodeando y abrazando a su padre. Pero éste no hacía nada más que acomodarse la corbata que llevaba al hombro, al mismo tiempo que intentaba no perder el equilibrio. Con trabajos llegó al sillón de la sala, y cuando sintió que no tenía ningún niño detrás de él, se dejó caer. El niño se quedó mirando todo esto al pie de la escalera y pronto notó que su padre no se encontraba bien, tenía los ojos enrojecidos y una sonrisa se dibujaba torpemente en sus labios. Su padre lo miró y con una voz extraña le dijo: ¿Y tú por qué no me saludas? ¡Ven acá! Él obedeció y mirando al piso caminó hasta él. Él padre abrazó al niño y lo besó. Pero el niño no pudo reconocer a su padre, olía al refresco que se bebía en la casa de sus abuelos cuando había alguna fiesta, y parecía no poder moverse bien ni hablar bien. El niño se alejó hasta quedar junto a la puerta de la cocina, estaba un poco asustado. De pronto recordó a su madre y le extrañó que no hubiera salido a recibir a su padre, cuando minutos antes había estado tan preocupada por él. Se asomó al interior de la cocina y vio las palmas que quedaban colgadas en la puerta, la estufa apagada y a su madre llorando aun más, pero ahora sentada en una silla con los codos recargados en la mesa. Se acercó a ella y quiso abrazarla. Pero como siempre, tuvo miedo de lo que pudiera pasar si lo hacía. Nunca en su vida se atrevió a abrazar a su madre cuando esta lloraba. Se consideraba a sí mismo como una de las penas de su madre, así que si alguna vez llegara a abrazarla mientras ella sufría, lo único que haría sería lastimarla más. Pero la amaba, y algo tenía que hacer. Corrió a dónde sus hermanos y tomo de la muñeca a su hermana mayor, la llevó a la cocina y sin decirle nada señaló a su madre y las dejó solas. Pronto salieron madre e hija de la cocina, la madre tomó en sus brazos a dos de los niños más pequeños, la hija tomó de la mano a los demás y juntas reunieron a los niños en sus cuartos. Él se quedó mirando a su padre que había tomado su guitarra y cantaba sin que pudiera hacer que sonara bien lo que tocaba y cantaba. La madre regresó con el padre y ordenó al niño que subiera a dormir. Él obedeció, pero no pudo dormir esa noche. El hombre que había llegado a su casa no era su padre. No podía serlo, su padre era un hombre recto y justo, no aquel que golpeaba la puerta del cuarto de su hermana a mitad de la noche mientras gritaba: ¡tu madre tiene un amante! ¿quieres saber cómo se llama? Abre y te diré cómo se llama.
No durmió esa noche, lloró un rato sin saber exactamente por qué. Pensó en las palmas, pensó en el humo y en Dios. Pensó en la iglesia y pensó en su padre rezando en ella. Pensó en su madre quemando palmas, pensó en su madre llorando, vio sus lágrimas como si cada una fuera una cuenta del rosario que rezaba mientras lloraba. Pudo ver claramente a su hermana llorando entre las cobijas de su cama mientras intentaba no escuchar lo que su padre gritaba. Su hermana sí que entendía por qué lloraba. Él no sabía lo que pasaba. Pero no podía hacer nada, él sólo era una más de las cosas que atormentaban a su madre. Era malo, malo como ahora su padre lo era.

viernes, 7 de septiembre de 2007

¿Soñar?


Este lugar debería ser llenado por el relato de un sueño que tuve la noche del pasado miércoles a eso de las 5:00 am. Calculo más o menos la hora ya que cuando desperté con el corazón latiendo rápido y fuerte miré inmediatamente dos cosas. Primero, los libros junto a mi almohada, y segundo, mi reloj que marcaba las 5:32… no pondré el sueño ya que pocos lo entenderían y podría ofender a algunos… su relato lo reservo para mi diario y para mi deleite personal… algún día lo compartiré… pero creo que eso será dentro de mucho tiempo… por el momento me conformo con describir lo que sentí al despertar. En la última parte del sueño fui enteramente feliz. Al despertar, lo primero que sentí fue desorientación, ya que en mi sueño me encontraba en el mismo lugar que al despertar, es decir, en mi cama. Además de esto, había una gran cantidad de detalles que me sorprendieron, por ejemplo, los libros que miré al despertar, ya los había visto en el sueño, estaban en el mismo lugar y posición en el sueño que al despertar. En fin, muchos detalles que me hicieron sentir mucho más real el sueño, y a la vez me dieron una sensación de estar perdido, o más bien, de haber perdido algo. Inmediatamente después, me di cuenta de que había estado soñando, así que la desorientación se desvaneció y su lugar lo tomó una sensación de felicidad. Traté inmediatamente de recordar cada detalle del sueño, pero no recordaba bien la conversación que había tenido en él, sólo algunas partes importantes que explicaban la felicidad que sentía. Después de eso dejé de sentirme feliz para sentirme miserable. Me sentí tonto por alegrarme por algo irreal. Incluso me enojé por seguir sonriendo. Me cuestioné sobre lo bueno y lo malo de dejarse llevar por un sentimiento provocado por algo irreal, pero el recuerdo del sueño era más fuerte que mis ganas de reflexionar, así que me dejé llenar por la alegría provocada por el sueño, y cuando mi corazón recobró su ritmo normal, volví a quedarme dormido. Aún no sé si lo que hice estuvo bien, si es correcto alegrarse tanto por algo que nunca pasó, por algo inventado. Si me puedo permitir el olvidar que algo ha sido inventado por mi, y disfrutarlo como si fuera real. ¿Es correcto que me engañe a mí mismo? No lo sé… claro que prefiero que las cosas sean reales, pero si no los son, ¿está mal disfrutarlas?

jueves, 6 de septiembre de 2007

El Gran Anfitrión


Por fin le llegó su ansiado paquete. La mano le tembló un poco al firmar de recibido en la pequeña libreta del cartero. Cerró la puerta y cruzó el jardín hasta entrar en la sala de su casa. Dejó el paquete en la mesa de centro y corrió a buscar una navaja para abrirlo. Revolvió varios cajones para al final no encontrar su vieja navaja. Desesperado llegó a la cocina y tomó un cuchillo. Cuando regresó a la sala notó que la mediana caja tenía un sistema abre-fácil. Se rió de sí mismo y fue a la cocina para colocar el cuchillo en su lugar, pero al abrir el cajón de los cubiertos miró el sacacorchos y pensó: ¡Esto hay que celebrarlo! Tomó el sacacorchos y bajó al pequeño sótano por una botella de vino. Buscó entre todas sus botellas sin decidirse cuál abrir. Todas ellas eran especiales para él, nunca había abierto una. Sólo una vez se atrevió a abrir una de las de menor calidad, y fue cuando, después de preparar una excelente cena para dos, a la luz de las velas le propuso matrimonio a Patricia. Siguió indeciso un rato, viendo y pasando su mano por las empolvadas botellas, de vez en cuando tomando una con ambas manos para leer su etiqueta y recordar el momento y lugar de su adquisición. José Antonio ROMAN CALVET, Malbec Cabernet. ‘No, muy joven. Apenas lo compre hace tres navidades. Hum… fue una triste navidad.’ La etiqueta de la botella pareció de pronto perder el amarillento color que le habían causado la humedad y el polvo; la verdad es que por mucho que supiera de vinos, él nunca había podido dedicarle mucho tiempo a la construcción de una cava digna de los que poseía. La botella relucía intensamente rodeada, dentro de su caja, por pequeñas y finas virutas. Él la miraba por detrás del vapor que producía al respirar, la colocó en el estante y subió las escaleras tras apagar la luz. Arriba lo esperaba una docena de personas que reían y bebían frente a una elegante mesa adornada con una gran variedad de platillos. El pavo, al centro de la mesa, parecía coronar con su brillo la exquisita velada. Al verlo volver, un joven de traje de seda gris que había perdido la corbata, dejó su copa encima del piano y se apresuró a darle un abrazo y pedirle a los que estaban a la mesa que hicieran un espacio para que el gran anfitrión pudiera sentarse. Pero éste pidió que lo disculparan, que en un momento volvía y que le hicieran el favor de empezar la cena sin él. Tomó su abrigo y salió al jardín, encendió un cigarro y se sentó en una de las bancas de metal. Cuando se disponía a encender el segundo cigarro, escuchó una voz detrás de él: ¿Qué se supone que hace “el gran anfitrión” aquí afuera? Patricia se sentó junto a él en la banca, se miraron, rieron y fumaron. ‘No, muy joven. Puede llegar a ser un gran vino.’ Siguió mirando y tomando en sus manos algunas botellas pero siempre sin decidirse a abrir alguna. Desilusionado apagó la luz del sótano y subió para abrir el paquete. Llegó a la sala, se sentó frente a la mesa y jaló hacia sí la caja con sellos postales. Jaló rápidamente el pequeño cordón que permitía romper rápidamente los seguros que sellaban la caja y daban cuenta de la inviolabilidad del contenido de ésta. La abrió y se quedó contemplando el contenido por un rato. Los ojos comenzaron a brillarle, cualquiera que lo hubiera visto diría que en ese momento era el hombre más feliz del mundo. Pero el brillo no era por la sorpresa o la felicidad, pronto resbaló de su ojo una lágrima. Metió la mano a la caja y de ella sacó una botella de vino, la observó atentamente, leyó la etiqueta, pasó sus dedos sobre ella para sentir la impresión de las letras. ‘Excelente vino, el más caro que haya comprado. Patricia lo hubiera odiado.’ Los dos cigarros se consumieron y el frío los obligó a abandonar la fría banca de metal y entrar en la casa. Él se dirigió a la mesa donde el joven de seda gris lo esperaba ansioso con una mancha guinda en la solapa del saco y su corbata recién encontrada colgando torpemente de su cuello. Ella, se dirigió al piano y besó en los labios al hombre que había dejado de tocar al verla entrar. Se besaron, se sentaron en el banco, tocaron, bebieron, rieron. Él, cenó, platicó, bebió, pero ya no rió, y al despedir a la puerta al último de sus invitados, el joven de gris, lloró. Seguía mirando su nueva adquisición y rozando las yemas de los dedos contra la etiqueta al mismo tiempo que dejaba escurrir las lágrimas desde sus mejillas hasta su cuello. Desprendió desesperadamente la etiqueta que sellaba el cuello de la botella con los dientes, tomó el sacacorchos y apuñaló aquello que mantenía al vino dentro. Sacó el corcho, lo arrojó debajo del piano con el sacacorchos aun incrustado en él, bebió por completo el contenido de la botella, encendió un cigarro y salió al jardín.

jueves, 30 de agosto de 2007

Dos Besos


Caminaba por el parque y la tomaba de la mano. La lluvia de diciembre llenaba la vereda con estrellas palpitantes, reflejos de la noche y de su tranquilidad sonora. Gotas, pequeñas gotas llenaban su rostro de luceros y, supongo, llenaban el mío con los mismos. El viento hacía temblar nuestros cuerpos, todos ellos excepto nuestras manos. De pronto, entre las sombras, las gotas y los brillos, pude ver su piel tan suave como el viento y, en ese instante, me pareció tan fría como él. Puse mis labios en su rostro y ella los buscó con los suyos hasta encontrarlos. Nos separamos en el mismo instante en que éstos se tocaron, desconocí su rostro y ella parecía odiar el mío. Intenté ver más allá de sus ojos pero me distraje con las sombras que la rodeaban por completo. Solté su mano o ella soltó la mía, dejé de verla y ella dejó de verme. Caminé sobre sus pasos pero ella no hizo lo mismo sobre los míos, siguió avanzando. La única parte de ella que ahora extrañaba era su mano y cambié su calor por el calor de mi bolsillo. No volví la vista para verla y estoy seguro que ella hizo igual. La noche se mantuvo tan bella como antes, aun más bella. No entendía lo que había pasado ni quería entenderlo. Seguí caminando mientras la imaginaba corriendo tras de mi, su gorro negro cayendo al piso y sus brazos abiertos para lanzarse a los míos. Pero pronto aparte de mi mente las imágenes con desprecio. No sentía odiarla, incluso seguía amándola, pero el momento fue tan perfecto que correr hacia ella hubiera sido como derramar tinta sobre una hermosa pintura. Un viento helado recorrió mi espalda y me detuve, escuché las gotas de lluvia golpear los charcos y comencé a llorar. No fue un llanto desesperado. Fue un llanto inmóvil en el que las lágrimas parecían venir de lo más profundo de mi cuerpo. No sentí las lágrimas recorrer mi rostro pero sabía que lloraba por el cálido dolor que brotaba de mi frente y se escurría hasta golpear mi pecho. Cerré los ojos y respiré hondamente, escuche la lluvia tratando de concentrarme en ella, en las gotas golpeando mi cabeza y mis hombros. Traté de mirar atrás pero me sentía paralizado por el llanto y por una especie de miedo que no sabía si era porque esperaba ver detrás de mi una vereda vacía o a ella mirándome a mi. No pude concentrarme en la lluvia y me concentré en el beso. El beso más corto, el mejor beso, una mano apretando la suya, la otra subiendo lentamente para tocar su fría mejilla y al fin tocarla para prolongar el beso. No había terminado de embriagar mi mente con la imagen del beso que no fue, cuando por debajo de mis brazos se escurrieron los suyos y me apretaron fuertemente, y sólo dejó de apretarme para permitirme voltear hacia ella. Se consumó el beso. El beso más largo, el mejor beso, el sabor a lágrimas inundaba con calor nuestros cuerpos. Nada es perfecto hasta que lloramos por ello. ¿Qué habría sido de aquel beso sin aquel que nunca fue?

martes, 28 de agosto de 2007

Mundos Conceptuales Tercera parte: El papel del Concepto en los sueños.


El mundo de los sueños es el mundo conceptual en su máxima expresión consciente. En éste, los objetos de la experiencia se presentan con una forma, pero siempre conservando las características que tienen como conceptos. Es por esto que, en nuestro mundo onírico, podemos sabernos en un lugar determinado, aun cuando las imágenes que de dicho lugar percibimos no correspondan con su referencia fuera de los sueños (podemos soñar que estamos en nuestra casa y al mismo tiempo las imágenes que de ella tenemos en el sueño corresponden a nuestra escuela o a casa de alguien mas, pero no por esto entran en conflicto las imágenes con el lugar en el que creemos estar. En los sueños, las cosas pueden ser y no ser al mismo tiempo; esto no quiere decir que las imágenes que en los sueños tenemos correspondan a imposibles empíricos, simplemente tienen la doble cualidad, que no podemos tener presente en la vigilia, de ser imágenes y conceptos, con la misma intensidad y en un mismo momento.
Así, soñamos con una persona que es dos distintas a la vez, soñamos con una persona que no es nadie. Una persona puede cambiarse por otra en un parpadeo, y nuestra mente no se ve llevada a reaccionar violentamente ante dicho cambio; lo tomamos, hasta cierto punto, con naturalidad. Esto es así, ya que podemos tomar a una persona como imagen y a la vez exaltar alguna parte del concepto que de ella hemos determinado previamente en la vigilia. El cambio en la imagen de la persona no será brusco, ya que es igual de intenso el concepto que la imagen. De este modo, puede ser que al cambiar la imagen de ‘x’ por la de ‘y’ se altere minimamente el concepto que está detrás de ellas, ya que a diferencia del cambio de imagen, en el que se pierden muchas características del objeto, en el cambio conceptual, en este caso de persona a persona, los cambios son mínimos en comparación a lo que permanece.

Todo esto se debe a que en el sueño, la experiencia empírica no es la más vívida. Pero no sólo esto. Por otra parte, en la vigilia, nuestros conceptos se amoldan a la experiencia empírica, partimos del mundo perceptual y le aplicamos a éste los conceptos que hemos determinado, y podemos modificar nuestros conceptos dependiendo de la referencia empírica ante la cual estemos. A diferencia de esto, en el sueño no podemos partir de un mundo perceptual, ya que éste es formado enteramente por nosotros, por nuestra mente o espíritu encarnado en el lenguaje, así es que no tenemos el mismo punto de partida en el sueño que en la vigilia.
En el sueño adecuamos las imágenes, que generamos a partir de nuestros conceptos, a los conceptos mismos. Así es que la imagen es lo que varía libremente dentro del margen conceptual. En la vigilia podemos hacer a un lado algunas de nuestras determinaciones con respecto a un concepto, por ejemplo si en mi concepto de mesa tengo presente que ésta debe tener cuatro patas, no por esto dejaré de identificar con dicho concepto una mesa de tres patas. Es importante mencionar que dicho cambio lo hacemos ante objetos distintos, a partir de un mismo concepto. En el sueño, la imagen de una mesa puede encontrarse en constante cambio, en un momento puede tener tres patas y al siguiente momento tener sólo una, e incluso, a un mismo tiempo, caer bajo ambas situaciones.

El mundo de los sueños es el mundo conceptual encarnado.
En la vigilia, los conceptos son las gafas a través de las cuales vemos el mundo.
En el sueño, los conceptos son los instrumentos creadores del mundo.