sábado, 16 de agosto de 2008

Ejercicio #2 (Tarde difusa)


Algo se anuncia en este nuevo atardecer...
¿Qué tardes son estas que aun bajo techo

me empapan con melancolía?
¿Qué manía esta, nueva, que me hace estar de pie,
o andar a pie y andar sin andar?
Tal vez , con suerte, esto es
como en el fango flotar...


Y si la fría y húmeda brisa consume mi indiferencia
hacia mis huesos;
sólo así los sentiré bajo mi carne
en su forma, su dureza,
como palabras de Manto
perdurando en el tiempo
que se anuncia como ocaso.

¿Qué vendría a tomar en las hojas,
en las hojas difusas la forma del engaño,

aquella misma del recuerdo extrañado?
Siendo siempre el viento lo que imprime
en el recuento del manto,
la directriz del sentido, cuando no hay nada calmo.

No es tan sólo el verde aleteo,
ni tan sólo la calma extraviada.
Son también los destellos que en el color se desatan.

¡Reine la ausencia de la claridad diaria!
Sin que esto asegure, la verdad de estas palabras.

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