sábado, 29 de noviembre de 2008

Palabras.


Las palabras despiertan muchas cosas. Despiertan a la vida que se encierra en ellas mismas. Son como un río que se deja a sí mismo en sus aguas fluír. Nunca cierra las puertas que detrás de él asoman y se sienten profundas sin luz externa que las opaque. Se arrebata todo en el sonar de la palabra, se arrebata el sentido cunado la tonalidad aflora. Todo escurre todo pasa con ellas y por ellas. Sin experiencia posible que salga fuera de sus márgenes, quedan las palabras arrojadas al viento, pero no quedan libres para flotar a su antojo, siempre tienen que estar juntas, siempre una se une a otras. Cómo podemos evitar que fluyan, cómo podemos evitar que nos contagien la vida que llevan en sus líneas, en sus vibraciones, colores, olores, sabores y sombras. Sí, las palabras también tienen su sombra. La sombra de la palabra es su aquí que se contiene por las líneas y vibraciones. Toda palabra es terrible, pero estamos habituados a sólo mirar sus sombras. Nos da miedo mirarlas de frente, nos da miedo perdernos en ellas como en un río de locura que comienza con un timbre y se pierde en una sinfonía. Y nos contienen las ganas de tener todo presente, sin saber que es sólo por las palabras que podemos del presente hacer algo palpable. El futuro es trazado por el pasado, el pasado se crea con miras a un futuro, y el presente es esa línea que divide lo esperado y lo sufrido. Pero entonces dónde queda lo que aquí, lo que ahora. Queda libre en las palabras, queda libre de esa línea divisoria y los extremos que separa. La palabra no es concepto, la palabra no es encierro. La palabra es lo que posibilita el deshacernos de conceptos, deshacernos del encierro que suponen el espacio y el tiempo. Que fluyan las palabras, que fluya el río que rompe el tiempo. Ese río eterno e inabarcable, indomable. No hay silencio. No hay descanso para el susurro del viento. Las pausas son eso ‘pausas’ y ‘pausas’ es una palabra. No se escapa a la palabra, se enfoca uno en la sombra, en lo que creemos una pausa o un silencio. Pero ahí están las palabras, ahí está el diálogo inconcluso del fluir eterno que se pierde cuando miramos el reflejo, cuando nos dejamos perder en el recuerdo de lo hablado, en las sombras del discurso.

(No me reclamen lo mal escrito que pueda estar esto, no lo tenía pensado, tan sólo dejé que las palabras fluyeran. Sé que suena tonto, pero así fue.No hay aquí correcciones, salvo algunos errores de dedo que se debieron a ese ‘dejar’. No hay profundidades concientes, son sólo algunas palabras sobre las palabras.)

viernes, 28 de noviembre de 2008

Más quiero morir por veros


Más quiero morir por veros,
que vivir sin conoceros.

Es tan firme mi esperanza,
que jamás hace mudanza,
teniendo gran confianza
de ganarme por quereros.

Mucho gana el qu’es perdido
por merecer tan crecido,
y es victoria ser vencido
sin jamás poder venceros.

Aunque sienta gran tormento,
gran tristeza y pensamiento,
yo seré d’ello contento,
por ser dichoso de veros.

jueves, 27 de noviembre de 2008

De los prejuicios de un grupo de jóvenes psicólogos


Ahora me hallo a mí mismo en el desprecio al anterior desprecio olvidado; con la idea de que la hipocresía no es sino un extremo en la línea de un juego. Antes despreciaba lo que creía enmascarante, lo que creía yo artificial y ocultante del vacío interno de la gente. Pero no es un vacío lo que se oculta, y, más aun, no hay algo que ocultar. Todo se muestra y el mostrar cobra distintas formas. La máscara de la superficialidad no es el rostro frente al vacío. Hay que saber interpretar las máscaras. Y aquellos que se dicen sin máscaras y reprochan el uso de las mismas, son sólo malos jugadores, malos intérpretes de la vida que escurre en las personas. Sí, yo no sabía jugar, y aun no lo sé, pero ahora me doy cuenta del juego. Mi antiguo desprecio hacia las máscaras no era sino mi propia máscara que mostraba mi incapacidad de interpretar, mi incapacidad de jugar. La psicología intenta desentrañar lo que cree oculto detrás de las figuras, del antifaz creado por cada individuo y su ambiente. Pero no hay que arrancar la máscara, no hay que desollar al hombre. la psicología crea figuras que pretende aplicar detrás de las máscaras para explicar lo que “se” oculta. Pero ¿de qué sirve poner una máscara bajo otra? Eso no hace sino imposibilitar la interpretación. Interpretar una máscara, una figura, no es descubrir algo oculto, es sólo el aprender a jugar con las máscaras. El hombre es su máscara, si la cambia es porque él cambia. No se juega igual con todas las personas. ¿Qué es el hombre sin su máscara? Nada. ‘Hombre’ es ello mismo una máscara, una figura. ¿Cómo nos moveríamos sin ella? Tal vez cual ceniza que al avazar es dispersada por el viento. La psicología es sólo la multiplicación de máscaras, no el desenmascaramiento. Los rostros, las miradas, los disfraces y máscaras hablan de lo que hablan, acerca de lo que hablan. Son el diálogo eterno que versa sobre él mismo: “Die Sprache spricht”, und sie spricht über die Sprache, über sie.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Paréntesis camino al metro

Ella camina conmigo... (Cada golpe de tacón era un explosión absorbente del silencio que suponía la soledad de aquellos pasos a quienes acompañaba mi caminar.
El eco que producían mostraba la inmensidad del mundo que quería llenar mis oídos, y ellos tenían que llenarse con tan sólo taconazos.
No me aturden los tacones. Me aturde el eco de aquel caminar ausente, de aquellos pasos dados sin tacones.)... caminamos.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Uno antes de dormir

Igor Galochkin: 'Obdachlosen'.

Esbozo de extranjero.

Y descubrí en un momento mi propia mirada
frente al mundo con desprecio
desde mi cansada silueta contorneada por el tedio,
por la fuerza propia de los huesos tan sólo sostenida.

El mundo brilla y su aliento hiela y de mí sólo queda
en pie un esqueleto que con mirada hueca
se queda en su hogar frente al destierro:

Mirando desde el hogar
el silencio del destierro.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Es extraño que de lo extraño sea extraño hablar.

Extraño que lo extraño sea extrañarte, al igual que extraño que te extrañe aquel extraño que ahora extraña que lo extraño sea extrañarte. Por extraño que suene que eras extraña al extrañar la extrañeza de aquel extraño, no me extraña que de lo extraño sólo quede tu extrañarlo. Siendo yo aquel que ahora extrañas por extraño, cuando extraño no extrañabas mi extrañeza, no me extrañes ahora por extraño, que extraño me deja sintiendo, extráñame por la mera extrañeza de lo en mí aún extraño. Pues si de mí sólo extrañas lo que para ti era extraño, es que no has entendido lo propio de la extrañeza.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Amarraditos

Vamos amarraditos los dos, espumas y terciopelo,
tu como un recrujiente almidón,
y yo siguiendote altanero,
la gente nos mira con envidia por la calle,
murmuran las vecinas, los amigos y el alcalde.

Dicen que no se estila ya más ni tu peinetón, ni mi pasador,
dicen que no se estila ya más ni tu medallón ni mi cinturón,
yo se que se estilan tus ojazos y mi orgullo,
cuando vas de mi brazo por el sol y sin apuro.

Nos espera nuestro cochero,
frente a la iglesia mayor,
y a tropecito lento recorremos el paseo,
yo saludo tocando el ala de mi sombrero mejor,
y tu agitas con donayre tu pañuelo.

No se estila, yo sé que no se estila,
queme ponga para cenar, jazmines en el ojal,
desde luego parece un juego pero no hay nada mejor,
que ser un ser un señor de aquellos,
Que vieron mis abuelos.