viernes, 28 de marzo de 2008

Escurrir


Me encuentro con la idea de que el alma es espacio. Tan simple como eso. Espacio que por el momento ocupan nuestros cuerpos.
Invadir un cuerpo es invadir el alma.
Fumar es por ahora la forma más torpe de llenar ese espacio que por momentos se siente tan vacío.
Beber es por ahora la forma más torpe de sentir que el espacio propio se diluye con el resto del mundo.
¿Qué más sino espacio?
Si me pongo a pensar en el alma, desecho rápidamente la idea de que es sólo espacio. Si me pongo a sentir lo que es mi propia alma no quiero sentirla más que como espacio.
Torpeza mental, debilidad sentimental. Muchas pueden ser las causas que me llevan a esta idea tan simplona.

Ya había dicho antes que al resbalar mientras corría bajo la lluvia, las precipitadas gotas respetaron mi silueta.

Tal vez mi alma se cansó de mi.
Tal vez yo me cansé de ella.

O tal vez nada pasó.
¿Qué fue ese resbalar sino una imagen que escurrió por mis brazos hasta tocar el papel?
¿Vino de mi alma? No. Sólo pasó por ella al igual que todo lo que soy.

Todo escurre en el espacio que ahora llamo ‘alma’. No somos nuestra alma, no somos nuestro cuerpo, nuestra mente o pensamientos. Somos ese constante escurrir. No lo que escurre, no el espacio en el que todo escurre. Tan sólo el escurrir.

¡Qué mejor cosa para que escurra en nuestra alma que otra alma!

lunes, 24 de marzo de 2008

Me lo contó la voz…

“Cuando empieces a escuchar las voces, ignóralas.
¡Siempre están mal!”

-San Martín A. A.-

...que de las olas más lejanas se pierde y cae,
y despierta temblando a la orilla del mar.
Sigue soñando con la luz sobre el rostro.
La piel roja sólo tiene que seguir brillando.

No se sabe qué ha pasado. Solo,
ha llegado a la alameda concurrida.
Sigue arrastrando la fuerza del mar con sus hombros,
sigue despertando preguntas en los otros.

Tan simple como un ave caída.
Tan sincero como un niño rabioso.

Y, sin embargo, tanto misterio arrastran sus cansados pasos,
¡tanto!
que ni su cansada sombra puede ocultarlo.

sábado, 22 de marzo de 2008

¡Kafka llega!

Esto no tiene nada que ver con mi actual estado de ánimo, pero en el momento en que lo leí, ¡¡pegó justo en el blanco!!

“Fracaso, imposibilidad de dormir, imposibilidad de despertar, imposibilidad de soportar la vida o, mejor, el transcurso de la vida. Los relojes no concuerdan, el reloj interno marcha de una forma diabólica o demoníaca, por lo menos inhumana; el externo palpita conforme a la normalidad de su marcha discontinua.”

¡Hoy no podría volver a ese 'estado' aunque lo intentara!

Si mis gritos se perdieron en el viento fue sólo por la velocidad a la que huía. ¿¿De qué?? De la posibilidad de fracasar y, con ella, de la posibilidad de tener algo más que extrañar algún día…

jueves, 20 de marzo de 2008

Palabras atadas.


Terribles paseos bajo el fuego, mediodía,
Cansados pasos que arrastran sueños.
Ecos de sueños, terribles pesadillas.

Caminos vacíos, de sombras que encierran
Al pecho desgarrado y su mirada perdida.
Los recorre un fantasma, y en sus pasos hay vida.

Lo mejor: el final, el descanso,
Codos sobre rodillas, taza tibia entre los dedos.
El corazón bebe el llanto que nace muerto y helado.

Quien guía los pasos no puede sino burlarse de todo,
Del paseo, del camino, del fantasma, del olvido.
Hierve la maldad que en los labios se extiende.

Y aquí despierta mi mano al sentir de las palabras lo tenso,
Como si cada una estuviera atada a las paredes del cerebro.

¿Escribir? ¡Con un demonio! ¿qué escribir?
Soñar, mejor.
¿escribir sobre sueños? ¿acerca de la vida?
Sí, sin papel y sin tinta.

Tan sólo una caricia del pantano sobre el cielo,
Rasgar nubes que no ocultan un bello azul,
Sólo un vacío sincero.

¡Manchas!

Seguiremos desgarrando el mundo,
Pequeñas tumbas se alzan con el paso del tiempo.

¿Que el mundo es el lenguaje?
Entonces no es más que la interminable fila de las tumbas levantadas por el tiempo,
Tumbas que sin tiempo quedan cuando nosotros dispersos en ellas.

Y aquí despierta mi mano al sentir de las palabras lo tenso,
Como si cada una estuviera atada a las paredes del cerebro.

Y una chispa ahí ilumina ‘Amor’,
Y otra más ‘Apagar el llanto’.
Mismas chispas que iluminan palabras como ‘Hambre’, ‘Sueño’.
Mismas chispas que se encienden sin concierto mientras duermo.

Y aquí despierta mi mano al sentir de las palabras lo tenso,
Como si cada una estuviera atada a las paredes de mi cerebro.

lunes, 17 de marzo de 2008

Tengo miedo de tener pulgas…


Esta es una anécdota rápida; un tanto extraña incluso para mí.
Desperté, o más bien me levanté al sentir la voz de Juan que a las 7 de la mañana se despedía y disponía a partir a su casa. Me levanté y lo acompañé a la puerta, regresé a mi cama y seguí durmiendo. Alrededor de las 10 de la mañana recibí la llamada de mi tía, que me pedía ir a su casa para poner una lona y acomodar mesas y sillas para el festejo del cumpleaños de mi abuela, del cual no estaba enterado como es mi costumbre con los cumpleaños. Le dije que me esperara y que en 10 minutos estaría en su casa. Me levanté, me puse los pantalones, una playera y tenis (olvidé los calcetines); tomé mis lentes de sol y mi chamarra “roja” de cuero. Y mientras caminaba bajo el sol me sentía igual de sucio y arrugado que la chamarra. No llevaba cartera, dinero, ipod, celular, las cosas sin las cuales me he acostumbrado a no salir. Caminé pero no hacia casa de mi tía, sino hacia el metro ‘la viga’. Caminé bastante confundido, bastante ‘vale madres’ y con cara de molesto con la chamarra al hombro. Llegué a la entrada del metro, creo que si hubiera llevado dinero hubiera llegado más lejos, pero al darme cuenta de que estaba haciendo algo completamente inútil y sinsentido decidí regresar para tomar el camino a casa de mi tía. Pero de regreso encontré un colchón abandonado a un lado de la entrada del metro, justo debajo de un techito que lo protegía del sol; de seguro había servido para que algún indigente pasara la noche.
Y así sin más me acosté y me dormí. Desperté a eso de las 12:30 gracias a que pasó un tipo en bicicleta muy cerca de mi. me dirigí a casa de mi tía, ayudé a colocar las mesas y sillas, ya que debido a mi tardanza alguien más ya había colocado la lona. Acompañé a un tío al centro y después dediqué la tarde a hablar mal de cualquiera que dijera algo cerca de mí, con eso provocaba algunas risitas de mi hermana menor y severos reproches de mi hermana mayor, sobre todo cuando los comentarios burlones iban dirigidos a un sacerdote amigo de mi abuela… ahh… y también se molestaba bastante con mis comentarios mensos mientras al final del día veíamos “La pasión”… y así regresé a mi casa, encendí la computadora y me rasqué el cuello, con lo cual ahora me da miedo que me hayan saltado encima pulgas del sucio y viejo colchón.
¿En qué carajos estaba pensando cuando me quedé dormido ahí? No quiero sentirme así otro día; siento una ligera debilidad mental,,, tal vez no tan ligera… hoy sólo quiero bañarme inmediatamente y dormir. Ni siquiera tengo ganas de despertar después de eso. Estoy triste, y cuando recuerdo que no tengo motivos para estar triste, me enojo… estoy enojado y triste.

lunes, 10 de marzo de 2008

¿Nacen, o se hacen?



La cara de loco de este bebé es increíble, y más increíble cuando se sabe que ese pequeño de mirada perdida es nada más ni nada menos que el Wittgenstein,,, sí sí,, ese merol!!!


Y ante esta, sólo una palabra: Desconcertante.

(...) o bien: Reflexión dominguera...


El mundo es todo lo que abarca el significado de tres puntos suspensivos entre paréntesis.
El significado de esos puntos se hace explicito al cambiar el sentido ordinario del lenguaje, un cambio de sentido que nos haga olvidarnos del lenguaje mismo.
El lenguaje no es un espejo del mundo, es sólo el cristal sobre el cual se nos dibuja.
La poesía es la piedra que arrojamos contra el mundo.