sábado, 22 de septiembre de 2007

Espuma en un café


No fue hecha para besar mi boca,
Ni mi corazón para amar,
siempre esconden sabores amargos en el fondo
Humo, café.
Un rincón oscuro en un café.
Una anécdota proveniente de una mesa cercana
alcanza a arrancarme un breve y amarga sonrisa.
Pido otro café.
Clavo mi mirada en la luz que entra por la puerta.

En estos momentos mi corazón está expuesto,
Desnudo.

Siento el frío y el calor más hondamente que nunca.
Música suave,
Goteras en el techo,
Poca luz,
Pequeñas lámparas encendidas que no alcanzan a iluminar más
de lo que ilumina la luz que entra por la puerta.

Quiero dejar de pensar,
pero todo en lo que me he metido me obliga a hacerlo.
Quiero sentir cada momento acariciar mi corazón desnudo,
pero,
en lugar de eso,
me pongo a escribir.

Sigo esperando el café,
sigo sintiendo el frío,
sigo pensando,
sigo escribiendo.

Ya llegó el café.

Quisiera que una espuma tan suave,
como la que cubre el oscuro color del café,
cubriera mi corazón,
y mis pensamientos,
y las líneas que escribo.

En fin.
Ya tengo mi café,
ya tengo mis cigarros
y en la hoja ya no queda espacio,
se terminó.

2 comentarios:

jmbonilla dijo...

Viva el café!! Cada vez que voy a tomar una taza solo, en una cafetería nueva, escondida, recuerdo una escena de Quest for fire, película de Jean-Jacques Annaud en la que Burguess participó como creador de un lenguaje basado en señas,que tiene todo el carácter ritual de tomar una taza de café: cuando le enseñan al nuevo miembro de la tribu a provocar el fuego. Sorprendente, el humo en la mano, el primer sorbo directo a la cabeza y, si es un buen café, los distintos sabores que toma a medida que la temperatura disminuye, desde un amargo dulzón hasta un agrio, ya bien frío. Viva el café, definitivamente.

jf.yedraAaviña dijo...

ttsss... a huevo... ya hay que ir a echarnos una buena taza...

saludos juanito!!