sábado, 24 de mayo de 2008

Que noche más tiste aquella en la que completamente desangrado soñé con mi propia sangre. Y a la mañana siguiente escuchar a los otros decir: ‘ella está enferma’, ‘ella me hace daño’, ‘ella me quiere dejar’… nada de esto me conmueve, no hay nada más triste que decir ‘soñé con ella’.

Con estas palabras comenzó mi día. Pero quedaron ahí en la pantalla esperando que las continuara.

Al final no encontré hoy qué decir. Las palabras parecen no ser suficientes para recorrer cada pensamiento que me invade. Que si el mundo es esto, que si la conciencia aquello. Nada de lo que me preocupa encuentra palabras claras que lo expliquen, así como no puedo yo expresar mi propia preocupación. Hoy tuve la oportunidad de recordar la fe que alguna vez tuve. Recuerdo la forma en la que me sentía cuando escuchaba las palabras que suponía enteramente impregnadas de verdad. Todo tan claro, todo con una meta, todo con sufrimiento asegurado respondiendo a la gloria prometida. Una misión, una lucha que le daba sentido a todo lo que pasa junto a nosotros y nos roza.
Aun sigue impresionándome la idea de que somos un mar de percepciones. La unidad de lo perdido, si no es que de la pérdida. La esperanza se reduce a continuar flotando entre los escombros de lo que es, seguir siendo el oleaje de la pérdida.

Recuerdo mis prédicas cotidianas. Una siempre dirigida hacia el espíritu santo, pidiendo saber, pidiendo siempre ser parte de la verdad. La segunda dirigida al corazón de Jesús, pidiendo la fuerza para guiarme por esa verdad. Es curioso que me haya sentido abandonado por el corazón y no por la verdad, siendo que ésta es la que nunca he alcanzado. Tal vez la fuerza que me faltó fue la que me hacía querer la verdad.

Perdí a Dios. El mundo ya no es ese camino que por su longitud ocultaba el destino al que llevaba. Tan sólo es ese oleaje sin rumbo que no encubre destino alguno. Así es mi mundo ahora. En él lo importante no es el amor o el odio, éstos siempre tomarán formas distintas… guerras y resistencias; lo importante es… eso que en cada caso somos nosotros mismos. El vivir. Flotar como lo hacen las notas sobre un piano, y como lo hace la música sobre éstas.

Durante el día me siento lleno de ganas de hablar, de poner en palabras todo lo que llega a rozarme. Pero al final de día pierdo la sensación del roce y me quedo con palabras huecas que quieren llenar cada espacio, pero que por su vacío me son odiosas.

1 comentario:

Romulo dijo...

Yedrita!!! que pachuca?, te dejo una pagina que te puede interesar:
www.fundacionletrasmexicanas.org