Todo puede resolverse en una palabra, que ha sido lanzada a los brazos de la multitud iracunda para ser desmembrada, para ser usada cual moneda de cambio. Quienes llegan a ser partícipes de esta verdad pueden querer usar la palabra o rescatarla de su latente desgracia. Pero ¿cómo rescatarla sin usarla? Es imposible. Si no la usamos, queda abandonada a su eterna vulgarización por parte del resto de conciencias e inconciencias. Y si la usamos, entramos en el juego de las sucias conciencias desvirtuantes.
Sólo queda pues entregarse a la palabra sin darle un rostro. Olvidar su glorioso destino y mantenerla en el aislamiento. Esta es mi apuesta actual. Entregarme al amor sin por ello imponerle un nombre, un rostro. Amar al amor ya que éste no puede sino amarnos.
2 comentarios:
¡Wow, Yedra! Qué poético post.
Saludos
ya te dije... escribes muy bonito. CReo que el otro día encontré algo que escribiste sobre Holofernes
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