sábado, 28 de abril de 2007

El inicio de un cuento...

Caminaba por la calle sintiéndose completamente normal. Un poco de sol en su rostro, un poco de tierra en el aire, ninguna preocupación en su mente. Es cierto que siempre había preferido caminar de noche y si era bajo la lluvia, y su humor lo ameritaba, le parecía mucho más placentero, pero no tenía motivos para quejarse por caminar bajo el sol de mediodía. De pronto el sol dejó de tocarlo al dar la vuelta para acortar su camino por unos jardines públicos. Siempre había preferido ese camino para evitar por unos instantes el ruido de los autos y para evitar encontrarse entre esa gente que impide avanzar al ritmo que uno quiere. Estando cerca de la salida de los jardines vio una banca y sin siquiera pensarlo se sentó en ella a la sombra del árbol que se encontraba detrás de ésta. De pronto su mente se llenó de ideas confusas y el corazón comenzó a latirle fuertemente hasta que esto se convirtió en una más de las ideas que le golpeaban el cráneo. ¡Sombras! ¡Sólo sombras! Era lo único que podía decir suavemente mientras el aire levantaba la tierra del corredor por el que había llegado hasta la banca. El sol se escurría entre las ramas y entre las hojas del árbol hasta que golpeaba su rostro a la par que lo hacía la tierra. Empezó a preocuparle la forma en que su mente se había alterado. ¿Acaso tenía fiebre? Estaba sudando y sentía que su pecho se encontraba en llamas mientras el resto de su cuerpo se congelaba. Abrazó fuertemente su mochila y cerró los ojos. Lentamente dejó de sentir el fuego y el frío, su mente se aclaró por completo. Pero antes de que pudiera decir en voz baja la causa de su delirio pasajero, su mente quedó completamente en blanco y sus ojos se abrieron. Había pasado demasiado tiempo sentado en esa banca. El cielo se había puesto rojizo y no pudo saber si el sol se encontraba bajo el horizonte o detrás de alguna nube. Se puso de pie, sintió correr la sangre por sus piernas y enseguida comenzó el detestable hormigueo, pero aún así caminó hacia la salida.
-¡Acá yastá cerrado! Va tener que salir por dónde entró joven.
Aún se podía ver que pasaba gente al otro lado de los barrotes que cercaban los jardines. Posiblemente gente que trabajaba en el mercado que estaba a pocos metros de los jardines. Algunos llevaban grandes bolsas, otros algunos tubos de metal con los que armaban sus puestos. Un niño arrastraba un enorme bote de basura hacia una pila de bolsas sucias sobre las que se veía un letrero: “Prohibido tirar basura”.
Cuando llegó a la puerta por la que había entrado, el sol se había ocultado casi por completo. El policía encargado de vigilar esa entrada lo miraba fijamente por encima de la revista que tenía entre sus manos. Estaba bastante pálido y caminaba de forma extraña por el hormigueo que sentía en la planta de los pies y entre los dedos. Al cruzar la puerta de metal escuchó cómo el policía la cerraba, y al escuchar el chirrido metálico a sus espaldas se percató de la brisa fresca, un poco fría. Metió la mano en el bolsillo interior de su chamarra y sacó un cigarro, lo encendió, y al deshacerse de la primera toma de humo sintió con placer nuevamente el viento frío. Casi mecánicamente clavó la mirada en el piso y comenzó a caminar. No tenía que ver por dónde iba, los caminos que recorremos diariamente pierden su misterio y en este caso, él ya conocía hasta las piedras sueltas y los hoyos del piso por el que caminaba. Al llegar a la esquina se detuvo para esperar que el semáforo detuviera a los autos para que él pudiera cruzar. Una mujer se detuvo a su lado con el mismo propósito. Llevaba una enorme bolsa de la que no se podía ver su contenido, pero seguramente era una de aquellas mujeres que trabajaban en el mercado. Detrás de ella venía el niño que había estado arrastrando el bote de basura al otro lado del jardín, se detuvo junto a la mujer, la tomó de la mano y clavó la mirada en los ojos del joven. Cuándo éste se percató de su mirada sintió un escalofrío. En el rostro del niño comenzó a dibujarse una sonrisa poco infantil. De pronto los gestos del niño no eran más que incitaciones sexuales, sus ojos se empezaron a hundir, su sonrisa se mantenía incitante y depravada, y su lengua se asomaba por entre sus dientes de tal forma que al verse iluminada se veía rosada y húmeda, pero al quedar entre las sombras de su boca parecía cubrirse de pelos. El niño intentó acercarse al joven, pero antes de que pudiera hacerlo, la mujer lo tomó por la cintura con ambas manos y lo levantó hasta recargarlo en su pecho. El niño no apartaba del joven su mirada, y sin que éste se percatara, la mujer comenzó a besar en la boca al niño. Quería dejar de mirarlos, pero los ojos del niño lo habían atrapado. Por un momento pudo esquivar la mirada del niño, pero ahora la había atrapado su lengua que se retorcía contra la boca de la mujer. De pronto el brillo del rojo de la lengua cubrió por completo los ojos del joven. El pecho volvió a encendérsele y su espalada se congeló de nuevo. No podía ver nada más que sombras cubiertas por una luz roja, y su corazón comenzó a agitarse más de lo que lo había hecho antes. De nuevo calma. La luz roja permanecía frente a sus ojos, pero comenzó a ser envuelta por la oscuridad de la noche hasta convertirse en un pequeño círculo al otro lado de la calle, hasta que éste cambió su color a verde y la mujer y el niño, que ya se encontraba nuevamente en el piso y tomado de la mano de la mujer, caminaron hasta cruzar la calle y se perdieron de vista. La palabra “sombras” golpeaba su cráneo con insistencia.
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sábado, 21 de abril de 2007

Nuevamente me encuentro ebrio... Cedo la palabra al ron:

MENSAJES INCONCLUSOS:

Y entregarse a la locura besando los pies de una desconocida. Clamando que nadie vale más que su dedo meñique. Sabiendo que a quien amas está en otro lugar. Aún así no importa. Lo que quieres es sentir el calor de unos labios junto a los tuyos. Sentir una legua sobre la tuya; olvidando el desprecio y los juegos de los que aquella te hace presa. Olvidando los pecados cometidos. ¡Sólo besa esos pies! ¡sólo disfruta el momento! ¡Sólo, ama al amor! Siente el sentimiento hasta que mates tu alma.

***

I want to lay you down on a bed of roses…

***

¿Por qué sólo entre las nubes del alcohol puedo sentir, puedo vivir?
Puedo sentir.
Aquello que me niego a ver bajo la claridad de la luz. Tanta luz que ciega la vista y ablanda el corazón.

Los pensamientos que siguen serán omitidos, puede ser que por prudencia, puede ser que por amor, puede ser que no lo quiera…
Sólo quiero sentir…
Sólo sentir…
Sólo vivir…
Sólo dormir…


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Los párpados me pesan, siento cadenas colgando de mi cuello... muero... y mañana resucitaré...y olvidaré... y estaré feliz...

sábado, 14 de abril de 2007

Mentira y Placer...

La mentira es una de las cosas de las que más placer se obtiene al instante, pero el placer que se obtiene es arrebatado por el sufrimiento que causa la verdad…

miércoles, 11 de abril de 2007

Algo nuevo...

Sigue el insomnio. Ahora sí ya no sé por qué es!! Ya no tengo ninguna preocupación, y no quiero tenerla. Pero no puedo dormir. Sé que mañana tendré que despertar temprano, o más bien levantarme temprano, ya que no sé si pueda dormir, pero aún así sigo despierto.

Así que pasemos a algo nuevo, algo de lo que nunca hablo: mi madre. Si no hablo de ella no es porque me traiga malos recuerdos, o porque me ponga melancólico y nostálgico. Simplemente no hablo de ello porque incomoda a las personas. Siempre que por alguna razón tengo que aclararle a alguien que mi madre murió, dicha persona se lamenta el haberme llevado a afirmar eso. Pero realmente no me molesta. Incluso me siento mal a veces por no interesarme por ello. No me siento mal porque esté muerta, me siento mal por no sentirme mal por ese hecho.
No recuerdo la fecha de su cumpleaños, no recuerdo el día en que murió, no recuerdo la fecha del aniversario de bodas de mis padres. Eso debe ser malo. Tal vez soy un mal hijo. No lo sé. ¿acaso la extraño? La verdad es que no sé. Hay veces en las que me pregunto qué me aconsejaría ella, o más bien ¿qué haría ella?, pero también hay veces en las que siento que de no haber muerto yo no sería la persona que soy, y la verdad es que me gusta cómo soy, por lo tanto… ¿acaso prefiero que esté muerta? Eso es lo que me intriga, pensar que prefiero que haya muerto a que ahora estuviera viva.

Es cierto que he perdido muchos detalles acerca de ella. La recuero bastante inteligente, muy elegante, muy alegre, justa, cariñosa, hermosa… también recuerdo su cara de enojo, y recuerdo que de niño tenía sueños en los que su cara enojada cambiaba de colores y siempre despertaba asustado y sudando. Hace poco viendo el rostro de una de mis tías recordé esa cara. Sip.. mi madre… le escribí tantos poemas, le pedí perdón tantas veces… creo que sí la extraño, pero sigo sin saber si realmente quisiera que estuviera conmigo ahora. La recuerdo como una sombra… lo único que puedo recordar claramente es su amor, es decir, el sentirme amado por ella. Los padres no son buenos para expresar esos sentimientos, pero las madres sí. Su amor… eso es lo que recuerdo y lo que extraño. Pero sigo afirmando, aunque suene muy seco e incluso irrespetuoso: “El muerto al hoyo y el vivo al bollo.” Pero para que estas reflexiones no terminen tan ásperamente pondré uno de los poemas que le escribí, es malo, yo lo sé, creo que tenía como 10 años cuando lo escribí (para el día de las madres), pero después de que murió me lo aprendí de memoria:

Cuando buscas el amor
Es cuando menos lo encuentras
Busca siempre en tu interior
Y piensa en lo que más anhelas.

El amor que yo he encontrado
Es el que siempre he anhelado,
Es el amor de una madre
Que siempre estará a mi lado.

(A huevo!! Me acordé,,, no soy tan mal hijo después de todo.. jaja…)



Preferiría haber escrito un encomio a mi madre, pero en estos momentos no me siento capaz de escribir algo bueno o por lo menos decente...

sábado, 7 de abril de 2007

¿Qué puede pasar?...

Como algo inesperado, el miedo a hablar se apodera de mí. La constante pregunta ¿Qué puede pasar? no se presenta sin la presencia de miles de respuestas que traban mi lengua y me impiden hablar. No sólo es la pregunta por las consecuencias de las palabras, es al mismo tiempo un estado de ánimo que invade cada aspecto de mi vida. No puedo actuar. ¿Qué puede pasar?
Las posibilidades se limitan al fracaso.
Inconscientemente me veo llevado a esperar. Si cualquier cosa pasa sin que yo la provoque concientemente será bien recibida; pero tengo miedo a fallar. Ya no quiero tener miedo. No quiero tener que esperar. Pero hay algo que me obliga a hacerlo.
Y de seguirlo haciendo: ¿qué puede pasar?...

martes, 3 de abril de 2007

YYaaaaaaaaaaa!!!!!

A falta de cosas interesantes que hacer a las 2:30 de la mañana pues nuevamente me pongo a escribir. No tengo tanto sueño como debería. Por fin terminé mis trabajos, cuestionarios y reportes de lectura. A partir de las 4 de la tarde del día de mañana, bueno de este día, seré libre. Pero me doy cuenta de que otro trimestre pasa y yo sigo sin sentirme más sabio. Jajaja.. es gracioso que esperara eso de la filosofía, que me hiciera sabio. Es un deseo que no puedo reprimir, pero por lo menos ahora sé que su obtención no se encuentra en la filosofía, ni en el arte, ni en la ciencia. Se encuentra en la vida. Aprendo más cosas de mis amigos que de los filósofos o de los artistas. En fin, me espera llegar a la escuela así que espero dormir un poco. Aaahh.. y les adelanto un post que esperaba subir más tarde.. jeje.. mi Némesis también ha envejecido.. jajaja y cada vez es más malévolo!!