martes, 31 de marzo de 2009
lluvia sobre arena
son ya los miembros por los que corre agua en arena
sobre la piel las raíces hinchadas asoman sin vida
la vida espesa abandona los cuerpos
lenta
repta
rasgando cavidades colores dormidos
en la superficie llanto espeso
se posa en la mente se posa en los sueños
huesos triturados el trayecto de la sangre usurpando
avanza lento llanto espeso avanza
hacia el comienzo de todo hacia los labios
hace temblar llanto espeso los hace temblar
nos hace desear expulsarlo por los ojos
pero es muy espeso el llanto espeso
hasta contener el avance de los ojos se aprieta
la mirada
se espesa la sangre
la mirada pesa
sábado, 21 de marzo de 2009
Se van a nombrar las cosas
Voy a nombrar las cosas, los sonoros
altos que ven el festejar del viento,
los portales profundos, las mamparas
cerradas a la sombra y al silencio.
Y el interior sagrado, la penumbra
que surcan los oficios polvorientos,
la madera del hombre, la nocturna
madera de mi cuerpo cuando duermo.
Y la pobreza del lugar, y el polvo
en que testaron las huellas de mi padre,
sitios de piedra decidida y limpia,
despojados de sombra, siempre iguales.
Sin olvidar la compasión del fuego
en la intemperie del solar distante
ni el sacramento gozoso de la lluvia
en el humilde cáliz de mi parque.
Ni el estupendo muro, mediodía,
terso y añil e interminable.
Con la mirada inmóvil del verano
mi cariño sabrá de las veredas
por donde huyen los ávidos domingos
y regresan, ya lunes, cabizbajos.
Y nombraré las cosas, tan despacio
que cuando pierda el Paraíso de mi calle
y mis olvidos me la vuelvan sueño,
pueda llamarla de pronto con el alba.
-Eliseo Diego-
El nombrar las cosas, en el primer nivel, claramente alude a los sentidos, siendo ‘los sonoros /altos que ven el festejar del viento’ los oídos en un ambiente despejado, ambiente con el que se involucrará más adelante la voz poética. A su vez, ‘los portales profundos, las mamparas cerradas a la sombra y al silencio’, hacen una clara alusión a la vista y, aunque no es propiamente un sentido, a la voz. La vista y la voz anuncian aquello que en el nombrar las cosas se encuentra fluyendo del mundo al individuo, entre la exterioridad y la interioridad, trazando de este modo una escisión entre el sentido del mundo y el sentido del individuo. De tal suerte que, en la primera estrofa del poema, el nombrar las cosas se presenta como un enfrentamiento, aunque no en un sentido de violencia o lucha, entre lo externo y lo interno, entre el mundo y el individuo. Así, al hablarnos en la segunda estrofa de el interior sagrado, la penumbra que surcan los oficios polvorientos, no nos debe llevar a pensar en un mundo independiente del individuo, en este caso, independiente de la voz poética, sino en ese mundo que es la propia interioridad. El carácter sagrado de la interioridad contrasta con la penumbra, pero no de un modo completamente ininteligible, ya que tenemos oficios que surcan esa penumbra. Aquí, lo que se puede percibir es una interioridad que no puede dejar de fluctuar entre lo externo y ella misma; es esta penumbra el lugar en el que se mueve el actuar de la voz poética. Sin embargo, este actuar no es el propio u originario del individuo, ya que el que sea polvoriento indica una especie de impureza. Por otra parte, en esa misma estrofa, se nos muestra otro elemento de la interioridad, ‘la madera del hombre, la nocturna madera de mi cuerpo cuando duermo’. Aquí se nos sigue hablando de lo esencial del hombre, del individuo, de la voz poética. La madera es aquello de lo que está hecho el hombre y, al hablarnos de la ‘nocturna madera’ de un cuerpo, no podemos evitar asociar esto al inconsciente o, por lo menos, a una conciencia que yace en un cuerpo, y que sólo se muestra para ella misma cuando el cuerpo duerme, es decir, cuando ‘las mamparas profundas’ realmente se encuentran “abiertas” ‘a la sombra y al silencio’. Resulta, pues, un nuevo nivel en el que no hay un enfrentamiento del ‘yo’ con el mundo, sino del ‘yo’ consigo mismo. Sin embargo, dicha interioridad no puede concebirse como independiente de aquello que la forjó, es decir, al margen de su propio proceso formativo; por eso, habla en la tercera estrofa de la interioridad en términos de un lugar en donde está presente ‘el polvo en que testaron las huellas de mi padre’. Esta remisión a un lugar en el que interviene directamente el tiempo pasado, como influido gravemente por una presencia capaz de imprimir en la interioridad (polvo) su propia voluntad, trae a presencia las ataduras inherentes a la voz poética, su anclaje al mundo y a su influencia. El mundo es ahora ‘sitios de piedra decidida y limpia, despojados de sombra, siempre iguales’. Pero éste es el mundo que ha determinado la conciencia del individuo, que ha formado esa interioridad, con lo cual se presenta ahora un enfrentamiento del ‘yo’ con la ‘conformación del ‘yo’’.
Hasta aquí llega lo que se nombrará. Es precisamente el mundo, el ‘yo’, y el ‘mundo-yo’ lo que pretende nombrar la voz poética, dejándonos en claro que no hay nada más que nombrar. Sin embargo, queda por ver de qué modo se nombrarán estas cosas. Para esto, tenemos la cuarta y quinta estrofas, en las que se muestra lo que ha de ser tomado en cuenta para poder nombrar las cosas. En primer lugar, se nos menciona la necesidad de la presencia de ‘la compasión del fuego en la intemperie del solar distante’. El fuego en la intemperie basta para resaltar el carácter insuficiente de esta presencia pues, ¿qué tanto puede alumbrar o calentar el fuego a la intemperie? Más aún cuando se trata de un fuego distante. Sin embargo, la palabra ‘solar’ puede traernos problemas, ya que su uso no es el mismo al que estamos habituados; bien puede tratarse de un espacio abierto consagrado a la edificación de algo, como también puede, como es usado regularmente en Cuba, hacer alusión a una casa de vecindad. En todo caso, se trata de una morada a la intemperie, donde el calor y el brillo o la luz parecen no ser suficientes. Sumado a esto, tenemos nuevamente una alusión a lo sagrado, cuando se afirma que es necesario, de igual forma, ‘el sacramento gozoso de la lluvia en el humilde cáliz de mi parque’. En estas dos estrofas está, pues, presente aquello que podíamos considerar propio de la voz poética; propio en el sentido de pertenencia, ya que es la morada el solar y el parque. Morada que no por sagrada deja de tener una remisión a lo insuficiente (el fuego distante a la intemperie) y al dolor (la lluvia en el cáliz como llanto por las penas.) Esto, por su parte, sigue siendo relativo a la relación mundo-yo, pero en seguida se nos menciona la abrumadora presencia del mundo frente a la penumbra de la interioridad, cuando se nos aclara la necesidad de tomar en cuenta, al nombrar las cosas, ‘tu estupendo muro, mediodía, terso y añil e interminable’. El mundo se presenta aquí como aquello inabarcable y estupendo, pero también como una barrera, como un muro. La sexta estrofa parece, a primera vista, no contener elementos que continúen con la descripción de las condiciones de posibilidad del nombrar las cosas: el modo. Por el contrario, parece insertar el devenir del ‘yo’ entre interioridad y exterioridad en el tiempo, al traer a presencia ‘la mirada inmóvil del verano’; pero en un tiempo que es cíclico, que no puede, aunque inmóvil, apresar lo sagrado, en éste caso el cariño, ya que éste tiene la posibilidad de conocer el fluir circular mismo del tiempo (los ávidos domingos), estando en el tiempo el deseo (ávidos) y en el tiempo mismo la decepción, la derrota (y regresan, ya lunes, cabizbajos). Esto recuerda el funcionamiento de la voluntad que se mueve por el deseo y en el deseo mismo encuentra el dolor (voluntad en el sentido del Wille schopenhaueriano).
Por último, la estrofa restante se presenta como conclusión de todo lo anterior. Presenta el sentido mismo del nombrar las cosas, lo presenta incluso ligado al tiempo al decir: ya nombraré las cosas, tan despacio. El nombrar las cosas se presenta, pues, como dilatado en el tiempo, y no puede ser de otra forma dado lo que ha mostrado con respecto a la relación entre interioridad y mundo. Sin embargo, no se trata de un tiempo estático, ya que se deja abierta la posibilidad de la pérdida de lo propio al decir: ‘cuando pierda el Paraíso de mi calle y mis olvidos me la vuelvan sueño’. Pero no es la pérdida lo único que se menciona en estas líneas. Por el contrario, se muestra que este olvido del mundo, en tanto que exterioridad y, a la vez, en tanto que morada de la interioridad, que trae a presencia el ambiente onírico propio de la interioridad, del ‘yo’ al margen del mundo, tiene su solución en el llamar de pronto con el alba. Es decir, que la escisión mundo-yo, sólo puede ser redimida mediante la invocación inherente al nombrar las cosas. Es en el terreno del lenguaje, es decir, en el de la voz que anuncia la unión inquebrantable, aunque sí olvidable, entre el mundo y el individuo, entre la exterioridad y la interioridad de un cuerpo, donde puede darse la recuperación de lo originario. El nombrar es decir, y en tanto que decir, es voz, y en tanto que voz, es lenguaje; con lo cual queda claro el sentido de las palabras de Heidegger en la Carta al humanismo “el lenguaje es la morada del ser” y la poesía el modo propio del lenguaje originario, por medio del cual el Habla habla (Die Sprache spricht). Prueba de esto es el poema de Eliseo Diego.
sábado, 21 de febrero de 2009
viernes, 20 de febrero de 2009
Möglichkeit

Puedo amanecer con la mente deshecha.
Puedo sentir en mis costados el peso torcido de mi cuerpo.
Conseguir que la luz se aparte unos minutos más,
y así seguir esperando que el silencio me abandone.
Podría hablar de las noches pasadas, decir:
Que un río de estaño empapó mis cortinas
mientras el frío nocturno bailaba con el viento,
y gotas de luz manchaban las faldas de mi horizonte.
Podría hablar del palpitar inflamante que adormecía mi pecho.
Podría vivir de nuevo con un manto de pies a cabeza.
Podría y pude, por las calles perderme, si de noche era.
Pero una presencia me invita a pensar que pude y no podría.
domingo, 18 de enero de 2009
El saludo

Frente a mí sólo se diluía el humo con la visión borrosa que provocaba el frío en mis ojos. Sin duda la seguía esperando, aunque me dijera a mí mismo que sabía que ya no llegaría. Cada movimiento entre las sombras, cada pequeño sonido proveniente del frío viento, cada palpitar mismo de mi propio corazón, hacía brotar en mi mente la espera de su saludo.
-Llegará, ella lo dijo.
La tarde ya era noche desde hacía tiempo; la humedad en el aire ya era ligeras gotas de lluvia desde hacía tiempo; la espera de su llegada ya era sólo la espera del desencanto desde hacía tiempo. Y, sin embargo, en mis oídos seguía sintiendo nacer su tan peculiar saludo.
Se escribe en pasado cuando se han consumido las posibilidades del evento, cuando su vida misma se sabe terminada. Todo comienzo en pasado es un monumento a lo que nace muerto. Y, sin embargo, ahí estaba, esperando con ansia el nacimiento.
Esa noche podría haber imaginado miles d encuentros, miles de lugares que seguirían a un solo saludo.
Su voz ya la había olvidado, pero no sus palabras. Siempre se repetía en sus saludos y despedidas. Siempre en su mirada repetía lo que yo había aprendido a encontrar en sus gritos y susurros; sabía ya que no escucharía el repetir de éstos y, sin embargo…
-Legará, ella lo dijo.
A cada momento me inquietaban más las miles de miradas que a mis pies, de mí se burlaban; mismas que a mi llegada eran más bien cómplices de mi… llegada.
Una música lejana rompía por momentos la soledad fría de mi espera. Tal vez una fiesta. Gente riendo, tal vez seria, tal vez sólo conviviendo. Pero ahí estaban, siendo cómplices de las piedras burlonas sin saberlo.
-Llegará, ella lo dijo.
Intenté cubrir los signos del frío que escapaban de mi boca, ayudados por la respiración y los suspiros, con un cigarro. El humo es más visible, pero no necesariamente signo del frío.
-Llegará, ella lo dijo.
La noche tronaba, tanto en luces como en sonidos. Podría decirse que ella se desmoronaba a cada instante, como si la fuerza del segundero escondido bajo mi manga tuviera la fuerza suficiente para, con su temblar, hacer temblar al mundo entero.
Cuando ella se demora es cuando ella se desmorona…
Miré el cielo, miré el reloj.
Es más fácil soportar la desventura cuando el temblar del mundo se debe sólo a las lágrimas en nuestros ojos; pero cuando el mundo es el que está cubierto por lágrimas, y nuestros ojos están secos…
-Llegará, ella lo dijo.
Me di cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo sólo hasta que el sonido de mi colilla apagándose entre la humedad del piso alcanzó mis oídos. Era como si en su desesperación, el calor de la colilla se aferrara al mundo rasguñando su superficie… sí, ese es el sonido: uñas aferrándose al piso, colillas apagándose en la humedad del piso.
Como sea, ese sonido fue el signo del rápido transcurrir del tiempo.
-Llegará, ella lo dijo.
¿Qué fue realmente lo que dijo? Tal vez fue un “te veo mañana donde siempre”, tal vez un “Llegaré a tal hora”. Sin duda dijo algo, y en lo que dijo quedó firmado el compromiso de vernos; quedó señalado el lugar y la hora del encuentro.
-Llegará, ella lo dijo.
Y así siguió la noche, en todo momento calma, hasta que desde la bolsa de mi pantalón surgió la vibración del celular. Debió ser el frío en mis piernas, tal vez la atención que le prestaba a los sonidos de la noche, pero no lo sentí, sólo lo escuché vibrar. Lo tomé con igual calma que aquella de la noche:
-(1 Mensaje recibido)
Lo abrí con calma:
-(Ya llegué. Dónde estás? Dijiste que vendrías!)
Y tan sólo la distancia me impidió de nuevo escuchar su saludo. Y las piedras mojadas de nuevo fueron en su mirar mis cómplices.
sábado, 17 de enero de 2009
Ya no exige mi voz el mar de silencio en el que podía perderse y andar, exige el suave palpitar de tu aroma. Y, así, en cada palabra encuentro el eco de las tuyas, en cada respiro tu aroma presente.
Visten mis ropas restos de las tuyas, tal como ahora en el mundo de mis ojos los contornos de lo que hay llevan la marca de lo que he aprendido a ver desde tu mundo.
jueves, 1 de enero de 2009
2009
jueves, 18 de diciembre de 2008
2008
Que sea pues el resto del año para eso. Este año tan extraño y tan intenso… que con su final parece aún más intenso.
Si no puedo ordenar la maraña regresaré con nuevas líneas antes de que el fin nombrado sea un hecho.
Sea pues este post el último del año.
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Walk in silence,
Dont walk away, in silence.
See the danger,
Always danger,
Endless talking,
Life rebuilding,
Dont walk away.
Walk in silence,
Dont turn away, in silence.
Your confusion,
My illusion,
Worn like a mask of self-hate,
Confronts and then dies.
Dont walk away.
People like you find it easy,
Naked to see,
Walking on air.
Hunting by the rivers,
Through the streets,
Every corner abandoned too soon,
Set down with due care.
Dont walk away in silence,
Dont walk away.
sábado, 29 de noviembre de 2008
Palabras.

(No me reclamen lo mal escrito que pueda estar esto, no lo tenía pensado, tan sólo dejé que las palabras fluyeran. Sé que suena tonto, pero así fue.No hay aquí correcciones, salvo algunos errores de dedo que se debieron a ese ‘dejar’. No hay profundidades concientes, son sólo algunas palabras sobre las palabras.)
viernes, 28 de noviembre de 2008
Más quiero morir por veros
Más quiero morir por veros,
que vivir sin conoceros.
Es tan firme mi esperanza,
que jamás hace mudanza,
teniendo gran confianza
de ganarme por quereros.
Mucho gana el qu’es perdido
por merecer tan crecido,
y es victoria ser vencido
sin jamás poder venceros.
Aunque sienta gran tormento,
gran tristeza y pensamiento,
yo seré d’ello contento,
por ser dichoso de veros.
jueves, 27 de noviembre de 2008
De los prejuicios de un grupo de jóvenes psicólogos

viernes, 21 de noviembre de 2008
Paréntesis camino al metro
El eco que producían mostraba la inmensidad del mundo que quería llenar mis oídos, y ellos tenían que llenarse con tan sólo taconazos.
No me aturden los tacones. Me aturde el eco de aquel caminar ausente, de aquellos pasos dados sin tacones.)... caminamos.
domingo, 16 de noviembre de 2008
Uno antes de dormir

Esbozo de extranjero.
Y descubrí en un momento mi propia mirada
frente al mundo con desprecio
desde mi cansada silueta contorneada por el tedio,
por la fuerza propia de los huesos tan sólo sostenida.
El mundo brilla y su aliento hiela y de mí sólo queda
en pie un esqueleto que con mirada hueca
se queda en su hogar frente al destierro:
Mirando desde el hogar
el silencio del destierro.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Es extraño que de lo extraño sea extraño hablar.

domingo, 9 de noviembre de 2008
Amarraditos
tu como un recrujiente almidón,
y yo siguiendote altanero,
la gente nos mira con envidia por la calle,
murmuran las vecinas, los amigos y el alcalde.
Dicen que no se estila ya más ni tu peinetón, ni mi pasador,
dicen que no se estila ya más ni tu medallón ni mi cinturón,
yo se que se estilan tus ojazos y mi orgullo,
cuando vas de mi brazo por el sol y sin apuro.
Nos espera nuestro cochero,
frente a la iglesia mayor,
y a tropecito lento recorremos el paseo,
yo saludo tocando el ala de mi sombrero mejor,
y tu agitas con donayre tu pañuelo.
No se estila, yo sé que no se estila,
queme ponga para cenar, jazmines en el ojal,
desde luego parece un juego pero no hay nada mejor,
que ser un ser un señor de aquellos,
Que vieron mis abuelos.
jueves, 30 de octubre de 2008
(.)
- ¿Qué haces?
- ¿Yo? Aquí…
- Aquí ¿qué?
- A la espera del antes constante silencio distante ahora.
- ¿Qué?
- Nada.
- ¿Entonces?
- Entonces… ¿Qué tal tu día?
Un breve pujido de llanto se escapa sin motivo, tal vez incluso sin sentido. Hay algo que en mí ya no aguanta y sólo cual pujidos se presenta. ¿Será la ausencia de motivos? Sin duda es la ausencia de sentidos. ¿Yo? Aquí a la espera del antes constante silencio distante ahora. Esponjándome de muerte al sentir que mis sueños en el aire frío se vierten.
Y pregunto y me pregunto y agoto de preguntarme ¿por qué el frío arrastra sueños y los sueños recuerdos? Resulta que del olvido al recuerdo hay sólo un maltrecho camino, y del recuerdo al olvido sólo un salto y no camino.
¿Qué demonios es esto que se expande desde el centro de mi pecho? ¿Qué es eso que sólo al querer nombrarlo se consume en ese centro, y cuando lo olvido regresa y se presenta con más fuerza, y sin nombre vive y muere, que nace y se consume con el confuso tañido de su perdido nombre, de su jamás aprisionado nombre?
Y Adán aprisionó las cosas en nombres para fortuna de su larga descendencia. Pero qué fue de aquello que sólo podía ser conocido después del bien y del mal, después del fruto del árbol de ese conocimiento. Pues quedó perdido así para los hombres. Pero el fruto lo comimos, y ahí están esas cosas sin nombre frente a nosotros. ¿cómo recuperar el poder de aprisionarlas en nombres? Sólo perdiendo los nombres, volviendo a esa lengua que permitió a Adán darle nombres a las cosas. Nuestra habla es un poema olvidado, todas nuestras palabras son metáforas que no sabemos metáforas. Hay que conocer las metáforas, hay que volver al poema.
sábado, 25 de octubre de 2008
domingo, 19 de octubre de 2008
Una noche...
Surgió la luz, lamentablemente acompañada del recuerdo, de la ilusión que recuerdo. Entre fanfarrias y reproches, se consumó el evento. Ella mintiendo, yo perdido en el recuerdo. No supe cuándo terminó, ella tal vez lo supo. Y pensar que sólo me acerqué a ella por su cabello, que era tan sólo una sombra del recuerdo.
Pierdo el tiempo pensando en ella. Pierdo el tiempo razonando aquél momento. Tiempo perdido por no haber nada que pensar de ella, ganando tiempo por entender lo pensado en el momento.
¿Que si la olvido?: Ya la olvido.
¿Que cómo la olvido?: ¿Es que hay algo qué olvidar?
Y ella no escribe y yo ya no escribo y no hay nada que escribir.
Me olvidará si no lo ha hecho, la olvidaré cuando renazca el recuerdo. Tantas bellas palabras, tantas bellas caricias, tantas bellas congojas que nos unieron en verso.
Y ella no entendía lo que yo le decía en silencio. Pero parecía querer entender todo lo cierto, que en mi decir, la rozaba en silencio. No la recuerdo. No la extraño ni la siento. Pero hay algo en el momento, que me aturde y da consuelo.
La despedida fue ridícula. Palabras formales trazadas junto al viento. Gran viento aquella noche; de no ser por lo formal, hubiera perdido el sustento del calor en mi cuerpo. Uno otorga una chamarra, uno otorga el reflejo del calor en su cuerpo. No es un gesto, es una invitación a no romper el momento.
Y se bajó y yo me seguí. Quise entrar junto con ella, pero ¿qué nos faltaba por hacer, por decirnos o reír? Todo había sido hecho, trazado conforme a la fugacidad del momento.
No la puedo olvidar, eso era mentira; pero no hay detrás del decir, nada más que un mero hacer…
Aún siento atrás de las piernas la humedad y el frío de la hierba, aún siento frente a mí la calidez de su cuerpo. Podrá no ser lo que quiero, pero en la brevedad del instante que embriagado de mundo se me abría, pareció ser lo más pronto, a la inmensidad que quería.
Nada me complace ya. A todo le antepongo un ‘pero’. Y ese pero tiene nombre, y a su nombre le sigue ‘no es esto’ …
(y sí, hoy estoy ebrio, y por eso recuerdo esto... me encuentro igual que en aquel momento, y si tuviera el árbol, la hierba y el viento, igual de imbécil me arrojaría al momento...)
viernes, 17 de octubre de 2008
Brisa matutina

A la luz del gris cortinar de un cielo nuevo
Despiertan los pasos aun cargados con sueños.
Brotan sobre el paisaje pequeños rastros del cielo,
Figuras del cansancio por el andar provocado a sus dueños.
Sabio el cielo los coloca tintineantes,
Al compás de un lejano golpe de campanas.
Bajo el horizonte, en cambio, fluye
En silencio en demacrado camino angustiante,
De los hombres los muertos de sus cenas.
Y se mezcla con la brisa matutina
La amargura hiriente a las entrañas.
Palpita en la garganta pestilente la bruma,
Y en los rostros se pinta la repulsión al asomo del subsuelo.
Sólo queda bajo el suelo el misterio del asco,
Sobre las coladeras ondea la brisa matutina.
Es gris el cielo y el asfalto negro,
Son anchas sus bocas, son muchos sus velos.
Así es como se nos invita a despertar,
Siguiendo a la caricia maternal,
el aliento pútrido de un muerto.