viernes, 28 de marzo de 2008

Escurrir


Me encuentro con la idea de que el alma es espacio. Tan simple como eso. Espacio que por el momento ocupan nuestros cuerpos.
Invadir un cuerpo es invadir el alma.
Fumar es por ahora la forma más torpe de llenar ese espacio que por momentos se siente tan vacío.
Beber es por ahora la forma más torpe de sentir que el espacio propio se diluye con el resto del mundo.
¿Qué más sino espacio?
Si me pongo a pensar en el alma, desecho rápidamente la idea de que es sólo espacio. Si me pongo a sentir lo que es mi propia alma no quiero sentirla más que como espacio.
Torpeza mental, debilidad sentimental. Muchas pueden ser las causas que me llevan a esta idea tan simplona.

Ya había dicho antes que al resbalar mientras corría bajo la lluvia, las precipitadas gotas respetaron mi silueta.

Tal vez mi alma se cansó de mi.
Tal vez yo me cansé de ella.

O tal vez nada pasó.
¿Qué fue ese resbalar sino una imagen que escurrió por mis brazos hasta tocar el papel?
¿Vino de mi alma? No. Sólo pasó por ella al igual que todo lo que soy.

Todo escurre en el espacio que ahora llamo ‘alma’. No somos nuestra alma, no somos nuestro cuerpo, nuestra mente o pensamientos. Somos ese constante escurrir. No lo que escurre, no el espacio en el que todo escurre. Tan sólo el escurrir.

¡Qué mejor cosa para que escurra en nuestra alma que otra alma!

lunes, 24 de marzo de 2008

Me lo contó la voz…

“Cuando empieces a escuchar las voces, ignóralas.
¡Siempre están mal!”

-San Martín A. A.-

...que de las olas más lejanas se pierde y cae,
y despierta temblando a la orilla del mar.
Sigue soñando con la luz sobre el rostro.
La piel roja sólo tiene que seguir brillando.

No se sabe qué ha pasado. Solo,
ha llegado a la alameda concurrida.
Sigue arrastrando la fuerza del mar con sus hombros,
sigue despertando preguntas en los otros.

Tan simple como un ave caída.
Tan sincero como un niño rabioso.

Y, sin embargo, tanto misterio arrastran sus cansados pasos,
¡tanto!
que ni su cansada sombra puede ocultarlo.

sábado, 22 de marzo de 2008

¡Kafka llega!

Esto no tiene nada que ver con mi actual estado de ánimo, pero en el momento en que lo leí, ¡¡pegó justo en el blanco!!

“Fracaso, imposibilidad de dormir, imposibilidad de despertar, imposibilidad de soportar la vida o, mejor, el transcurso de la vida. Los relojes no concuerdan, el reloj interno marcha de una forma diabólica o demoníaca, por lo menos inhumana; el externo palpita conforme a la normalidad de su marcha discontinua.”

¡Hoy no podría volver a ese 'estado' aunque lo intentara!

Si mis gritos se perdieron en el viento fue sólo por la velocidad a la que huía. ¿¿De qué?? De la posibilidad de fracasar y, con ella, de la posibilidad de tener algo más que extrañar algún día…

jueves, 20 de marzo de 2008

Palabras atadas.


Terribles paseos bajo el fuego, mediodía,
Cansados pasos que arrastran sueños.
Ecos de sueños, terribles pesadillas.

Caminos vacíos, de sombras que encierran
Al pecho desgarrado y su mirada perdida.
Los recorre un fantasma, y en sus pasos hay vida.

Lo mejor: el final, el descanso,
Codos sobre rodillas, taza tibia entre los dedos.
El corazón bebe el llanto que nace muerto y helado.

Quien guía los pasos no puede sino burlarse de todo,
Del paseo, del camino, del fantasma, del olvido.
Hierve la maldad que en los labios se extiende.

Y aquí despierta mi mano al sentir de las palabras lo tenso,
Como si cada una estuviera atada a las paredes del cerebro.

¿Escribir? ¡Con un demonio! ¿qué escribir?
Soñar, mejor.
¿escribir sobre sueños? ¿acerca de la vida?
Sí, sin papel y sin tinta.

Tan sólo una caricia del pantano sobre el cielo,
Rasgar nubes que no ocultan un bello azul,
Sólo un vacío sincero.

¡Manchas!

Seguiremos desgarrando el mundo,
Pequeñas tumbas se alzan con el paso del tiempo.

¿Que el mundo es el lenguaje?
Entonces no es más que la interminable fila de las tumbas levantadas por el tiempo,
Tumbas que sin tiempo quedan cuando nosotros dispersos en ellas.

Y aquí despierta mi mano al sentir de las palabras lo tenso,
Como si cada una estuviera atada a las paredes del cerebro.

Y una chispa ahí ilumina ‘Amor’,
Y otra más ‘Apagar el llanto’.
Mismas chispas que iluminan palabras como ‘Hambre’, ‘Sueño’.
Mismas chispas que se encienden sin concierto mientras duermo.

Y aquí despierta mi mano al sentir de las palabras lo tenso,
Como si cada una estuviera atada a las paredes de mi cerebro.

lunes, 17 de marzo de 2008

Tengo miedo de tener pulgas…


Esta es una anécdota rápida; un tanto extraña incluso para mí.
Desperté, o más bien me levanté al sentir la voz de Juan que a las 7 de la mañana se despedía y disponía a partir a su casa. Me levanté y lo acompañé a la puerta, regresé a mi cama y seguí durmiendo. Alrededor de las 10 de la mañana recibí la llamada de mi tía, que me pedía ir a su casa para poner una lona y acomodar mesas y sillas para el festejo del cumpleaños de mi abuela, del cual no estaba enterado como es mi costumbre con los cumpleaños. Le dije que me esperara y que en 10 minutos estaría en su casa. Me levanté, me puse los pantalones, una playera y tenis (olvidé los calcetines); tomé mis lentes de sol y mi chamarra “roja” de cuero. Y mientras caminaba bajo el sol me sentía igual de sucio y arrugado que la chamarra. No llevaba cartera, dinero, ipod, celular, las cosas sin las cuales me he acostumbrado a no salir. Caminé pero no hacia casa de mi tía, sino hacia el metro ‘la viga’. Caminé bastante confundido, bastante ‘vale madres’ y con cara de molesto con la chamarra al hombro. Llegué a la entrada del metro, creo que si hubiera llevado dinero hubiera llegado más lejos, pero al darme cuenta de que estaba haciendo algo completamente inútil y sinsentido decidí regresar para tomar el camino a casa de mi tía. Pero de regreso encontré un colchón abandonado a un lado de la entrada del metro, justo debajo de un techito que lo protegía del sol; de seguro había servido para que algún indigente pasara la noche.
Y así sin más me acosté y me dormí. Desperté a eso de las 12:30 gracias a que pasó un tipo en bicicleta muy cerca de mi. me dirigí a casa de mi tía, ayudé a colocar las mesas y sillas, ya que debido a mi tardanza alguien más ya había colocado la lona. Acompañé a un tío al centro y después dediqué la tarde a hablar mal de cualquiera que dijera algo cerca de mí, con eso provocaba algunas risitas de mi hermana menor y severos reproches de mi hermana mayor, sobre todo cuando los comentarios burlones iban dirigidos a un sacerdote amigo de mi abuela… ahh… y también se molestaba bastante con mis comentarios mensos mientras al final del día veíamos “La pasión”… y así regresé a mi casa, encendí la computadora y me rasqué el cuello, con lo cual ahora me da miedo que me hayan saltado encima pulgas del sucio y viejo colchón.
¿En qué carajos estaba pensando cuando me quedé dormido ahí? No quiero sentirme así otro día; siento una ligera debilidad mental,,, tal vez no tan ligera… hoy sólo quiero bañarme inmediatamente y dormir. Ni siquiera tengo ganas de despertar después de eso. Estoy triste, y cuando recuerdo que no tengo motivos para estar triste, me enojo… estoy enojado y triste.

lunes, 10 de marzo de 2008

¿Nacen, o se hacen?



La cara de loco de este bebé es increíble, y más increíble cuando se sabe que ese pequeño de mirada perdida es nada más ni nada menos que el Wittgenstein,,, sí sí,, ese merol!!!


Y ante esta, sólo una palabra: Desconcertante.

(...) o bien: Reflexión dominguera...


El mundo es todo lo que abarca el significado de tres puntos suspensivos entre paréntesis.
El significado de esos puntos se hace explicito al cambiar el sentido ordinario del lenguaje, un cambio de sentido que nos haga olvidarnos del lenguaje mismo.
El lenguaje no es un espejo del mundo, es sólo el cristal sobre el cual se nos dibuja.
La poesía es la piedra que arrojamos contra el mundo.

lunes, 25 de febrero de 2008

...


Toda relación sexual es una agresión. El amor es el único medio por el cual podemos mitigar la violencia originaria del sexo, pero cuando se logra suprimir por completo no se puede hablar propiamente de una relación sexual, sino de una fusión de esencias. “Porque ahora no son dos sino uno.” Este ‘amor pasional extremo’ es el medio más completo para alcanzar la supresión del principio de individuación. Perder los límites impuestos por el propio cuerpo.

Una muy buena conclusión para una buena charla de café.

(Les juro que en el momento la idea surgió con palabras más claras y bonitas,, pero ahora que la quiero reconstruir, éstas resultan un tanto frías… chingaos,,, y me dijeron “anótalo”… pppfff...)

jueves, 14 de febrero de 2008

I used to love shadows and dreams... just like clouds waveing in front of me... not inside of me...



Hoy sólo escribo para poder perderme en las palabras.
Escucharme a mí mismo, ya que ha pasado un tiempo sin que lo haga. Llenar la página en blanco con frases carentes de sentido; llenarla con desbordes de palabras hacia los límites del mundo. Mi mundo. Mi lenguaje.
Hablar de sombras no es hablar de aquellas figuras que se forman al golpear cuerpos con luz. Es hablar de los mil rostros oscuros que no logro iluminar en mi imaginación.
Hoy quiero hablar de arena, viento y lluvia, del mismo modo que hablo de sombras. Quiero evocar a mi espíritu las sensaciones que despertaría un eterno ocaso acompañado de un inagotable viento. Podría perderme en el suave golpe de la arena en mi piel, en su suave danza cuya fuerza proviene del viento. Podría correr por siempre bajo la lluvia, alrededor de un pequeño estanque. Nuevamente el viento presente, las gotas de lluvia cambiando de dirección como un plateado cardumen.

Ahora soy yo quien habla de espíritu, siendo que hace tiempo se lo reprochaba al gran cuentista del espíritu. ¿Un gran delirio báquico? ¿Que puede ser más desbordante que eso? Antes me atraían los principios, las razones, el lenguaje perfecto que evitara los equívocos y sinsentidos metafísicos. Ahora no puedo más que acudir a la poesía en busca de las preguntas correctas, olvidar por completo las razones y principios…

En un lugar a la orilla del estanque resbalé, pero las gotas de lluvia respetaron mi silueta. Ahora creo que sigo corriendo, pero soy sólo el espacio vacío y seco. Mi espíritu se ha diluido. Pero no al modo en que predica aquel que habla de hombres asombrosos y divinos, sino al modo en que las sombras se diluyen en las sombras.

(Cada día me siento más atrapado en la larga fila del pretérito, cuya sombra en el ocaso revela enormes elefantes rubios unidos por cola y trompa.)

sábado, 9 de febrero de 2008

a falta de algo bueno.... algo chingon... jo

algo un poco serio....

algo ya más serio... aunque me gusta más cantada por elvis costello,, pero no encontré un video decente en el que él cantara.....

domingo, 27 de enero de 2008

... ... ...


Tiene tiempo que no sorprendo a mi boca sonriendo torpemente al truncar un largo pensamiento que se funde con las siluetas que pasan ante mis ojos sin que pueda recordarlas, ni a ellas ni al pensamiento.
Ahora sólo encuentro un rostro tenso en la mirada y flojo en la boca. Las mandíbulas separadas y los labios juntos.
Miro un cubo de concreto levemente hundido en la tierra, justo en el centro del patio por donde pasa la gente. Después de uno de esos pensamientos truncados me doy cuenta del estado de mi rostro, pero también de que no miro a la gente pasar, sólo pongo atención a las sombras que resbalan sobre el cubo. Supongo que son de la gente que pasa frente a él. Eso no importa.
- ¿Por qué no quitas esa cara de tristeza?
- Porque no estoy triste.
- ¿Enojado?
- No.
- ¿Alegre?
- … … no.
- ¿Entonces?
El sólo abanicar con la mano como si tratara de espantar a una mosca convence a la gente de que algo “tengo”, y de que no quiero hablar de ello.
Antes me molestaba que la gente se quedara con esa idea, ya que realmente nada me pasa, o más bien no “tengo” nada. Ahora sólo me alegro de poder continuar en silencio.

- “…la hormiga. ¡Toma 5!…”
Parece que cada vez es más común que despierte de un pensamiento truncado que no logro recordar. No logro sentir la soledad de la sala gracias a la voz que proviene de la pantalla. Ni siquiera la blanca superficie de ésta puede hacerme sentir sólo, pero el conjunto de los asientos libres ayuda un poco. Sé que pronto comenzará a llegar la gente y la sala se llenará, así que trato de aprehender la soledad de ésta… sin lograrlo.

Ya se oscurece el recinto, ya se detienen las risas y el murmullo, ya se llena de luz y sombras la pantalla: el mar, un mar oscuro con leves destellos naranjas… pero la emoción por enterarme del papel que jugará el mar en la historia que comienza, se ve truncada por la idea de que en un día esa historia será sólo un pensamiento truncado que no podré recordar.



“And Now for Something Completely Different”:

Adelante a toda despedida, cual si estuviera tras de ti,
como el invierno, que ahora mismo muere;
pues entre todos los inviernos, hay uno tan sin fin
que, pasándolo, íntegramente pervivirá tu corazón…

Sé, conociendo al mismo tiempo la condición del no-ser,
el infinito fundamento de tu íntima oscilación
para que tú la realices íntegramente, por esta única vez.


-Rilke-

miércoles, 9 de enero de 2008


Es común que por las noches, justo antes de acostarnos en nuestras camas para dormir, se presente la necesidad de reflexionar sobre nuestro día, nuestra vida. Es en estos momentos en los que quedamos frente a nosotros mismos, ninguna persona con la cual distraernos de lo que nos molesta, lo que nos falta o sobra; momentos en los que es común vernos rodeados de sombras. Sombras, recuerdos y planes. No podemos tener una visión clara de todo lo que nos rodea, lo único real, claro e inmediato somos nosotros mismos; debe ser por eso que la mayoría de esos momentos son melancólicos. ¿Qué tanto podemos soportarnos a nosotros mismos? He encontrado tiempo para crear esos momentos incluso de día, incluso rodeado de gente, incluso gente que no me es indiferente, que por el contrario me importa demasiado. Pero aún así he preferido hacer de los momentos comunes, momentos melancólicos repletos de soledad y sombras. Puedo caminar por las calles completamente solo, sin pensar en otra cosa que en mi. nada me acompaña más que palabras en mi mente. Incluso he pensado en comprar una grabadora de bolsillo para no perder esas palabras, para no tener que detenerme a media calle para escribir algo que me parece digno de ser escrito. Si no la tengo es porque el ir hablando solo por las calles me parece algo pretencioso, incluso molesto para mi mismo. El celular ha sido de gran ayuda para no perder algunas de esas reflexiones esporádicas y espontáneas; simplemente escribo un mensaje que nunca envío y sólo guardo. Claro que las palabras pueden retener mis ideas y sentimientos para la persona que días después los lee creyendo que es él quien las ha escrito antes, pero para cualquier otra que se sienta ajena a ellas no podrán más que mostrarle mi torpeza al escribir.
Aquí quiero poner algunas de esas palabras que en mi mente sonaban tan bellas al estar acompañadas del sentimiento que las generó. ¿Para qué? Simplemente porque así lo decidí en uno de esos momentos melancólicos, en el que no pude dejar escrito o grabado lo que pensé y sentí, pero que por suerte aun recuerdo un poco.
Caminaba por la calle como a eso de las once de la noche. No podía ver a ninguna persona, simplemente las luces de los coches que pasaban a mi lado; sin embargo no era eso lo que me hacía sentir sólo, ese sentimiento ya lo venía arrastrando desde antes de abandonar el lugar en el que me encontraba antes de salir a la calle, lugar en el que no me encontraba solo. Una frase me cruzó por la mente “somos el sueño de una sombra”. No me preocupé por recordar el contexto en el que escuché, o más bien leí esa frase, simplemente lo apliqué al sentimiento que venía arrastrando desde que comencé a reflexionar sobre mi día, mi vida y mis planes.
Cuando me encuentro en momentos de reflexión mi propia persona parece desvanecerse, no soy sino algo soñado; soñado por aquel que reflexiona en ese momentos. Por el contrario cuando actúo o vivo, no me puedo tener presente a mi mismo en mis pensamientos, me diluyo con la actividad en la que me encuentro. Si platico con alguien, soy la plática, o tal vez el platicar. Quedo siempre oculto ante mí mismo, ya sea actuando o pensando, ya sea viviendo o recordando; incluso al pensar en mi futuro no puedo encontrarme, veo a alguien con mi cuerpo en escenarios distintos a los presentes.
Sea como sea, termino siempre siendo algo soñado. ¿El sueño de quién? De aquel que piensa, desea, actúa, de aquel que siente.
Pero incluso así soy una sombra, ya que sólo puedo encontrar mi reflejo en los sueños.

Pero basta de la reflexión que me llevó a este escrito, es tiempo de recordar los recuerdos de los sueños que quedaron fijados en palabras.

9:05:02 pm.
22/12/2007
Contemplando los breves destellos de luz artificial en las hojas de un árbol, pienso en lo horrible que es la luz artificial blanca. Tan fría, tan sincera, tan artificial. Bajo las viejas lámparas del alumbrado público, de esas que aún pueden encontrarse en las calles de la ciudad de México, los colores se confunden en la noche. Así, una señora dice haber visto que el asaltante vestía de verde, cuando en realidad el color de sus ropas era distinto. Antes de la luz artificial, las mentiras que contaba la noche permanecían ocultas entre las sombras; el hombre moderno puso fin a las sombras, pero lo oculto no apareció, simplemente consiguió un disfraz de sombra. Simplemente se creó la soledad de las sombras que antes se encontraban juntas, que antes eran una sola. Pero ahora con la luz artificial blanca se pierde el disfraz de las sombras y no queda nada oculto, todo brilla con una fingida sonrisa que lastima la vista. Prefiero la luz amarilla, prefiero las sombras. Si todo en la noche se encuentra iluminado, ¿de qué sirve tener noche?, ¿quién nos dirá mentiras?

Debería poner la fecha y hora de lo que viene a continuación, pero mi celular se rehúsa a mostrarla y no puedo recordad siquiera la fecha.

Hay cosas de las que no se habla. El silencio brota del lugar más profundo de la conciencia, aquel lugar del que brota lo único que es sincero en el hombre. Hay un silencio que guarda verdades sin ocultarlas…

Había otros dos mensajes guardados en mi celular que iba a compartir, pero me di cuenta de que no sé por qué los escribí. Son tan personales que incluso el haberlos guardado me parece inútil; así que no había tanto que decir como pensé…


(La imagen me la robé de un blog. No tiene mucho que ver con el post, pero me recordó que en los momentos de los que hablo aquí la soledad puede hacer que sintamos que es posible despegar los pies del suelo, elevarnos unos 3 metros, y regresar al suelo para continuar con nuestro camino… o al menos eso me ha hecho sentir un par de veces.)

sábado, 15 de diciembre de 2007


La simpleza de la vida se escurre como un bálsamo sobre mi cuerpo…
Nada que temer,
Nada que gozar…
Simplemente el sentirse
Sentirse dormido entre sombras que son luces de fiesta.
En un delirio báquico.
No hay que diluirse.. hay que mezclarse con él aunque le corazón duela…

Nada que temer..
Nada que esperar..

Nada que decir…

nada que discutir… soñar.. sentir

nada


nada


nada

una vez más ebrio… y pensando en…
y pensando que es lo peor…
dejar atrás todo,,, y a la vez nada…

dejar que lloren los ojos que no lloran por dolor…
sino por cansancio….

Buena mascara la del cansancio,,,

Dormir y tener como única compañía el hipo, un güisqui y en la mano un cigarro….

y en la boca un suspiro...

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Rastro de Mosca



Todo se vuelve lento.
Lentitud que no permite ver los detalles en las cosas.
Lentitud que hace a las personas que caminan frente a mi pasar sin pasar,
pasar y embarrar tras de sí sus siluetas,
como el rastro en la pared que deja una mosca al ser aplastada.

Todo es lento.
Los detalles se pierden en la mancha que dejan los objetos a su paso.
Rastro tras rastro no puedo ver el continuo en lo amplio.
Parpadeos rompen la trama de la historia.
Mirar todo con los ojos bien abiertos.

Es curioso mirar todo con los ojos del desvelo,
bien abiertos, adoloridos.

Mirar, sonreír, parpadear, suspirar.
Así es el orden de mis actuales días.
Orden que se pierde cuando el cansancio me aplasta como a una mosca.
Mi sombra debe ser el rastro de entrañas molidas que voy dejando al vivir.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Don't dance in darkness



Buenos consejos los del buen Dio...

Don't talk to strangers
'Cause they're only there to do you harm
Don't write in starlight
'Cause the words may come out real


Don't hide in doorways
You may find the key that opens up your soul
Don't go to heaven
'Cause it's really only hell


Don't smell the flowers
They're an evil drug to make you lose your mind
Don't dream of women
'Cause they only bring you down


Don't dance in darkness
You may stumble and you're sure to fall
Don't write in starlight
'Cause the words may come out real

domingo, 2 de diciembre de 2007

Un poco de sana competencia...


(para ver más tarugadas del estilo visiten www.esponjiforme.com)

martes, 27 de noviembre de 2007

domingo, 18 de noviembre de 2007

Incesto


Desde el cielo se pueden ver las montañas,
bajo suaves nubes que ocultan sus encantos.
Fijo mi esperanza en el ocaso y la mirada en la tierra,
en ríos púrpuras apenas iluminados por el sol.
Sus aguas han corrido por tiempo suficiente,
llenando la tierra de vida y muerte,
haciendo del ocaso el anuncio del fin de los cielos.

Ahí está la bella tierra,
llena de vida
y con la mirada cansada.
Perdiendo rápidamente la conciencia.

En este sueño debo ser yo la luna,
aquella luna que espera a que el sol muera para llenar de sombras el mundo.
Para hacer suya a la tierra que descansa
sin enterarse de que la luz lunar se ha filtrado entre las nubes
y ahora se posa suavemente en las montañas,
y a ratos en los valles.

Roza a la tierra la luna con sus rayos temiendo el regreso del sol,
temiendo el castigo que se le impondrá por acercarse a su hermana.
Pero no sólo teme la luna,
también goza al sentir con sus rayos de luz un cuerpo desnudo.
Un cuerpo prohibido para ella.

La tierra nunca descansa,
sólo cuando durante el día las aguas de sus ríos se tornan púrpuras
puede la luna acercarse a ella.
Recorrer su superficie sin ser notada,
revolcarse en el pecado placentero,
en aquella afrenta al sol y a la tierra misma.



-Foto de J.M.Bonilla-

Leyenda


Un niño entra en una cantina. Música, humo, llantos, risas… todo se mezcla con el olor del tequila. Sus pies tocan el piso y avanzan hacia el interior mientras provoca sonidos al despegar la suela del zapato del pegajoso suelo. Avanza esquivando codazos y recibiendo baños de alcohol que caen de los vasos de aquellos que ríen, lloran y brindan. Por fin lo ve. En la barra puede verse a un hombre dormir. Tiene una mano entre la barra y su frente; la otra sostiene con firmeza su última copa. Ya ha perdido todo el dinero que le quedaba. Se acerca a él el niño y lo toma suavemente del brazo. El hombre despierta, mira al niño, lanza una mirada a su alrededor hasta que ésta termina fija en la copa que aun queda en su mano. La bebe de un sorbo y emprende el camino a casa apoyado en el hombro de su muchacho. No es de noche, no es de día, no hay forma de saber la hora. Sólo las sombras en las calles, sólo las cansadas luces de los faroles. La distancia entre la pareja y la cantina crece a la vez que el silencio. Ni un ruido, sólo los torpes pasos del hombre por el camino empedrado le indican al niño que no se ha quedado sordo. Se detienen. El pequeño niño ya está acostumbrado a su tarea, así que no le sorprende que su padre quiera tomarse un momento para respirar, descansar, vomitar, o cualquier otra cosa. Pero esta vez es distinto. La mirada del hombre no está perdida. Mira fijamente la oscuridad al fondo de un callejón. “¿Crees en fantasmas?”, el niño no se preocupa por entender la pregunta, siempre tiene en su mente la frase de su abuela “a palabras de borracho, oídos de cantinero”, así es que contesta con un rotundo e indiferente: ¡No! ¡Ya vámonos! Pero el padre no avanza, tiene la mirada fija en la oscuridad del callejón. “Ayer vi a una mujer ahí dentro… arrastraba a un niño. Ya la han visto por esta parte del pueblo…” ¡Vámonos! El niño no tiene miedo, quiere llegar a su casa a dormir. Él ya ha visto al niño y le han contado sobre la mujer que lo arrastra. Pero cómo pensar en fantasmas si él lleva a uno del brazo. Nadie espera al niño y al padre en casa. La madre ha muerto. Nadie en el pueblo se interesa por ellos. Con la soledad brotándole del corazón, el niño espera que algún día la leyenda del pueblo no sea la de la señora que arrastra a un niño, sino la del niño que arrastra a su padre borracho por las calles, entre sombras y a la luz de los faroles. La leyenda de un hombre sin sombrero y un niño sin vida. Sabe que es la única forma en que le está permitido desear la muerte.

Si la noche se pusiera más oscura,
no encontraría ni un sol en ella.
Si las estrellas quisieran brillar más,
las apagaría con una sola mirada.

Si intentara correr con la locura en la mente,
con el dolor y la alegría tan amargamente mezcladas,
No podría.
Simplemente no puedo,
siempre tengo que buscar algo más allá de las lágrimas.

Con la espalda contra la hierba,
siempre tengo que buscar
más allá de las hojas iluminadas en cada rama,
en cada árbol.

Y que me lleven las sombras,
y que me escupan en el rostro,
¿Qué más necesito para sentirme vivo?

Y púdrete, pequeña luna, en tus encantos.
No me regales un beso.
No lo quieres.
No me hables.
Olvídame aunque te busque.

Y que esta noche hable el odio.
Y que esta noche hable el olvido
y la desesperanza.

Siempre tengo que buscar
más allá de las hojas iluminadas en cada rama,
en cada árbol…
hacia el cielo oscuro
y las demás ramas entre sombras.