sábado, 21 de febrero de 2009

Seminario

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viernes, 20 de febrero de 2009

Möglichkeit


Puedo amanecer con la mente deshecha.
Puedo sentir en mis costados el peso torcido de mi cuerpo.
Conseguir que la luz se aparte unos minutos más,
y así seguir esperando que el silencio me abandone.

Podría hablar de las noches pasadas, decir:
Que un río de estaño empapó mis cortinas
mientras el frío nocturno bailaba con el viento,
y gotas de luz manchaban las faldas de mi horizonte.

Podría hablar del palpitar inflamante que adormecía mi pecho.
Podría vivir de nuevo con un manto de pies a cabeza.
Podría y pude, por las calles perderme, si de noche era.
Pero una presencia me invita a pensar que pude y no podría.

domingo, 18 de enero de 2009

El saludo


Y así siguió la noche, en todo momento calma. En todo momento la oscuridad parpadeante en las calles. Una luna rodeada por esbozos de lluvia. En el piso palpitaban las luces vivas sobre las piedras, como si las piedras mismas miraran el cielo conmovidas.
Frente a mí sólo se diluía el humo con la visión borrosa que provocaba el frío en mis ojos. Sin duda la seguía esperando, aunque me dijera a mí mismo que sabía que ya no llegaría. Cada movimiento entre las sombras, cada pequeño sonido proveniente del frío viento, cada palpitar mismo de mi propio corazón, hacía brotar en mi mente la espera de su saludo.
-Llegará, ella lo dijo.
La tarde ya era noche desde hacía tiempo; la humedad en el aire ya era ligeras gotas de lluvia desde hacía tiempo; la espera de su llegada ya era sólo la espera del desencanto desde hacía tiempo. Y, sin embargo, en mis oídos seguía sintiendo nacer su tan peculiar saludo.
Se escribe en pasado cuando se han consumido las posibilidades del evento, cuando su vida misma se sabe terminada. Todo comienzo en pasado es un monumento a lo que nace muerto. Y, sin embargo, ahí estaba, esperando con ansia el nacimiento.
Esa noche podría haber imaginado miles d encuentros, miles de lugares que seguirían a un solo saludo.
Su voz ya la había olvidado, pero no sus palabras. Siempre se repetía en sus saludos y despedidas. Siempre en su mirada repetía lo que yo había aprendido a encontrar en sus gritos y susurros; sabía ya que no escucharía el repetir de éstos y, sin embargo…
-Legará, ella lo dijo.
A cada momento me inquietaban más las miles de miradas que a mis pies, de mí se burlaban; mismas que a mi llegada eran más bien cómplices de mi… llegada.
Una música lejana rompía por momentos la soledad fría de mi espera. Tal vez una fiesta. Gente riendo, tal vez seria, tal vez sólo conviviendo. Pero ahí estaban, siendo cómplices de las piedras burlonas sin saberlo.
-Llegará, ella lo dijo.
Intenté cubrir los signos del frío que escapaban de mi boca, ayudados por la respiración y los suspiros, con un cigarro. El humo es más visible, pero no necesariamente signo del frío.
-Llegará, ella lo dijo.
La noche tronaba, tanto en luces como en sonidos. Podría decirse que ella se desmoronaba a cada instante, como si la fuerza del segundero escondido bajo mi manga tuviera la fuerza suficiente para, con su temblar, hacer temblar al mundo entero.
Cuando ella se demora es cuando ella se desmorona…
Miré el cielo, miré el reloj.
Es más fácil soportar la desventura cuando el temblar del mundo se debe sólo a las lágrimas en nuestros ojos; pero cuando el mundo es el que está cubierto por lágrimas, y nuestros ojos están secos…
-Llegará, ella lo dijo.
Me di cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo sólo hasta que el sonido de mi colilla apagándose entre la humedad del piso alcanzó mis oídos. Era como si en su desesperación, el calor de la colilla se aferrara al mundo rasguñando su superficie… sí, ese es el sonido: uñas aferrándose al piso, colillas apagándose en la humedad del piso.
Como sea, ese sonido fue el signo del rápido transcurrir del tiempo.
-Llegará, ella lo dijo.
¿Qué fue realmente lo que dijo? Tal vez fue un “te veo mañana donde siempre”, tal vez un “Llegaré a tal hora”. Sin duda dijo algo, y en lo que dijo quedó firmado el compromiso de vernos; quedó señalado el lugar y la hora del encuentro.
-Llegará, ella lo dijo.
Y así siguió la noche, en todo momento calma, hasta que desde la bolsa de mi pantalón surgió la vibración del celular. Debió ser el frío en mis piernas, tal vez la atención que le prestaba a los sonidos de la noche, pero no lo sentí, sólo lo escuché vibrar. Lo tomé con igual calma que aquella de la noche:
-(1 Mensaje recibido)
Lo abrí con calma:
-(Ya llegué. Dónde estás? Dijiste que vendrías!)
Y tan sólo la distancia me impidió de nuevo escuchar su saludo. Y las piedras mojadas de nuevo fueron en su mirar mis cómplices.

sábado, 17 de enero de 2009

Y lo intenté ahora con la voz, pero ésta exigía preguntas para ser; más caprichosa aún que la página en blanco. Exigía como motor otra voz que la mía.
Ya no exige mi voz el mar de silencio en el que podía perderse y andar, exige el suave palpitar de tu aroma. Y, así, en cada palabra encuentro el eco de las tuyas, en cada respiro tu aroma presente.
Visten mis ropas restos de las tuyas, tal como ahora en el mundo de mis ojos los contornos de lo que hay llevan la marca de lo que he aprendido a ver desde tu mundo.

jueves, 1 de enero de 2009

2009

Hoy escribiré tan sólo porque no lo he hecho, y porque no he sentido las ganas de hacerlo. El dolor es buen combustible para las palabras libres, para las frases sugerentes y a veces lindas. Pero hoy no siento el dolor, siento la sombra del recuerdo del dolo alguna vez presente. Y lo extraño. Lo extraño por las cosas que me hacía hacer, por el sentimiento de independencia con respecto al mundo que me despertaba, que me acompañaba a cada momento del día. Hoy hay alguien que lo hace, pero ya no es un ‘qué’ ni un ‘cómo’, sino un ‘quién’. No podría pedir algo más, pero siento que por ello me despido de algo grande, de algo que me hacía interesarme por la oscuridad de la noche. Ahora mis noches no las paso sentado entre mis libros, hojas y pluma. Tengo otra compañía. Sólo escribo por nostalgia, sólo por amor a la presencia de un estado de ánimo profundo. Mientras más profundo más oscuro. Mientras más profundo, más intenso. La luz jamás podrá ser tan intensa como las sombras. Pero hay que saltar de vez en cuando de una a otras, para no perder los contrastes de la vida en los que se encierra su sentido. sigo queriendo consumir la inmensidad de la vida en un momento, en un instante… pero hoy los instantes ya no son poemas ni canciones, los instantes tienen la forma de un diálogo inconcluso que no me permite ponerlo entre paréntesis para echar a andar mis antiguos sueños. Así es como saludo al nuevo año, recordando al pasado, pero teniendo la firme convicción de que hay que estar saltando constantemente.

jueves, 18 de diciembre de 2008

2008

No pretendo que la calma me consuma. No pretendo más que practicar los diálogos más cercanos a las razones de todo. El diálogo como su propia razón. Por eso tendré que dejar las palabras a un lado. Hasta que me consuman de nuevo las ansias de llenar vacíos. Por el momento no hay vacíos, sólo una maraña enredada de cosas, pedazos de días, de miradas, de descuidos, de palabras… pedazos que tengo que ordenar.
Que sea pues el resto del año para eso. Este año tan extraño y tan intenso… que con su final parece aún más intenso.
Si no puedo ordenar la maraña regresaré con nuevas líneas antes de que el fin nombrado sea un hecho.
Sea pues este post el último del año.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ha empezado una nueva lucha que como las otras sé perdida. Una frase perdida en la memoria me recorre en su decir sin palabras. Las palabras fueron dichas, pero no quedaron grabadas para mí. Tan sólo al pronunciarlas se alejó entre sombras y silencios. No importa poner esto en palabras adecuadas, tan sólo el recuerdo del momento que debería haber recordado mejor basta; el recuerdo y la sonrisa que me produce a toda hora del día. Ya había olvidado esa sonrisa perpetua. Por suerte encontré una canción que explica todo de mejor manera de lo que ahora puedo yo:

Walk in silence,
Dont walk away, in silence.
See the danger,
Always danger,
Endless talking,
Life rebuilding,
Dont walk away.

Walk in silence,
Dont turn away, in silence.
Your confusion,
My illusion,
Worn like a mask of self-hate,
Confronts and then dies.
Dont walk away.

People like you find it easy,
Naked to see,
Walking on air.
Hunting by the rivers,
Through the streets,
Every corner abandoned too soon,
Set down with due care.
Dont walk away in silence,
Dont walk away.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Palabras.


Las palabras despiertan muchas cosas. Despiertan a la vida que se encierra en ellas mismas. Son como un río que se deja a sí mismo en sus aguas fluír. Nunca cierra las puertas que detrás de él asoman y se sienten profundas sin luz externa que las opaque. Se arrebata todo en el sonar de la palabra, se arrebata el sentido cunado la tonalidad aflora. Todo escurre todo pasa con ellas y por ellas. Sin experiencia posible que salga fuera de sus márgenes, quedan las palabras arrojadas al viento, pero no quedan libres para flotar a su antojo, siempre tienen que estar juntas, siempre una se une a otras. Cómo podemos evitar que fluyan, cómo podemos evitar que nos contagien la vida que llevan en sus líneas, en sus vibraciones, colores, olores, sabores y sombras. Sí, las palabras también tienen su sombra. La sombra de la palabra es su aquí que se contiene por las líneas y vibraciones. Toda palabra es terrible, pero estamos habituados a sólo mirar sus sombras. Nos da miedo mirarlas de frente, nos da miedo perdernos en ellas como en un río de locura que comienza con un timbre y se pierde en una sinfonía. Y nos contienen las ganas de tener todo presente, sin saber que es sólo por las palabras que podemos del presente hacer algo palpable. El futuro es trazado por el pasado, el pasado se crea con miras a un futuro, y el presente es esa línea que divide lo esperado y lo sufrido. Pero entonces dónde queda lo que aquí, lo que ahora. Queda libre en las palabras, queda libre de esa línea divisoria y los extremos que separa. La palabra no es concepto, la palabra no es encierro. La palabra es lo que posibilita el deshacernos de conceptos, deshacernos del encierro que suponen el espacio y el tiempo. Que fluyan las palabras, que fluya el río que rompe el tiempo. Ese río eterno e inabarcable, indomable. No hay silencio. No hay descanso para el susurro del viento. Las pausas son eso ‘pausas’ y ‘pausas’ es una palabra. No se escapa a la palabra, se enfoca uno en la sombra, en lo que creemos una pausa o un silencio. Pero ahí están las palabras, ahí está el diálogo inconcluso del fluir eterno que se pierde cuando miramos el reflejo, cuando nos dejamos perder en el recuerdo de lo hablado, en las sombras del discurso.

(No me reclamen lo mal escrito que pueda estar esto, no lo tenía pensado, tan sólo dejé que las palabras fluyeran. Sé que suena tonto, pero así fue.No hay aquí correcciones, salvo algunos errores de dedo que se debieron a ese ‘dejar’. No hay profundidades concientes, son sólo algunas palabras sobre las palabras.)

viernes, 28 de noviembre de 2008

Más quiero morir por veros


Más quiero morir por veros,
que vivir sin conoceros.

Es tan firme mi esperanza,
que jamás hace mudanza,
teniendo gran confianza
de ganarme por quereros.

Mucho gana el qu’es perdido
por merecer tan crecido,
y es victoria ser vencido
sin jamás poder venceros.

Aunque sienta gran tormento,
gran tristeza y pensamiento,
yo seré d’ello contento,
por ser dichoso de veros.

jueves, 27 de noviembre de 2008

De los prejuicios de un grupo de jóvenes psicólogos


Ahora me hallo a mí mismo en el desprecio al anterior desprecio olvidado; con la idea de que la hipocresía no es sino un extremo en la línea de un juego. Antes despreciaba lo que creía enmascarante, lo que creía yo artificial y ocultante del vacío interno de la gente. Pero no es un vacío lo que se oculta, y, más aun, no hay algo que ocultar. Todo se muestra y el mostrar cobra distintas formas. La máscara de la superficialidad no es el rostro frente al vacío. Hay que saber interpretar las máscaras. Y aquellos que se dicen sin máscaras y reprochan el uso de las mismas, son sólo malos jugadores, malos intérpretes de la vida que escurre en las personas. Sí, yo no sabía jugar, y aun no lo sé, pero ahora me doy cuenta del juego. Mi antiguo desprecio hacia las máscaras no era sino mi propia máscara que mostraba mi incapacidad de interpretar, mi incapacidad de jugar. La psicología intenta desentrañar lo que cree oculto detrás de las figuras, del antifaz creado por cada individuo y su ambiente. Pero no hay que arrancar la máscara, no hay que desollar al hombre. la psicología crea figuras que pretende aplicar detrás de las máscaras para explicar lo que “se” oculta. Pero ¿de qué sirve poner una máscara bajo otra? Eso no hace sino imposibilitar la interpretación. Interpretar una máscara, una figura, no es descubrir algo oculto, es sólo el aprender a jugar con las máscaras. El hombre es su máscara, si la cambia es porque él cambia. No se juega igual con todas las personas. ¿Qué es el hombre sin su máscara? Nada. ‘Hombre’ es ello mismo una máscara, una figura. ¿Cómo nos moveríamos sin ella? Tal vez cual ceniza que al avazar es dispersada por el viento. La psicología es sólo la multiplicación de máscaras, no el desenmascaramiento. Los rostros, las miradas, los disfraces y máscaras hablan de lo que hablan, acerca de lo que hablan. Son el diálogo eterno que versa sobre él mismo: “Die Sprache spricht”, und sie spricht über die Sprache, über sie.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Paréntesis camino al metro

Ella camina conmigo... (Cada golpe de tacón era un explosión absorbente del silencio que suponía la soledad de aquellos pasos a quienes acompañaba mi caminar.
El eco que producían mostraba la inmensidad del mundo que quería llenar mis oídos, y ellos tenían que llenarse con tan sólo taconazos.
No me aturden los tacones. Me aturde el eco de aquel caminar ausente, de aquellos pasos dados sin tacones.)... caminamos.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Uno antes de dormir

Igor Galochkin: 'Obdachlosen'.

Esbozo de extranjero.

Y descubrí en un momento mi propia mirada
frente al mundo con desprecio
desde mi cansada silueta contorneada por el tedio,
por la fuerza propia de los huesos tan sólo sostenida.

El mundo brilla y su aliento hiela y de mí sólo queda
en pie un esqueleto que con mirada hueca
se queda en su hogar frente al destierro:

Mirando desde el hogar
el silencio del destierro.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Es extraño que de lo extraño sea extraño hablar.

Extraño que lo extraño sea extrañarte, al igual que extraño que te extrañe aquel extraño que ahora extraña que lo extraño sea extrañarte. Por extraño que suene que eras extraña al extrañar la extrañeza de aquel extraño, no me extraña que de lo extraño sólo quede tu extrañarlo. Siendo yo aquel que ahora extrañas por extraño, cuando extraño no extrañabas mi extrañeza, no me extrañes ahora por extraño, que extraño me deja sintiendo, extráñame por la mera extrañeza de lo en mí aún extraño. Pues si de mí sólo extrañas lo que para ti era extraño, es que no has entendido lo propio de la extrañeza.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Amarraditos

Vamos amarraditos los dos, espumas y terciopelo,
tu como un recrujiente almidón,
y yo siguiendote altanero,
la gente nos mira con envidia por la calle,
murmuran las vecinas, los amigos y el alcalde.

Dicen que no se estila ya más ni tu peinetón, ni mi pasador,
dicen que no se estila ya más ni tu medallón ni mi cinturón,
yo se que se estilan tus ojazos y mi orgullo,
cuando vas de mi brazo por el sol y sin apuro.

Nos espera nuestro cochero,
frente a la iglesia mayor,
y a tropecito lento recorremos el paseo,
yo saludo tocando el ala de mi sombrero mejor,
y tu agitas con donayre tu pañuelo.

No se estila, yo sé que no se estila,
queme ponga para cenar, jazmines en el ojal,
desde luego parece un juego pero no hay nada mejor,
que ser un ser un señor de aquellos,
Que vieron mis abuelos.

jueves, 30 de octubre de 2008

(.)

Hay algunas cosas que uno no puede hacer acompañado, y ya no digamos simplemente rodeado de gente. Por ejemplo ir al baño. Pero otra cosa que yo no puedo hacer rodeado de gente es escribir. Obviamente los apuntes en clase los debo de tomar rodeado de gente, y por eso dejé de tomar apuntes por mucho tiempo, aproximadamente desde que entré a la carrera hasta hace poco tiempo, lo que hace que sean unos 2 años y medio sin tomar apuntes. Creo que son obvios los problemas que ahora tengo cuando no recuerdo algo. En fin, hoy pasó algo conmigo que me hizo reventar, casi literalmente. Estaba esperando que empezara una clase, estaba en uno de los balcones mirando hacia las ofrendas y disfrutando del aire frío. Justo en ese momento empecé a querer escribir, pero había gente, así que decidí pensar las palabras y repensarlas y repasarlas para escribirlas lo más rápido posible antes de tener que entrar a clases. Pero conforme más palabras se acumulaban, menos podía mantenerlas en mi cabeza; y realmente estaba disfrutando de las palabras. Así que ya, me importó poco la gente y me puse a escribir. Justo cuando abrí el cuaderno y tomé la pluma, todo se borró, las pocas palabras que había estado rumiando y disfrutando se habían borrado de mi mente. Me enojé, miré molesto a toda la gente a mi alrededor y cerré los ojos para que nadie notara que estaba haciendo berrinche. Pero algo pude rescatar cuando me calmé un poco. Ya lo escribo, sólo quiero decir que eso de los berrinches ha sido algo constante últimamente. Por todo me enojo, por todo me alegro, por todo me entristezco. Es raro. Todo está tan vivo últimamente, lo malo es que soy demasiado inexpresivo, entonces todo se va quedando adentro y de repente tiene que salir; de repente me encuentro con un largo y profundo suspiro que no sé de dónde salió, tal vez un momento triste ocurrido un día antes; de repente una especie de llanto reprimido quiere salírseme, y luego risas tontas se salen sin motivo alguno y la gente me voltea a ver feo. Incluso hoy casi le pego a un compañero en la clase de alemán por no se qué tarugada de la que me acordé por una palabra que él dijo. La verdad me dio miedo porque es en serio que casi le pego, entonces para ese compañero, que se dio cuenta, seré una especie de orate que puede no hablarle a nadie pero quiere golpear a la gente sin motivo alguno. En fin, las cosas de verdad andan raras últimamente.

- ¿Qué haces?
- ¿Yo? Aquí…
- Aquí ¿qué?
- A la espera del antes constante silencio distante ahora.
- ¿Qué?
- Nada.
- ¿Entonces?
- Entonces… ¿Qué tal tu día?

Un breve pujido de llanto se escapa sin motivo, tal vez incluso sin sentido. Hay algo que en mí ya no aguanta y sólo cual pujidos se presenta. ¿Será la ausencia de motivos? Sin duda es la ausencia de sentidos. ¿Yo? Aquí a la espera del antes constante silencio distante ahora. Esponjándome de muerte al sentir que mis sueños en el aire frío se vierten.
Y pregunto y me pregunto y agoto de preguntarme ¿por qué el frío arrastra sueños y los sueños recuerdos? Resulta que del olvido al recuerdo hay sólo un maltrecho camino, y del recuerdo al olvido sólo un salto y no camino.
¿Qué demonios es esto que se expande desde el centro de mi pecho? ¿Qué es eso que sólo al querer nombrarlo se consume en ese centro, y cuando lo olvido regresa y se presenta con más fuerza, y sin nombre vive y muere, que nace y se consume con el confuso tañido de su perdido nombre, de su jamás aprisionado nombre?

Y Adán aprisionó las cosas en nombres para fortuna de su larga descendencia. Pero qué fue de aquello que sólo podía ser conocido después del bien y del mal, después del fruto del árbol de ese conocimiento. Pues quedó perdido así para los hombres. Pero el fruto lo comimos, y ahí están esas cosas sin nombre frente a nosotros. ¿cómo recuperar el poder de aprisionarlas en nombres? Sólo perdiendo los nombres, volviendo a esa lengua que permitió a Adán darle nombres a las cosas. Nuestra habla es un poema olvidado, todas nuestras palabras son metáforas que no sabemos metáforas. Hay que conocer las metáforas, hay que volver al poema.

sábado, 25 de octubre de 2008

domingo, 19 de octubre de 2008

Una noche...

Las palabras se perdieron, lloraron los momentos olvidados, y si no los momentos sí las palabras y recuerdos. Tirados junto a un árbol se mataron los recuerdos. Las caricias perdidas del instante incautivable. Siempre las presencias en las ausencias nostálgicas. Una mano a lo lejos indica ‘ya es tarde’, otra mano replica ‘no tanto. Quiero consumir la inmensidad de la vida en un instante, quiero consumir todo el placer del mundo en un rayo de luna….’ Simplemente gestos, simplemente acciones. Nada puede alanzar al amor lagrimoso. Por allá en su hogar él la espera. Por el contrario en el mío hay sólo ilusiones. Una cama vacía que pide a gritos ser llenada; y que la vida vista como instante mantiene olvidada.
Surgió la luz, lamentablemente acompañada del recuerdo, de la ilusión que recuerdo. Entre fanfarrias y reproches, se consumó el evento. Ella mintiendo, yo perdido en el recuerdo. No supe cuándo terminó, ella tal vez lo supo. Y pensar que sólo me acerqué a ella por su cabello, que era tan sólo una sombra del recuerdo.
Pierdo el tiempo pensando en ella. Pierdo el tiempo razonando aquél momento. Tiempo perdido por no haber nada que pensar de ella, ganando tiempo por entender lo pensado en el momento.
¿Que si la olvido?: Ya la olvido.
¿Que cómo la olvido?: ¿Es que hay algo qué olvidar?

Y ella no escribe y yo ya no escribo y no hay nada que escribir.

Me olvidará si no lo ha hecho, la olvidaré cuando renazca el recuerdo. Tantas bellas palabras, tantas bellas caricias, tantas bellas congojas que nos unieron en verso.

Y ella no entendía lo que yo le decía en silencio. Pero parecía querer entender todo lo cierto, que en mi decir, la rozaba en silencio. No la recuerdo. No la extraño ni la siento. Pero hay algo en el momento, que me aturde y da consuelo.

La despedida fue ridícula. Palabras formales trazadas junto al viento. Gran viento aquella noche; de no ser por lo formal, hubiera perdido el sustento del calor en mi cuerpo. Uno otorga una chamarra, uno otorga el reflejo del calor en su cuerpo. No es un gesto, es una invitación a no romper el momento.

Y se bajó y yo me seguí. Quise entrar junto con ella, pero ¿qué nos faltaba por hacer, por decirnos o reír? Todo había sido hecho, trazado conforme a la fugacidad del momento.

No la puedo olvidar, eso era mentira; pero no hay detrás del decir, nada más que un mero hacer…

Aún siento atrás de las piernas la humedad y el frío de la hierba, aún siento frente a mí la calidez de su cuerpo. Podrá no ser lo que quiero, pero en la brevedad del instante que embriagado de mundo se me abría, pareció ser lo más pronto, a la inmensidad que quería.

Nada me complace ya. A todo le antepongo un ‘pero’. Y ese pero tiene nombre, y a su nombre le sigue ‘no es esto’ …

(y sí, hoy estoy ebrio, y por eso recuerdo esto... me encuentro igual que en aquel momento, y si tuviera el árbol, la hierba y el viento, igual de imbécil me arrojaría al momento...)

viernes, 17 de octubre de 2008

Brisa matutina


A la luz del gris cortinar de un cielo nuevo
Despiertan los pasos aun cargados con sueños.
Brotan sobre el paisaje pequeños rastros del cielo,
Figuras del cansancio por el andar provocado a sus dueños.

Sabio el cielo los coloca tintineantes,
Al compás de un lejano golpe de campanas.
Bajo el horizonte, en cambio, fluye
En silencio en demacrado camino angustiante,
De los hombres los muertos de sus cenas.

Y se mezcla con la brisa matutina
La amargura hiriente a las entrañas.
Palpita en la garganta pestilente la bruma,
Y en los rostros se pinta la repulsión al asomo del subsuelo.

Sólo queda bajo el suelo el misterio del asco,
Sobre las coladeras ondea la brisa matutina.
Es gris el cielo y el asfalto negro,
Son anchas sus bocas, son muchos sus velos.

Así es como se nos invita a despertar,
Siguiendo a la caricia maternal,
el aliento pútrido de un muerto.

domingo, 12 de octubre de 2008

[comentario a foto]


[Terminó la fiesta, pero aún faltaba mucho para que yo terminara con ella. Pero ese es el momento que a veces disfruto más, el momento en el que ya a nadie le importa que uno ponga ‘su’ música. un poco de portishead, un poco de dresden dolls, un poco de vivaldi, un poco de todo eso que parece ser raro en las fiestas. Resultó que por ahí una chica conocía los grupos, por ahí alguien incluso aplaudió que se pusiera slayer, algunos incluso escucharon atentos a vivaldi. Y entonces pareció que aún no terminaba la fiesta, y faltaba mucho para que yo terminara con ella… y con el güisqui. Hasta hoy me parece no haber terminado. Pero ya será mañana para olvidarme de fiestas, de risas insensibles, anécdotas inútiles, música compartida, y todo aquello que le da un sabor especial a la vida diaria. Falta mucho por terminar con la vida, muchos escalones que construir a cada paso. Y sólo hay pequeñas elevaciones en el terreno que nos permiten ver que todo el paisaje es nuestra obra. Se hace camino al andar, sí, pero raras veces nos detenemos a contemplar lo ya hecho. Es lindo saberse vivo, es bueno perder el tiempo para ver lo que en el tiempo transcurre.]