sábado, 8 de septiembre de 2007

Noche de palmas


De niño siempre creyó que adelantarse al castigo era lo mejor. Después de hacer algo malo, trataba de prolongar el tiempo que su madre tardara en enterarse, pero siempre atento a que fuera él quien diera la noticia del pecado. Esta vez había prendido fuego a uno de sus juguetes. Bajó corriendo las escaleras esperando encontrar a su madre en alguna labor doméstica. Horas antes había estado meditando sobre lo que había hecho, torturándose a sí mismo con la idea del mal que había hecho y con la idea del castigo que se le impondría. Pero sabía que en cuanto su madre se acercara a su cuarto, notaría el olor a quemado y vería las marcas de fuego en el piso; el castigo era inevitable. Le sorprendió encontrar las luces de la casa apagadas, entró a la cocina lentamente y ahí vio a su madre, o más bien sólo vio lo que el fuego en la estufa alcanzaba a iluminar de ella. Se acercó y se colocó a su derecha. Su madre no le dijo nada y él tampoco a ella. Miró atentamente lo que su madre hacía. Estaba quemando palmas secas en la estufa, sin hacer otra cosa más que eso y derramar una que otra lágrima. No supo por qué su madre hacía eso, pero se sintió tranquilo junto a su madre viendo el fuego arder y las cenizas caer entre las ranuras de la hornilla. Su madre tomó una palma más pequeña y se la dio. Toma, quémala y reza conmigo. Él la tomó e hizo como se le dijo. Primero pensó en el motivo por el cual tenía que rezar, pero sabía que podía dirigir su rezo hacia las intenciones de su madre y, así, no tendría que preguntar por ellas. Recitó oraciones en su mente hasta que al ver las palmas en llamas recordó aquellas que habían consumido el juguete en el piso de su cuarto. Se sintió triste y cambió la intención de sus plegarias. Ahora pedía perdón a Dios y a su madre por sus malas acciones. Seguro el olor de las palmas quemadas se elevaría hasta el cielo y haría que Dios se diera cuenta de las plegarias de sus hijos, más aun cuando eran palmas benditas. Su madre tenía la costumbre de guardar las palmas que adquiría el domingo de ramos. Las colgaba en la puerta de la cocina y ahí las dejaba hasta que perdieran su color verde y se secaran por completo. Las palmas seguían ardiendo, su madre seguía llorando y él seguía pidiendo perdón por sus acciones. Imaginaba que su madre sufría por las malas acciones de él, así podía sentir el dolor más intenso y, mientras más dolor sentía, más rápido conseguiría el perdón. Cuando ya no pudo soportar el llanto de su madre y el olor de las palmas, dijo en voz baja: quemé el último juguete que me regaló mi papá. Su madre pareció no escucharlo, pero el niño sabía que lo había hecho. Pídele a Dios que tu padre regrese con bien a casa. Los dos guardaron silencio, siguieron rezando y quemando palmas. Prefirió no insistir en el asunto del juguete quemado, se dio por bien servido con haber confesado, haber sufrido por sus actos y haber pedido perdón a Dios. Después de eso sólo siguió quemando palmas, pero ya sin rezar. Pronto llegaron sus hermanos y hermanas y pidieron permiso para rezar con ellos. Su madre les dio una palma a los más grandes y dejó que los más pequeños miraran de cerca. Ahora todos rezaban, toda la familia sentía el aroma parecido al que se sentía al pasar frente a la iglesia las mañanas de los miércoles de ceniza. Por fin su palma se consumió y él se sintió aburrido. Se escabulló entre sus hermanos y los dejó a todos rezando. Regresó a su cuarto y jugó con lo que quedaba de su quemado juguete.
Poco después escuchó abrirse la puerta de la casa, supo que su padre había llegado y quiso bajar corriendo a saludarlo, escuchó las risas de sus hermanos que saludaban a su padre y también escuchó cómo la puerta se azotaba fuertemente. Por fin se decidió a bajar y vio a sus hermanos rodeando y abrazando a su padre. Pero éste no hacía nada más que acomodarse la corbata que llevaba al hombro, al mismo tiempo que intentaba no perder el equilibrio. Con trabajos llegó al sillón de la sala, y cuando sintió que no tenía ningún niño detrás de él, se dejó caer. El niño se quedó mirando todo esto al pie de la escalera y pronto notó que su padre no se encontraba bien, tenía los ojos enrojecidos y una sonrisa se dibujaba torpemente en sus labios. Su padre lo miró y con una voz extraña le dijo: ¿Y tú por qué no me saludas? ¡Ven acá! Él obedeció y mirando al piso caminó hasta él. Él padre abrazó al niño y lo besó. Pero el niño no pudo reconocer a su padre, olía al refresco que se bebía en la casa de sus abuelos cuando había alguna fiesta, y parecía no poder moverse bien ni hablar bien. El niño se alejó hasta quedar junto a la puerta de la cocina, estaba un poco asustado. De pronto recordó a su madre y le extrañó que no hubiera salido a recibir a su padre, cuando minutos antes había estado tan preocupada por él. Se asomó al interior de la cocina y vio las palmas que quedaban colgadas en la puerta, la estufa apagada y a su madre llorando aun más, pero ahora sentada en una silla con los codos recargados en la mesa. Se acercó a ella y quiso abrazarla. Pero como siempre, tuvo miedo de lo que pudiera pasar si lo hacía. Nunca en su vida se atrevió a abrazar a su madre cuando esta lloraba. Se consideraba a sí mismo como una de las penas de su madre, así que si alguna vez llegara a abrazarla mientras ella sufría, lo único que haría sería lastimarla más. Pero la amaba, y algo tenía que hacer. Corrió a dónde sus hermanos y tomo de la muñeca a su hermana mayor, la llevó a la cocina y sin decirle nada señaló a su madre y las dejó solas. Pronto salieron madre e hija de la cocina, la madre tomó en sus brazos a dos de los niños más pequeños, la hija tomó de la mano a los demás y juntas reunieron a los niños en sus cuartos. Él se quedó mirando a su padre que había tomado su guitarra y cantaba sin que pudiera hacer que sonara bien lo que tocaba y cantaba. La madre regresó con el padre y ordenó al niño que subiera a dormir. Él obedeció, pero no pudo dormir esa noche. El hombre que había llegado a su casa no era su padre. No podía serlo, su padre era un hombre recto y justo, no aquel que golpeaba la puerta del cuarto de su hermana a mitad de la noche mientras gritaba: ¡tu madre tiene un amante! ¿quieres saber cómo se llama? Abre y te diré cómo se llama.
No durmió esa noche, lloró un rato sin saber exactamente por qué. Pensó en las palmas, pensó en el humo y en Dios. Pensó en la iglesia y pensó en su padre rezando en ella. Pensó en su madre quemando palmas, pensó en su madre llorando, vio sus lágrimas como si cada una fuera una cuenta del rosario que rezaba mientras lloraba. Pudo ver claramente a su hermana llorando entre las cobijas de su cama mientras intentaba no escuchar lo que su padre gritaba. Su hermana sí que entendía por qué lloraba. Él no sabía lo que pasaba. Pero no podía hacer nada, él sólo era una más de las cosas que atormentaban a su madre. Era malo, malo como ahora su padre lo era.

viernes, 7 de septiembre de 2007

¿Soñar?


Este lugar debería ser llenado por el relato de un sueño que tuve la noche del pasado miércoles a eso de las 5:00 am. Calculo más o menos la hora ya que cuando desperté con el corazón latiendo rápido y fuerte miré inmediatamente dos cosas. Primero, los libros junto a mi almohada, y segundo, mi reloj que marcaba las 5:32… no pondré el sueño ya que pocos lo entenderían y podría ofender a algunos… su relato lo reservo para mi diario y para mi deleite personal… algún día lo compartiré… pero creo que eso será dentro de mucho tiempo… por el momento me conformo con describir lo que sentí al despertar. En la última parte del sueño fui enteramente feliz. Al despertar, lo primero que sentí fue desorientación, ya que en mi sueño me encontraba en el mismo lugar que al despertar, es decir, en mi cama. Además de esto, había una gran cantidad de detalles que me sorprendieron, por ejemplo, los libros que miré al despertar, ya los había visto en el sueño, estaban en el mismo lugar y posición en el sueño que al despertar. En fin, muchos detalles que me hicieron sentir mucho más real el sueño, y a la vez me dieron una sensación de estar perdido, o más bien, de haber perdido algo. Inmediatamente después, me di cuenta de que había estado soñando, así que la desorientación se desvaneció y su lugar lo tomó una sensación de felicidad. Traté inmediatamente de recordar cada detalle del sueño, pero no recordaba bien la conversación que había tenido en él, sólo algunas partes importantes que explicaban la felicidad que sentía. Después de eso dejé de sentirme feliz para sentirme miserable. Me sentí tonto por alegrarme por algo irreal. Incluso me enojé por seguir sonriendo. Me cuestioné sobre lo bueno y lo malo de dejarse llevar por un sentimiento provocado por algo irreal, pero el recuerdo del sueño era más fuerte que mis ganas de reflexionar, así que me dejé llenar por la alegría provocada por el sueño, y cuando mi corazón recobró su ritmo normal, volví a quedarme dormido. Aún no sé si lo que hice estuvo bien, si es correcto alegrarse tanto por algo que nunca pasó, por algo inventado. Si me puedo permitir el olvidar que algo ha sido inventado por mi, y disfrutarlo como si fuera real. ¿Es correcto que me engañe a mí mismo? No lo sé… claro que prefiero que las cosas sean reales, pero si no los son, ¿está mal disfrutarlas?

jueves, 6 de septiembre de 2007

El Gran Anfitrión


Por fin le llegó su ansiado paquete. La mano le tembló un poco al firmar de recibido en la pequeña libreta del cartero. Cerró la puerta y cruzó el jardín hasta entrar en la sala de su casa. Dejó el paquete en la mesa de centro y corrió a buscar una navaja para abrirlo. Revolvió varios cajones para al final no encontrar su vieja navaja. Desesperado llegó a la cocina y tomó un cuchillo. Cuando regresó a la sala notó que la mediana caja tenía un sistema abre-fácil. Se rió de sí mismo y fue a la cocina para colocar el cuchillo en su lugar, pero al abrir el cajón de los cubiertos miró el sacacorchos y pensó: ¡Esto hay que celebrarlo! Tomó el sacacorchos y bajó al pequeño sótano por una botella de vino. Buscó entre todas sus botellas sin decidirse cuál abrir. Todas ellas eran especiales para él, nunca había abierto una. Sólo una vez se atrevió a abrir una de las de menor calidad, y fue cuando, después de preparar una excelente cena para dos, a la luz de las velas le propuso matrimonio a Patricia. Siguió indeciso un rato, viendo y pasando su mano por las empolvadas botellas, de vez en cuando tomando una con ambas manos para leer su etiqueta y recordar el momento y lugar de su adquisición. José Antonio ROMAN CALVET, Malbec Cabernet. ‘No, muy joven. Apenas lo compre hace tres navidades. Hum… fue una triste navidad.’ La etiqueta de la botella pareció de pronto perder el amarillento color que le habían causado la humedad y el polvo; la verdad es que por mucho que supiera de vinos, él nunca había podido dedicarle mucho tiempo a la construcción de una cava digna de los que poseía. La botella relucía intensamente rodeada, dentro de su caja, por pequeñas y finas virutas. Él la miraba por detrás del vapor que producía al respirar, la colocó en el estante y subió las escaleras tras apagar la luz. Arriba lo esperaba una docena de personas que reían y bebían frente a una elegante mesa adornada con una gran variedad de platillos. El pavo, al centro de la mesa, parecía coronar con su brillo la exquisita velada. Al verlo volver, un joven de traje de seda gris que había perdido la corbata, dejó su copa encima del piano y se apresuró a darle un abrazo y pedirle a los que estaban a la mesa que hicieran un espacio para que el gran anfitrión pudiera sentarse. Pero éste pidió que lo disculparan, que en un momento volvía y que le hicieran el favor de empezar la cena sin él. Tomó su abrigo y salió al jardín, encendió un cigarro y se sentó en una de las bancas de metal. Cuando se disponía a encender el segundo cigarro, escuchó una voz detrás de él: ¿Qué se supone que hace “el gran anfitrión” aquí afuera? Patricia se sentó junto a él en la banca, se miraron, rieron y fumaron. ‘No, muy joven. Puede llegar a ser un gran vino.’ Siguió mirando y tomando en sus manos algunas botellas pero siempre sin decidirse a abrir alguna. Desilusionado apagó la luz del sótano y subió para abrir el paquete. Llegó a la sala, se sentó frente a la mesa y jaló hacia sí la caja con sellos postales. Jaló rápidamente el pequeño cordón que permitía romper rápidamente los seguros que sellaban la caja y daban cuenta de la inviolabilidad del contenido de ésta. La abrió y se quedó contemplando el contenido por un rato. Los ojos comenzaron a brillarle, cualquiera que lo hubiera visto diría que en ese momento era el hombre más feliz del mundo. Pero el brillo no era por la sorpresa o la felicidad, pronto resbaló de su ojo una lágrima. Metió la mano a la caja y de ella sacó una botella de vino, la observó atentamente, leyó la etiqueta, pasó sus dedos sobre ella para sentir la impresión de las letras. ‘Excelente vino, el más caro que haya comprado. Patricia lo hubiera odiado.’ Los dos cigarros se consumieron y el frío los obligó a abandonar la fría banca de metal y entrar en la casa. Él se dirigió a la mesa donde el joven de seda gris lo esperaba ansioso con una mancha guinda en la solapa del saco y su corbata recién encontrada colgando torpemente de su cuello. Ella, se dirigió al piano y besó en los labios al hombre que había dejado de tocar al verla entrar. Se besaron, se sentaron en el banco, tocaron, bebieron, rieron. Él, cenó, platicó, bebió, pero ya no rió, y al despedir a la puerta al último de sus invitados, el joven de gris, lloró. Seguía mirando su nueva adquisición y rozando las yemas de los dedos contra la etiqueta al mismo tiempo que dejaba escurrir las lágrimas desde sus mejillas hasta su cuello. Desprendió desesperadamente la etiqueta que sellaba el cuello de la botella con los dientes, tomó el sacacorchos y apuñaló aquello que mantenía al vino dentro. Sacó el corcho, lo arrojó debajo del piano con el sacacorchos aun incrustado en él, bebió por completo el contenido de la botella, encendió un cigarro y salió al jardín.

jueves, 30 de agosto de 2007

Dos Besos


Caminaba por el parque y la tomaba de la mano. La lluvia de diciembre llenaba la vereda con estrellas palpitantes, reflejos de la noche y de su tranquilidad sonora. Gotas, pequeñas gotas llenaban su rostro de luceros y, supongo, llenaban el mío con los mismos. El viento hacía temblar nuestros cuerpos, todos ellos excepto nuestras manos. De pronto, entre las sombras, las gotas y los brillos, pude ver su piel tan suave como el viento y, en ese instante, me pareció tan fría como él. Puse mis labios en su rostro y ella los buscó con los suyos hasta encontrarlos. Nos separamos en el mismo instante en que éstos se tocaron, desconocí su rostro y ella parecía odiar el mío. Intenté ver más allá de sus ojos pero me distraje con las sombras que la rodeaban por completo. Solté su mano o ella soltó la mía, dejé de verla y ella dejó de verme. Caminé sobre sus pasos pero ella no hizo lo mismo sobre los míos, siguió avanzando. La única parte de ella que ahora extrañaba era su mano y cambié su calor por el calor de mi bolsillo. No volví la vista para verla y estoy seguro que ella hizo igual. La noche se mantuvo tan bella como antes, aun más bella. No entendía lo que había pasado ni quería entenderlo. Seguí caminando mientras la imaginaba corriendo tras de mi, su gorro negro cayendo al piso y sus brazos abiertos para lanzarse a los míos. Pero pronto aparte de mi mente las imágenes con desprecio. No sentía odiarla, incluso seguía amándola, pero el momento fue tan perfecto que correr hacia ella hubiera sido como derramar tinta sobre una hermosa pintura. Un viento helado recorrió mi espalda y me detuve, escuché las gotas de lluvia golpear los charcos y comencé a llorar. No fue un llanto desesperado. Fue un llanto inmóvil en el que las lágrimas parecían venir de lo más profundo de mi cuerpo. No sentí las lágrimas recorrer mi rostro pero sabía que lloraba por el cálido dolor que brotaba de mi frente y se escurría hasta golpear mi pecho. Cerré los ojos y respiré hondamente, escuche la lluvia tratando de concentrarme en ella, en las gotas golpeando mi cabeza y mis hombros. Traté de mirar atrás pero me sentía paralizado por el llanto y por una especie de miedo que no sabía si era porque esperaba ver detrás de mi una vereda vacía o a ella mirándome a mi. No pude concentrarme en la lluvia y me concentré en el beso. El beso más corto, el mejor beso, una mano apretando la suya, la otra subiendo lentamente para tocar su fría mejilla y al fin tocarla para prolongar el beso. No había terminado de embriagar mi mente con la imagen del beso que no fue, cuando por debajo de mis brazos se escurrieron los suyos y me apretaron fuertemente, y sólo dejó de apretarme para permitirme voltear hacia ella. Se consumó el beso. El beso más largo, el mejor beso, el sabor a lágrimas inundaba con calor nuestros cuerpos. Nada es perfecto hasta que lloramos por ello. ¿Qué habría sido de aquel beso sin aquel que nunca fue?

martes, 28 de agosto de 2007

Mundos Conceptuales Tercera parte: El papel del Concepto en los sueños.


El mundo de los sueños es el mundo conceptual en su máxima expresión consciente. En éste, los objetos de la experiencia se presentan con una forma, pero siempre conservando las características que tienen como conceptos. Es por esto que, en nuestro mundo onírico, podemos sabernos en un lugar determinado, aun cuando las imágenes que de dicho lugar percibimos no correspondan con su referencia fuera de los sueños (podemos soñar que estamos en nuestra casa y al mismo tiempo las imágenes que de ella tenemos en el sueño corresponden a nuestra escuela o a casa de alguien mas, pero no por esto entran en conflicto las imágenes con el lugar en el que creemos estar. En los sueños, las cosas pueden ser y no ser al mismo tiempo; esto no quiere decir que las imágenes que en los sueños tenemos correspondan a imposibles empíricos, simplemente tienen la doble cualidad, que no podemos tener presente en la vigilia, de ser imágenes y conceptos, con la misma intensidad y en un mismo momento.
Así, soñamos con una persona que es dos distintas a la vez, soñamos con una persona que no es nadie. Una persona puede cambiarse por otra en un parpadeo, y nuestra mente no se ve llevada a reaccionar violentamente ante dicho cambio; lo tomamos, hasta cierto punto, con naturalidad. Esto es así, ya que podemos tomar a una persona como imagen y a la vez exaltar alguna parte del concepto que de ella hemos determinado previamente en la vigilia. El cambio en la imagen de la persona no será brusco, ya que es igual de intenso el concepto que la imagen. De este modo, puede ser que al cambiar la imagen de ‘x’ por la de ‘y’ se altere minimamente el concepto que está detrás de ellas, ya que a diferencia del cambio de imagen, en el que se pierden muchas características del objeto, en el cambio conceptual, en este caso de persona a persona, los cambios son mínimos en comparación a lo que permanece.

Todo esto se debe a que en el sueño, la experiencia empírica no es la más vívida. Pero no sólo esto. Por otra parte, en la vigilia, nuestros conceptos se amoldan a la experiencia empírica, partimos del mundo perceptual y le aplicamos a éste los conceptos que hemos determinado, y podemos modificar nuestros conceptos dependiendo de la referencia empírica ante la cual estemos. A diferencia de esto, en el sueño no podemos partir de un mundo perceptual, ya que éste es formado enteramente por nosotros, por nuestra mente o espíritu encarnado en el lenguaje, así es que no tenemos el mismo punto de partida en el sueño que en la vigilia.
En el sueño adecuamos las imágenes, que generamos a partir de nuestros conceptos, a los conceptos mismos. Así es que la imagen es lo que varía libremente dentro del margen conceptual. En la vigilia podemos hacer a un lado algunas de nuestras determinaciones con respecto a un concepto, por ejemplo si en mi concepto de mesa tengo presente que ésta debe tener cuatro patas, no por esto dejaré de identificar con dicho concepto una mesa de tres patas. Es importante mencionar que dicho cambio lo hacemos ante objetos distintos, a partir de un mismo concepto. En el sueño, la imagen de una mesa puede encontrarse en constante cambio, en un momento puede tener tres patas y al siguiente momento tener sólo una, e incluso, a un mismo tiempo, caer bajo ambas situaciones.

El mundo de los sueños es el mundo conceptual encarnado.
En la vigilia, los conceptos son las gafas a través de las cuales vemos el mundo.
En el sueño, los conceptos son los instrumentos creadores del mundo.

lunes, 27 de agosto de 2007

¡En casa de la Abuela!


Hablando de mujeres y traiciones
Se fueron consumiendo las mujeres… (botellas… jajaja)

el cumpleaños del abuelo… Alejandro Fendández… José Alfredo Jiménez… José José… música variada pero sobre un mismo tema… escuchando las anécdotas de mis tíos sobre sus jornadas laborales en la milpa de mi abuela… nuevamente me siento atraído hacia el campo… hacia las labores pesadísimas del campo… no entiendo por qué… pero la atracción es fuerte… la anécdota vale la pena ser contada… hace 20 años,,, a las siete de la mañana legaron a la milpa a cosechar el maíz… los peones los acompañaban… terminaron a las dos de la tarde… cargaron la vieja carreta conducida por el viejo carretero… 65 costales de 70 kilos cada uno (después de que mi abuelo intentó regalar la cosecha)… los peones regresaron a la casa de mi abuela a comer y beber como es costumbre en el pueblo de Cacalomacán… Guillermo y Jorge, mis tíos, se quedaron para guiar la carreta hacia su destino… el problema: la carreta pesaba demasiado y se atascó en el lodo… los únicos que podía solucionar el problema eran Guillermo y Jorge… descargaron ellos mismos la carreta para que ésta pudiera subir la empinada colina… después, subir los costales… después de sólo diez, Guillermo estaba tirado en la hierba con la espalda llena de llagas… pero Jorge, joven aun, seguía cargando costales… y se tomaba un poco de tiempo para patear a Guillermo para que siguiera cargando… la lluvia,,, el fío típico de los alrededores de Toluca… por fin se levantó Guillermo con la consigna de no dejar una sola mazorca atrás… subieron la empinada colina y cargaron la carreta con todos y cada uno de los costales… llegaron orgullosos a casa de su madrea las ocho de la noche… esperando una recompensa por su arduo esfuerzo… pero la pregunta los llenó de desilusión: ¿dónde estaban? Seguro se pasaron a la cantina… los peones ya se fueron, así que les toca descargar la carreta… jajajaja… muchas risas… muchos recuerdos… espaldas llagadas y Guillermo enfermo por el esfuerzo de la jornada… risas… algo de llanto… o más bien ojos vidriosos… pero se recuerda el momento con alegría…

La abuela prometiendo siempre cuidar de mi… ofreciéndome su casa, su comida (mmm… rico) su vida entera… la noche llena de cervezas, tequila, anécdotas, cigarros…

Me encanta…

sábado, 25 de agosto de 2007

Don't Damn Me!!!

Ya que estamos en esto de poner música en el blog pues hay les va un megarolononón de Guns n' Roses... sale pues... dirfrútenla...




Don't damn me
When I speak a piece of my mind
'Cause silence isn't golden
When I'm holding it inside
'Cause I've been where I have been
An I've seen what I have seen
I put the pen to the paper
'Cause it's all a part of me

Be it a song or casual conversation
To hold my tongue speaks
Of quiet reservations
Your words once heard
They can place you in a faction
My words may disturb
But at least there's a reaction

Sometimes I wanna kill
Sometimes I wanna die
Sometimes I wanna destroy
Sometimes I wanna cry
Sometimes I could get even
Sometimes I could give up
Sometimes I could give
Sometimes I never give a fuck

It's only for a while
I hope you understand
I never wanted this to happen
Didn't want to be a man
So I hid inside my world
I took what I could find
I cried when I was lonely
I fell down when I was blind

But don't damn me
When I speak a piece of my mind
'Cause silence isn't golden
When I'm holding it inside
'Cause I've been where I have been
An I've seen what I have seen
I put the pen to the paper
'Cause it's all a part of me

How can I ever satisfy you
An how can I ever make you see
That deep inside we're all somebody
An it don't matter who you wanna be
But now I gotta smile
I hope you comprehend
For this man can say it happened
'Cause this child has been
condemned
So I stepped into your world
I kicked you in the mind
An I'm the only witness
To the nature of my crime

But look at what we've done
To the innocent and young
Whoa listen to who's talking
'Cause we're not the only ones
The trash collected by the eyes
And dumped into the brain
Said it tears into our
conscious thoughts
You tell me who's to blame

I know you don't wanna hear me cryin'
An I know you don't wanna hear me deny
That your satisfaction lies in your ILLUSIONS
But your delusions are yours and not mine
We take for granted we know the whole story
We judge a book by its cover
And read what we want
Between selected lines

Don't hail me
An don't idolize the ink
Or I've failed in my intentions
Can you find the missing link
Your only validation is living your own life

Vicarious existence is a fucking waste of time
So I send this song to the offended
I said what I meant and I've never pretended
As so many others do intending just to please
If I damned your point of view
Could you turn the other cheek

But don't damn me
When I speak a piece of my mind
'Cause silence isn't golden
When I'm holding it inside
'Cause I've been where I have been
An I've seen what I have seen
I put the pen to the paper
'Cause it's all a part of me
Don't damn me
I said don't damn me
I said don't hail me
Don't damn me

viernes, 24 de agosto de 2007

L'albatros y extracto de diario...


Souvent, pour s'amuser, les hommes d'équipage
Prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,
Qui suivent, indolents compagnons de voyage,
Le navire glissant sur les gouffres amers.

A peine les ont-ils déposés sur les planches,
Que ces rois de l'azur, maladroits et honteux,
Laissent piteusement leurs grandes ailes blanches
Comme des avirons traîner à côté d'eux.

Ce voyageur ailé, comme il est gauche et veule!
Lui, naguère si beau, qu'il est comique et laid!
L'un agace son bec avec un brûle-gueule,
L'autre mime, en boitant, l'infirme qui volait!

Le Poète est semblable au prince des nuées
Qui hante la tempête et se rit de l'archer;
Exilé sur le sol au milieu des huées,
Ses ailes de géant l'empêchent de marcher.

... me gusta pensar que son mis alas de gigante las que me impiden caminar… pero eso sólo es una frase preciosa… un pretexto más para seguirme arrastrando…
me siento como piano triste… como algún nocturno de Chopin… pequeñas y bellas notas que flotan sin poder tocar el piso… no son las pesadas y decididas notas adultas y masculinas de Liszt… me gustaría tener la capacidad de transformarme en este tipo de notas sólo por un momento… en los momentos en que lo necesito… pero no siempre… y creo que disfruto mucho sentirme como ahora... aunque el buscarle a esto motivos ya no me interesa…

Lierre et Tabac...


Lierre et tabac. Une convinación spéciale. Le lierre n'affecte pas le tabac, par contre le tabac consomme au lierre. Il le maintient occupé tandis que l'esprit essaye de voler. Le lierre ne veut pas laisser que son esprit vole... n'est pas parce qu'il ait de la peur à tomber, c'est parce qu'il termine toujours en se rendant compte qu'il ne s'élevé pas un millimètre.
Au contraire, la fumée s'élève librement jusqu'à être fondu avec le ciel...
Compagnon fidèle est le tabac, il t'accompagne jusqu'à la tombe.

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Yedra y tabaco. Un convinación especial. La yedra no afecta al tabaco, por el contrario el tabaco consume la yedra. La mantiene ocupada mientras la mente intenta volar. La yedra no quiere dejar que su mente vuele… no es porque tenga miedo que caer, es porque termina siempre dándose cuenta de que no se ha elevado ni un milímetro.
Por el contrario, el humo se eleva libremente hasta fundirse con el cielo…
Compañero fiel es el tabaco, te acompaña hasta la tumba.

martes, 21 de agosto de 2007

Me duele ser un tarado… !que nadie se atreva a decirme que no lo soy!… sé que lo soy y la gente que me conoce lo sabe… creo que nunca había tenido algo que alcanzar y por eso no me dolía… ya no sé ni lo que quiero alcanzar… sólo sé que duele quererlo y no quererlo a la vez… duele entender por qué lo quiero y no saber por qué no lo quiero…

Duele…

Y por eso haré un esfuerzo para dejar de ser un tarado… aunque también el esfuerzo me duela… mucho...

Primeros esbozos para una reflexión sobre los Mundos Conceptuales. o “Mundos conceptuales. Segunda parte.”


El desarrollo de este texto no corresponde a un ensayo o a cualquier otro tipo de escrito académico, son ideas que se presentan en el orden en que se me fueron ocurriendo. Los puntos suspensivos los usaré aquí para marcar los momentos de ruptura entre la escritura y la reflexión. Cabe mencionar que la primera de las afirmaciones que presento a continuación, comenzó como una nota personal originada por una distracción al estar leyendo la Fenomenología del Espíritu.

Nota personal:

Todo existe como concepto. Si reducimos la existencia a la capacidad de ser conceptualizable, entonces todo existe… La referencia directa no se daría entre un nombre y una cosa (objeto), o entre un nombre y una idea, sino entre un nombre y un concepto. De este modo se evita el problema de los nombres vacíos… El concepto es sensibilidad compuesta… Su génesis es una mezcla de experiencias empíricas. Éstas se organizan, no conforme al orden empírico, sino conforme a la posibilidad de dicho orden… La formación de conceptos simples se limita a su posibilidad en la experiencia, en el mundo real… La formación de conceptos complejos (compuestos por conceptos simples) se limita a su posibilidad en el mundo conceptual… “El círculo-cuadrado” es un sinsentido en toda la multiplicidad de mundos empíricos posibles, pero no en la de los mundos conceptuales… De este modo ∃x(Px∧¬Px) describe un ente, un existente, es decir, no carece de referencia… Si se acepta esto, puede ser que no sea necesario recurrir a la diferencia entre sentido y referencia, como lo hace Frege… El conocimiento parte de la experiencia en la medida en que la experiencia proporciona los elementos de los cuales se conforman los conceptos. Pero el conocimiento no se desarrolla en el (no pertenece al) nivel de la sensibilidad, sino en el nivel conceptual y en este sentido digo que depende del lenguaje…

Las afirmaciones sobre conceptos complejos podrán ser verdaderas o falsas según lo determine el mundo conceptual, por ejemplo, del concepto ‘alma’ podremos decir cosas con verdad sin caer en sinsentidos. Lo mismo pasa con conceptos como ‘libertad’, ‘justicia’, ‘bueno’, ‘felicidad’, etc. […] Podemos tener un conocimiento certero de este tipo de entidades (llamo a estos conceptos ‘entidades’, por el simple hecho de que he decidido tratar a todo lo conceptualizable como existente)… Una, y sólo una, será la verdad sobre dichas entidades, en otras palabras cualquier afirmación sobre un concepto complejo tendrá uno, y sólo un, valor de verdad. En este sentido, el conocimiento sobre estos conceptos es objetivo (y objetivante)… Una de las consecuencias de esto es que la Moral no podrá ser vista como un estudio relativo o subjetivo, sino que, incluso podrá ser considerada una ciencia rigurosa… Podemos afirmar que el alma existe, ya que éste es nuestro punto de partida, pero también podremos afirmar su existencia, en el sentido común de la palabra, y a la vez podemos determinar el valor de verdad de dicha afirmación… El que no hagamos ciencia sobre las nubes, dependerá de nuestro estudio sobre el origen de los conceptos… Del hecho de que un concepto sea compuesto no se sigue que sea complejo, aún cuando todos los conceptos complejos sean compuestos… ‘Pegaso’, ‘Grifo’, ‘dragón’, etc. no son conceptos complejos sino simples… no todos los conceptos compuestos son triviales, ‘Dios’ es compuesto, complejo y no es trivial… “La verdad sobre concepto ‘Dios’ nos la da la revelación” (esta parte de la nota personal no se aclara en éste texto, pero no puede dejar de ser mencionada)…

En este proceso se dan dos saltos: (1) de la inmediatez sensible al concepto simple y (2) del concepto simple al complejo. Ambos saltos carecen de explicación y fundamento; sólo por el hecho de que sin suponerlos no podríamos estar en el plano del conocimiento, sino sólo quedarnos en la percepción “vegetativa”, es que se pueden aceptar los saltos…

Uno de los conceptos que más interés ha despertado en la humanidad es el de ‘Dios’… Si partimos de dicho concepto, seremos llevados a aceptar cuestiones morales que del análisis del concepto se desprenden… De este modo, será intolerable que en situaciones con idénticas implicaciones morales, un mismo sujeto actúe distinto en cada una de ellas… Desde el momento en que determinamos nuestro concepto de Dios, es decir, aceptamos un concepto u otro, o simplemente rechazamos todos, estamos comprometiendo nuestra conducta y al mismo tiempo determinando otros conceptos, por ejemplo ‘bueno’ y ‘malo’. Es un deber, no sólo moral, el actuar conforme a los resultados del análisis y determinación de los conceptos que generamos o usamos. No sólo moral, ya que también se desprende de la búsqueda de la verdad, sea por amor a ésta o sólo por los beneficios que del alcanzar la verdad obtenemos.

¿Qué es lo que hace que determinemos nuestros conceptos de una forma y no de otra?
R: La coherencia entre los conceptos del nivel de mundos posibles, la coherencia entre los conceptos del nivel de mundos conceptuales, y la coherencia entre ambos niveles…

¿Por qué nos vemos llevados a rechazar la contradicción aún cuando es un concepto?
R: porque la contradicción puede ser coherente con el resto de la totalidad de los conceptos del segundo nivel, pero no se puede contar entre los conceptos del primero (el nivel de mundos posibles), que es de donde parte todo…

La tarea del hombre es el determinarse mediante el análisis y determinación de los conceptos que acepta…

(un ejemplo de esto último es la forma en que se alcanza la felicidad, cosa que se explica en el post inmediatamente anterior a éste.)

Dos mundos conceptuales pueden ser distintos y a la vez contradictorios el uno con el otro. En este caso, las conductas morales determinadas por cada mundo conceptual serán a la vez distintas y contradictorias. Con esto no estamos aceptando que la Verdad sea subjetiva o relativa, aún cuando en cierto sentido tengamos que aceptar que las conductas que se desprenden del mundo conceptual, contradictorias entre ellas, son moralmente correctas a la vez. Este “a la vez” necesita ser aclarado. Obviamente desde un mundo conceptual ‘A’ la conducta mora de un individuo cuyo mundo conceptual sea ‘B’ (siendo A contradictorio con B, y las conductas determinadas por ambos igualmente contradictorias) no podrá ser aceptada como moralmente correcta, pero es correcta en la medida en que es congruente con el análisis de los conceptos de ‘B’. Ahora bien, supongamos que el mundo conceptual ‘A’ es el verdadero, es decir no entra en conflicto con ningún dato sensorial y su determinación es correcta conforme a los saltos conceptuales legítimos, ni lleva a cabo saltos injustificables y oscuros, si el individuo cuyo mundo conceptual es ‘B’ se comporta como el individuo cuyo mundo conceptual es ‘A’ no podremos decir que el sujeto en ‘B’ actúe correctamente, ya que su conducta no será el resultado del análisis del mundo conceptual que ha aceptado y tomado como suyo, aún cuando lo correcto sea actuar como el individuo en ‘A’.
Esto nos lleva a que el error en la conducta moral no es cuestión maldad, sino de ignorancia, desidia o incapacidad intelectual, y de éstas, sólo la desidia puede ser pecado.

La moral no es un dictado, no es una imposición, tampoco es auto-imposición, sino que es el actuar natural que resulta de la determinación de nuesto mundo conceptual, aunque este actuar natural pueda ser desatendido por la flaqueza humana, no así por la ignorancia…

Cuando un sistema conceptual se impone a los individuos pierde su carácter moral y éste es remplazado por uno político. Lo que en el mundo conceptual autodeterminado se califica como ‘bueno’ o ‘malo’, pasa a ser calificado como ‘justo’ o ‘injusto’.

Este desarrollo de la determinación del mundo conceptual, tal como lo presento, no es temporalmente correcto, no se trata de un desarrollo lineal así como tampoco hay un punto de inicio o de partida en cero, en blanco. No existe un momento en que encontremos al individuo aislado de una multiplicidad de mundos conceptuales.

¿Qué es lo que impide que, ante la imposición de un mundo conceptual particular, distinto al nuestro, se justifique una resistencia radical por parte de los individuos?

Fin de la nota personal…

Está última pregunta nos inserta en análisis de la Política, pero sólo queda mencionada para después ser contestada. Del mismo modo hay puntos esenciales que no se encuentran claros en la exposición de éstas ideas y que sólo menciono para que se tengan en cuenta al margen de la exposición anterior:

1) Aclarar los dos tipos distintos de necesidad.
2) Aclarar los dos tipos distintos de existencia.
3) Aclarar el tipo de entidad Psicológica o mental de las que hacen las veces los nombres.
4) Explicar la relevancia de la revelación de las verdades sobre el concepto ‘Dios’.
5) Relacionar las ideas aquí presentadas con el manejo de los conceptos como funciones.


………. Al estar transcribiendo esto para este blog me he sentido completamente incompetente para plantear mis dudas y reflexiones… me he sentido tarado… aunque puede ser porque últimamente me siento tarado para cualquier actividad………..

lunes, 20 de agosto de 2007

Primer acercamiento al “Mundo Conceptual” o “Mundos Conceptuales. Primera parte”


Hobbes se acercaba mucho a la verdad cuando concebía al miedo como el motor de la vida humana. Podemos aceptar esto por completo si nos enfocamos en los miedos particulares que él usa, pero en realidad el miedo va más allá de estos. Tanto, que se pierde en la distancia sin que podamos reconocer su origen. En esta distancia se funde con dos conceptos más elementales: la felicidad y la desdicha. Que a su vez se nos presentan indistinguibles el uno del otro. Sufrir toda una noche no resulta en un despertar amargo. Más bien se percibe dulzura. Después de una noche de llanto los ojos despiertan más claros, se respira mejor, el cuerpo parece haber abandonado el peso de una armadura. Todo esto no asegura que la felicidad y la desdicha se releven a intervalos. Su relación mutua es más que sólo de entrada y salida. La una se funde con la otra y sin ésta la otra no es. Para que la felicidad sea, necesita de la desdicha, no sólo como un pasado o un futuro, sino como parte esencialmente suya que está presente a la par de ella. El olor del humo se percibe después del incendio y sin éste no reconocemos que aquel existió; pero en el caso de la felicidad y desdicha, cuándo parece que el olor a quemado ha desaparecido por completo es cuando una chispa inicia todo de nuevo.

Puede ser que el miedo más originario sea el miedo a la desdicha, pero el más fundamental en la vida es el miedo a la felicidad. Conocemos la desdicha, conocemos el sufrir, conocemos también la ausencia de ambos, pero ¿es esta ausencia felicidad y placer? Lo que llamamos miedo a la felicidad es simplemente el temor a esta ausencia, a esta nada. La felicidad se nos presenta comúnmente ligera, suave, traslúcida, vacía. La desdicha es fuerte, intensa, clara en sus matices oscuros, la reconocemos cuando viene y cuando se va. Esto es lo que hace que temamos a la felicidad, el no poder reconocerla, el no poder hacerla ‘nuestra’; es su levedad e informidad la que nos hace temerla e incluso concebirla a veces como una ilusión. Pero como ya decía esta “felicidad” no es más que la ausencia de desdicha. La verdadera felicidad no es el otro de la desdicha. Ésta se eleva más allá del juego entre desdicha y “ausencia” y toma de ambas su sentido. Con esto estoy diciendo que se puede ser feliz en medio de intensos tormentos y se puede no serlo en la más elevada ausencia de estos. Pero entonces ¿qué es la felicidad? ¿cómo se obtiene? ¿vale la pena obtenerla? La felicidad es la conciencia del ciclo desdicha-ausencia. Es esta elevación de la persona por encima del sentimiento inmediato, aunque si fuera sólo esto, estaría incompleta. La felicidad es completa cuando, en su forma de conciencia, se entrega por completo al ciclo. Se hunde libremente en él hasta quedar cubierta por completo. Es éste ciclo, éste movimiento independiente, el verdadero motor de la vida humana. Si bien el miedo juega un papel esencial en dicho ciclo, éste no puede por sí mismo ser el único motor. Aún si queremos concebirlo como un motor, el miedo es dejado atrás por la conciencia que se lanza desde su elevación hacia las profundidades del ciclo felicidad-ausencia.

Con esto no parece que hayamos respondido más que la primera de nuestras tres preguntas. En parte hemos respondido a la segunda, pero no por completo. La felicidad se alcanza con esta elevación-sumergimiento, pero si esto es así deberíamos ser capaces de distinguirla de la desdicha, y no sólo como “ausencia”. Pero es un hecho que la felicidad no es algo que sea claro en nuestra vida, por esto mismo la confundimos con la “ausencia”. Esto se explica a partir de la inestabilidad de la conciencia y su particular debilidad. ¿Cómo es que vivimos la experiencia de la elevación-sumergimiento? Pues la vivimos en tanto que éste se da, es decir, sólo la experimentamos en su misma realización. El problema es que su realización implica su dejar de ser. Al sumergirse pierde su elevación y con ella la vivacidad de la experiencia de la misma. Al quedar sumergidos en el ciclo, la felicidad se transforma en un recuerdo y con el tiempo puede desvanecerse por completo. La conciencia cede ante la desdicha y se aferra a ella como a aquello que le es fiel, aquello que ella puede hacer suyo. Ésta es la debilidad de la conciencia, el entregarse a lo real, a lo propio (suyo y nuestro), a lo distinguible y conocido. Ante esto parece resonar en nuestros oídos la tercer pregunta, ¿vale la pena buscar la felicidad? A esto sólo puede responder la propia conciencia, es decir, cada conciencia. Como todo lo que pasa por la conciencia, la felicidad termina perdiéndose. Pero éstas pérdidas no son inútiles, todas ellas dejan un rastro que, aunque no sea tan intenso como la experiencia misma, es indeleble. Este rastro es el “concepto”. Y ¿en qué cambia esto nuestra búsqueda de la felicidad? El obtener el concepto de felicidad no es la obtención de ésta. Pero si podemos llegar al concepto, tendremos presente que la felicidad está más allá del ciclo, aún cuando no podamos hacerla nuestra más que como un débil rastro conceptual. La debilidad de la conciencia y la intensidad del ciclo, se presentan como amenazas para nuestra confianza en el concepto “felicidad”. Con el tiempo, éste puede llegar a parecernos una ilusión; el recuerdo de una experiencia real se tronará en el recuerdo de un antiguo sueño. Pero mientras la confianza en el concepto perdure, tendremos el sabor de la felicidad en los labios, aún cuando ésta no esté en nuestra boca.
Ésta última afirmación no es del todo cierta. El tener presente el concepto es una forma de elevación, y en este sentido, si tenemos el concepto sólo nos queda arrojarnos al ciclo para ser felices. Así, la elevación-sumergimiento se presenta como una acción detrás de la cual se encuentra una conciencia libre, como una acción que deja un rastro en las acciones que le siguen.

La felicidad es lo mismo que la búsqueda de la felicidad. No es la ausencia de desdicha, es el vivir sumergidos en el ciclo sabiendo que la vida no se limita a los elementos de éste; es vivir sin entregarnos a la desdicha o a la ausencia, sino gozar de ambas en su unidad, tomando así al miedo como unificador y no como aquello que nos hace saltar de la desdicha a la ausencia y de ésta a aquella.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Este tampoco lo iba a poner,, pero no le hace daño a nadie… pero está aburrido…

Hoy simplemente tengo ganas de escribir… no tengo idea de qué me pasa… antes dormir era de las cosas más sencillas para mi… pero ya no… leer también y ya no… hablar un poco, pero ahora me es imposible… hablo en voz muy baja… no se me entiende lo que digo… hablar es tan complicado… hablar de qué??... con quién??.. para qué??... aprecio mucho una buena charla… pero me es difícil mantenerla sin que de repente la lengua se me trabe sin motivo alguno… estoy viendo mucha tele… leyendo poco… muy poco… tantas cosas que quiero saber y que sólo puedo hallarlas en los libros y aún así prefiero sentarme a reírme con bromas sencillas… a veces un poco más complicadas… pero al fin y al cabo sólo sirven para distraerme un rato y dejar mi mente en blanco toda la noche… sigo fumando como idiota… sigo presionando mis ojos todas las noches por el dolor que me causa el monitor… pero no tengo idea de qué hacer… a dónde ir??... con quién ir??… nunca he sido de los que viajan solos… tal vez deba hacerlo más seguido… simplemente para saber si me gusta o no… es extraño… no soy de las personas que tienen muchos amigos o conocidos con los que salga… pero aún así no ando solo por las calles… sólo cuando voy a la escuela y cosas así… mmm…

la escuela… me gusta mi escuela… nadie se mete contigo si tú no te metes con ellos… puedo aprender muchas cosas sin tener que hablarle a la gente… a veces siento ganas de hablarle a mis compañeros,, y a veces lo hago… pero después de un rato me siento diferente a ellos… también los siento diferentes a mis amigos… los cuales son tan pocos que me bastan los dedos de una mano para contarlos…

hoy vi una foto de unos compañeros de secundaria que se supone conozco, y con los cuales conviví alrededor de tres años… pero de los seis de la foto sólo pude reconocer a dos…
olvido fácilmente a la gente… olvido fácilmente las cosas… situaciones… etc… si trato de recordar mis amigos anteriores a los de ahora me pierdo muy fácilmente…
empezando por primaria… recuerdo haber tenido dos amigos… y con esto me refiero a que sólo conviví regularmente con dos personas en los seis años que dura la primaria… el primero de estos ‘amigos’ era un judío al que nadie le hablaba… creo que por ser judío (estando en una escuela católica)… de éste no recuerdo ni su nombre… ni de qué hablábamos… sólo lo recuerdo por la forma en que nuestra ‘amistad’ se rompió… él intentaba dar una vuelta colgado de la barra horizontal de una portería de football, de esas pequeñas que hay en las escuelas… yo estaba asombrado ante la temeraria hazaña de mi ‘amigo’… la verdad también estaba nervioso y tenía miedo de que me pidiera hacer lo mismo cuando él terminara… pero eso no pasó, ya que al estar a mitad de su acto, la portería se movió y cayó impulsándolo con gran fuerza hacia el piso… el tubo horizontal del que se sostenía le golpeó la boca al momento de caer… después de eso no recuerdo más que su llanto, su sangre y que yo no hice nada… no le llamé al distraído profesor de educación física ni a nadie… sólo lo veía… y fue la última vez que lo vi…
mi otro ‘amigo’ en la primaria se llamaba Isaac… lo recuerdo con gran cariño… no tengo la menor idea de a qué jugábamos o de qué hablábamos… si acaso lo que recuerdo es que llegué a visitarlo varias veces a su casa y jugábamos atari… me emocionaba eso ya que yo nunca tuve una consola de juegos de video hasta… mmm… creo que tercero de secundaria… fuera de eso no recuerdo nada…
estando ya en la universidad me ha visitado unas dos veces desde que nos dejamos de ver al salir de primaria… pero no tengo idea de sobre qué hablar con él…

en secundaria las cosas cambiaron un poco… tenía varios ‘amigos’… no tan íntimos como los dos anteriores… la verdad es que los que tuve en secundaria no me trataban bien… o por lo menos no todos… pero ya no fui rechazado por la mayoría del salón como antes… no extraño a nadie de mi secundaria,, ni recuerdo a muchos…
resumiendo, en secundaria tenía tres amigos y tres amigas… nombres… mmm… Eric, Chiristian, Luis, Laura, Gloria, Carolina… según recuerdo la pasábamos chido, pero nunca fue algo serio… a la única que seguí viendo hasta cuarto de prepa fue a Laura… fue la primera mujer de la que me enamoré… también la recuerdo por la última vez que la ví… habíamos ido a coyoacán… ahí le entregué una carta que había escrito para decirle que la quería y me gustaba y lo clásico.. ¿quieres ser mi novia?... el problema es que me ganó la timidez y antes de entregársela le dije que la había escrito para alguien más… aunque cuando terminó de leerla en el café del sanborns me dijo en voz muy baja ‘gracias…’… decía cosas muy bonitas esa carta… quisiera que si ella aún la tiene me la regresara para… jeje.. reírme un rato… la verdad es que yo era muy cursi… y creo que lo sigo siendo… en fin… regresamos en taxi a su casa y cuando ella estaba cerca de la puerta de su casa le grité que la carta era para ella… entró en su casa y yo en el taxi que me esperaba… y ya… fue la última vez que la vi… tardé cerca de un año para olvidarla… pero al fin lo logré…

saliendo de secundaria tuve otros tres amigos en la vocacional 11… el Che, el Gordolfo y el Anguiano… al igual que con los otros no recuerdo las pláticas… recuerdo jugar frontón con ellos y haberme puesto mi primera borrachera con ellos… pero sólo eso… también recuerdo la última vez que los vi… ya estando yo en la prepa fui a visitarlos… encontré al Che muy cambiado… más alto y mamado… al Gordolfo igual,, aunque al preguntarme que si lo veía más delgado tuve que decirle que sí… y el Anguiano, quien se me quedó viendo por unos momentos y lo único que dijo antes de entrar a la escuela fue “me gustabas más de cabello corto”… momento incomodo, pero pasó… ellos regresaron a clases y yo a mi casa…

de mi estancia en la prepa surgieron mis mejores amigos… de ellos claro que recuerdo las pláticas… la mayoría de las situaciones y ‘travesuras’… jajaja… nombres en el orden en que aparecieron: Andrés, Rodrigo, Juan Diego, Juan, Sofía, Lidia… a diferencia de los otros, de ellos espero nunca decir “la última vez que los vi fue…” espero morir antes que ellos… y pasar el mayor tiempo posible a su lado…. Jojo… sigo siendo cursi…

zaz… no sé cómo esto terminó siendo una mini-auto-biografía… todo por el maldito insomnio… a veces siento que vivo en el pasado y que le temo al futuro… no estoy seguro… a mi me parece que no… pero no sé…

lunes, 13 de agosto de 2007

Del fin de un dia blanco...

Voy caminando… un pasillo oscuro al aire libre… por todo el piso las huellas de la lluvia bajo la cual me hubiera gustado caminar… acelerar el paso para llegar… un momento… ¿llegar a dónde?... a casa… para eso no hay prisa… es temprano… debería… sí… me sentaré aquí en la jardinera… ¿un cigarro?... chin… ya fueron muchos hoy… momento… siempre son muchos… humo, frío, humedad… el reflejo de un foco en el agua de un charco del piso de adoquín del pasillo… sí… parece un ojo a punto de soltar una lágrima… ausencia de sentimiento… tengo ganas de estar triste… zaz… no encuentro motivo alguno para estarlo… bueno… entonces feliz o por lo menos contento… mmm… no… tampoco… ¿qué hora es?... ya son las nueve… temprano… pero oscuro… mejor sigo caminando… estoy caminando muy rápido… iré más despacio… miro atrás… ¿para qué si estoy solo?… ¿podrá ser algún ladrón?... y ¿qué me quitaría?... no hay problema, nada de lo que tengo ahora lo extrañaría en caso de perderlo… ¡qué bien! Parece que llueve… caminaré más lento para mojarme… me quiero volver chango, no llueve… por lo menos una gota cayó en mi labio inferior… algo es algo… tenía rato que no caminaba sólo… y menos con tantos reflejos en el piso… uy… ahí está el coche… no se lo robaron… bien… la alarma, la puerta, el asiento, el volante, la puerta… ¿música?... no… estoy a gusto con el corazón en blanco… si pongo música triste estaré triste y así… no quiero arrancar… tanta calma… está bien… ya me voy… pero por el camino largo… lugares conocidos… ¿recordar?... no, hoy no… verde, amarillo, rojo… ¿dónde estoy?... mmm… la vieja escuela… ¿recuerdo?... verde… no… mmm…. El viejo café… mmm… hospital… taquería… puente… librería… puente… tope… charco… bache… se me antoja un café… y un cigarro… debo dejar de fumar… ¡bache!... me quiero volver chango… ¿en qué estaba?... sí… un cigarro… humo... música… triste… triste… tope… triste… lento… ¿ya llegué?... fue rápido… de haber tenido un saquito de cuero hubiera metido en él mi corazón y lo habría dejado en el charco… y mi cerebro sin saco en el bache… al fin que ya casi no los uso... blanco.

lunes, 30 de julio de 2007

Escombros...

¿Cuánto puede llegar a costar el amor?…
El mayor crimen de la vida ha sido dejarnos a merced de tan fuerte sentimiento…
El hombre no ha sido creado para superar el dolor del corazón…
Todo parece llevarnos a la demencia. A perderlo todo por amor… a ser cadáveres andantes con un corazón en el puño…

Hay un monstruo rondando el mundo… puede encarnarse en cualquier persona.. puede apoderarse de cualquiera. Nos abraza y sentimos su calor, sentimos toda la dulzura de la vida entre sus labios, toma nuestro corazón y lo coloca entre las estrellas…
Pero ahí sólo se quemará… sólo arderá entre los más atroces tormentos, y el calido abrazó tornará en un frío espinal… cristalizando la carne de nuestros brazos y pecho… para olvidarnos luego y dejarnos con un corazón ardiendo en un cuerpo congelado. Todo esto lo hace el gran amor, la gran bestia insaciable..

La más entera entrega se paga como el peor crimen… la sinceridad es el hacha del verdugo…
Somos seres condenados a muerte… pero esta supuesta condena es sólo el final de la única verdadera… somos seres condenados a amar…
Podemos querer estar solos para no ser víctimas de la tremenda encarnación, pero esto es imposible… nos han sido dadas poderosas alas… el cielo brilla y las nubes nos llaman… pero a mitad del vuelo las alas no son tan fuertes, las nubes no son suaves, el brillo no es más que oscuridad… estamos condenados a caer y en la tierra batir nuestras alas hasta hacerlas sangrar…

Nuestro cuerpo no está hecho para resistir el abrazo del amor, éste dobla nuestras costillas hasta ensartar el corazón…
La muerte no es el misterio de la vida… en la vida no hay más misterio que el amor…
¿Prepararnos para la muerte? ¡Preparémonos para el amor! Ante el cual la muerte no es condena.

O el corazón es tan astuto como para jugarnos bromas tan cruelmente elaboradas, o es un imbécil que para dar un paso tropieza mil veces…

¿puede la noche soportar tanta tristeza?
Debe ser por eso que hay día… uno solo no podría cargar con los escombros del amor…
Las estrellas como lágrimas en el cielo tiritan maldiciendo la noche… el día soporta un poco mejor la carga, pero al final siempre termina sangrando y muriendo…

viernes, 27 de julio de 2007

¡El Arco!


Gran película sin duda…
Uno de los comentarios más usuales es: “viejo cochino”.
No pretendo afirmar que el viejo no sea “cochino”, aun cuando no me lo parezca. Prefiero olvidar ese tipo de detalles, en este caso la diferencia de edades.
Si en esta historia nos quedamos simplemente con el despliegue de los sentimientos, su desarrollo e incluso decadencia, podemos llegar a conectarnos de manera más directa con ella. Por una parte un amor se desvanece por la necesidad de experiencias nuevas; por otra, un amor es constante y total, y en un primer momento aprisiona al ser amado por una ceguera enmascarada con egoísmo. El momento de ceder pareciera ser el culminante, y en cierta medida lo es. El primer amor renuncia al segundo, y éste, renuncia a aquel, pero junto con él renuncia a la vida. La partida del primero arrastra consigo la vida del segundo, qué mejor forma de expresarlo que con la partida del buque que arrastra una cuerda atada al cuello del anciano (verdaderamente mi parte favorita). Es un instante después cuando los amores se saben condenados, pero también se reconocen a sí mismos como tal, es decir como amores. Los amores condenados se aceptan de esa forma y actúan en consecuencia. Pero no con una resignación inútil, en lugar de esto, se eternizan en un momento, en una unión que rebasa los contextos mundanos, que rebasa un contrato, ya sea verbal o escrito. Es cierto que hay una boda, pero ésta sólo es relevante si tenemos presente la diferencia de edades, cosa que he decidido no hacer. Lo verdaderamente relevante es el orgasmo provocado por un cadáver en el mar. Ésta es la clave, la prueba de que los amores han podido inmortalizar su unión, sin atar ni ser atados. La unión es libre y liberadora.
Últimamente el amor abstracto me atrae singularmente. El amor sin rostro. Amor inmortal. Tal vez es por esto que pretendo ver en “El arco” esta abstracción de sentimientos, aunque puede ser sólo la historia de un viejo cochino… de orientales que sangran…

jueves, 26 de julio de 2007

Fratres e insomnio...

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Suave e intempestivamente se presenta
Se arrastra hacia nosotros velozmente
Aumentan los destellos que provienen de la inmensa avalancha
Nos ciega el tremendo resplandor
Inmóviles pensamos escapar
El terror nos lo impide

Se detiene a nuestros pies
Contemplamos los tonos
Suben los aromas hasta nosotros
Lentamente se eleva cual muro hasta tocar los cielos

Todo es silencio y contemplación
El palpitar salvaje es ahora reflejo de los tranquilos destellos
.
.
.
.
.
.
nos envuelve y oprime la blancura
la presión nos impide respirar
sube el palpitar
se inundan nuestras narices con el brillo de la ola

abandonamos el cansado cuerpo oprimido
salimos a flotar entre destellos
salimos a nadar en algodón

la luz nos impide vernos
nuestras manos aun se tocan

un suspiro y nos perdemos
.
.
.
.
flotamos…
suspiramos…………………….

El pequeño reto del tarado...



Estos últimos días un pequeño problema me ha venido rondando la cabeza… ¿Podemos dar un ejemplo de “objeto” que envuelva todas las características de su clase, es decir, de la clase de los objetos?
A simple vista pudiera parecer una pregunta sacada de la manga, pero al plantearla estoy pensando en el contexto del Tractatus… sí…. Los objetos tractarianos, para sonar un poco más mamón… el problema con Wittgenstein es que no nos da ejemplos de lo que para él es un objeto… pretendió hacer a un lado dicho problema alegando que esa no era una tarea propia del lógico… tal vez tarea del científico… pero no del filósofo en todo caso… pero eso claramente no nos dice mucho. Lo que propongo ante tal problema es lo siguiente.
Supongamos que tratamos una proposición como una función, es decir, que en una proposición elemental sustituimos los nombres por variables. Ahora bien, la variable podrá ser saturada por nombres, y dependiendo de éstos, la función o proposición adquirirá un valor de verdad, pero no sólo esto, sino que los nombres, y con ellos la proposición, adquirirán un sentido. Lo que intento afirmar es que dependiendo de con qué nombre saturemos la variable obtendremos un significado para éstos, y el significado de un nombre podrá variar dependiendo de la función que éste haya saturado. Ahora bien, el nombre hace las vecen en la proposición del simple lógico, es decir el objeto, y en este sentido es la parte más simple de la proposición; pero sólo adquiere un significado en el contexto de ésta. Si cambiamos la proposición de la que es parte el nombre, y con ella los nombres con los que se relaciona, podríamos llegar a concebir lo que antes tomábamos por nombre como algo que no es un simple lógico. De este modo, lo que en el contexto de una proposición pudiera ser un nombre, y por lo tanto llevarnos al objeto del cual hace las veces en la proposición, podría servir como un ejemplo de “objeto”, pero éste no serviría para “la clase de los objetos”, ya que en su ocurrencia en otra proposición podría no ser un simple lógico, y por lo tanto, en ese caso, no sería un ejemplo de objeto.
Así es que en una proposición que ponga en relación dos células humanas, cada célula será considerada como un objeto, al igual que en una proposición que ponga en relación a dos seres humanos, cada ser humano será considerado como objeto, aún cuando materialmente los seres humanos sean complejos formados de células humanas, y en ese sentido no sean simples. Es por esto que, por el momento, considero posible el dar un ejemplo concreto de objeto, pero no que la clase a la que pertenece dicho objeto, es decir su nivel de simplicidad, sea característico de la clase a la que pertenecen “todos” los objetos.
Resumiendo un poco, es posible que la tarea del científico lo lleve a descubrir los componentes últimos de la realidad, pero éstos no serán los únicos objetos, en el sentido de aquello que puede ser representado por un nombre. La simplicidad lógica no es una cuestión material o empírica… es más bien tarea del lógico el determinar cuándo un nombre es realmente un simple lógico y cuándo debe ser tomado de otra forma…
Se me podrá reprochar que, al ver a la proposición como una función, no podemos decir que una literal (variable o constante, da igual) unas veces sea un nombre y otras veces no,,, pero esto no es lo que estoy diciendo… Digo que el lugar de la literal, es decir la variable, puede ser saturada unas veces por una función y otras por una constante (obviamente una función no puede ser su propio argumento,, pero otra sí)… ahora bien,, una función (concepto), al ser saturada, podrá tener como referencia una entidad del mundo digamos ‘una calabaza’… y al mismo tiempo, en una función distinta se podrá saturar la variable con un nombre que haga las veces de dicha calabaza… así es que la calabaza puede entrar en el lenguaje por medio de signos de una forma lógica distinta:: en un caso una función y en otro una constante o nombre…

Hay varios problemas con esta forma de solucionar el problema de los ejemplos de objetos tractarianos… incluso sin llegar hasta Wittgenstein,,, creo que basta con el tarado de Frege para refutar lo que digo… (aclaro que tarado no es insulto,,, simplemente me gusta la palabra…) así es que espero que alguien pueda decirme que soy un tarado (ahora sí como insulto) y que me diga el por qué!!!!.... si alguien lo hace se ganará mi respeto y a parte… mmmm… pues un helado si quiere…

viernes, 20 de julio de 2007

Sólo se puede gozar el estar solo cuando sabemos que la soledad nos es ajena…

jueves, 5 de julio de 2007

hehehegel...

No recuerdo dónde leí que en algunas universidades los estudiantes de filosofía se reunían para leer en voz alta algunos fragmentos del la Fenomenología del Espíritu de Hegel. Pero me solté a reír cuando se aclaraba que no era para discutir sobre dichos fragmentos, sino simplemente se leían para reírse de ellos. La verdad es que yo mismo he echo eso, y de verdad que es muy divertido. Si bien es sumamente complicado, por lo menos para mí lo fue, el comenzar a leer a Hegel, una vez que se tiene un panorama general, incluso fragmentos aislados del texto dejan de ser cómicos para adquirir un sentido. A continuación presento el análisis de un fragmento de este tipo, simplemente por ociosidad. Y si alguien siente que, después de leerlo puede causarle gracia lo que se dice, por lo menos podrá burlarse sin el remordimiento de estarse riendo de uno de los más importantes textos en la historia de la filosofía, ya que no se estará burlando de Hegel, sino de mi forma de presentar a Hegel.

“Lo verdadero es el todo. Pero el todo es solamente la esencia que se completa mediante su desarrollo. De lo absoluto hay que decir que es esencialmente resultado, que sólo al final es lo que es en verdad, y en ello precisamente estriba su naturaleza, que es la de ser real, sujeto o devenir de sí mismo.”

En este párrafo, correspondiente al prólogo a la Fenomenología del Espíritu, se encierran ideas que no pueden ser abordadas en la inmediatez de las palabras, ni con los conceptos que comúnmente se relacionan con ellas. Hay que adentrarse en el pensamiento de Hegel para poder entender la profundidad de sus palabras. Tomando en cuenta esto, conviene comenzar por separar las distintas ideas que dicho extracto del texto contiene, pero sólo para ver que dichas ideas se unen y complementan unas a otras, a tal grado, que podemos iniciar el recorrido con una de ellas y terminarlo con ella misma.

1.- Lo verdadero es el todo
y el todo es la esencia que se completa mediante su desarrollo.

Inicio con esta idea simplemente por ser la primera en aparecer, pero bien se podría escoger una al azar y el resultado sería el mismo. Para poder abordar esta idea hay que establecer de antemano sus elementos. Por un lado Hegel nos presenta lo verdadero y por el otro, pero no separado o independiente de éste, el todo. En ambos casos Hegel nos presenta a sus opuestos como parte esencial de ellos, pero para poder entender esto comenzaré por presentar al todo y su otro, la parte, es decir la cosa o el objeto. Una de las primeras afirmaciones que se hacen en la Fenomenología con respecto al todo y a la cosa es la siguiente:

“En efecto, la cosa no se reduce a su fin, sino que se halla en su desarrollo, ni el resultado es el todo real, sino que lo es en unión con su devenir; el fin para sí es lo universal carente de vida, del mismo modo que la tendencia es el simple impulso privado todavía en su realidad, y el resultado escueto simplemente el cadáver que la tendencia deja tras de sí.”

Lo que Hegel nos está diciendo aquí es que no podemos quedarnos en la aparente realidad de la cosa misma para tener un conocimiento de ella, y más allá del conocimiento, que la cosa no es únicamente el resultado de su desarrollo. Pudiera parecer que la cosa se conforma a través de su desarrollo pero simplemente como negación de lo que fue. Pero es precisamente a lo contrario de esto a lo que nos quiere llevar Hegel. Podríamos decir que la cosa no es simplemente el resultado de un desarrollo que ahora se presenta distinto de la cosa. Pero hay que ver estas ideas de un modo más ordenado.
En primer lugar tratemos de situarnos en una supuesta situación originaria en la que nos topamos con el objeto o cosa. Un primer impulso al intentar conocer el objeto es mantenernos en él mismo, es decir en la inmediatez del objeto; “mantener la aprehensión completamente aparte de la concepción”. A este acercamiento más inmediato Hegel lo llama certeza sensible. Pero no debemos creer que la certeza sensible es ella misma pura inmediatez, es meramente un ejemplo de dicha inmediatez. Pareciera ser que nada media entre la conciencia (yo) y la cosa u objeto, pero esta inmediatez se presenta como relación, como certeza sensible y, como tal, no incluye a la conciencia y a la cosa, más que mediatamente. El yo adquiere la certeza sensible por medio de la cosa, y la cosa es en la certeza sensible por medio del yo. Por lo tanto, en la certeza sensible encontramos tanto la inmediatez como la mediación. Tanto la esencia como el ejemplo. De este modo la conciencia es mientras el objeto sea, y éste último es con independencia de la conciencia. La conciencia depende de la esencia. El yo depende de la cosa, en tanto que conciencia, no en tanto que objeto.
De este modo el conocimiento del objeto debe limitarse a la certeza sensible de dicho objeto (en el yo), así como a su inmediatez, esto es, el ahora y el aquí. Esto último deja entrever la idea de que la diferencia kantiana no es sostenible, es decir, no está por un lado el noúmeno y por otro el fenómeno. Al hacer esto estamos más cerca de lo que nos interesa, es decir presentar al objeto de tal forma que nos lleve a entender el todo. Lo que hemos hecho hasta este punto es extraer del objeto su dialéctica interna. Pero para explicar dicha dialéctica, puede ser útil referirnos a los ejemplos que el mismo Hegel da. Para ver más claramente la inmediatez en la forma del ahora el ejemplo propuesto es: “el ahora es la noche”. Para comprobar en la vida cotidiana esta verdad, basta con mirar al cielo; y al comprobarla puede ser puesta por escrito, ya que, como dice Hegel, nada pierde la verdad con ser escrita o conservada. Pero si esta verdad es revisada al mediodía, diremos que “dicha verdad ha quedado vacía”. En ambos casos, el ahora se conserva, es decir, se sigue considerando como algo que es. Pero al mismo tiempo se “se muestra como algo que no es” , al mediodía el ahora se mantiene como algo que no es noche. De este modo el ahora, que concebíamos como inmediatez, se presenta como algo que no puede ser inmediato, ya que sólo se mantiene por medio de un otro, o mejor dicho, “por el hecho de que otro.. no es” , en este caso, la noche. De este modo, lo que se mantiene o permanece es lo universal, y no sólo permanece, sino que lo hace por medio de la negación.

Es así como llegamos de la inmediatez de la cosa, del objeto, a la universalidad contenida en ella por medio del despliegue de la dialéctica interna de la cosa. Es cierto que no he presentado en su totalidad el despliegue o desarrollo de la dialéctica interna del objeto, pero no es esto lo que pretendía. Simplemente es necesario, para entender la totalidad de lo existente, estar concientes de que la afirmación de Hegel acerca de la irreductibilidad de la cosa a su fin, involucra el desenvolvimiento de la dialéctica interna de los objetos como parte esencial de éstos y, por consiguiente, de la totalidad de la cual son parte.

Ahora bien ¿cómo es que dicha totalidad es lo verdadero? Para responder a esta pregunta conviene plantearnos primero el problema de lo verdadero. Así como al tratar de decir algo sobre el todo comenzamos por algo distinto de éste, del mismo modo podemos plantearnos el problema de lo verdadero con respecto lo que pareciera ser enteramente distinto a este, es decir lo falso. “Lo falso… sería lo otro, lo negativo de la sustancia, que en cuanto contenido del saber es lo verdadero.” “Decir que se sabe algo falsamente equivale a decir que el saber está en desigualdad con su sustancia.” Para poder comprender lo que Hegel está expresando en éstas afirmaciones conviene regresar un poco alo que veníamos diciendo sobre el objeto. El objeto se presentaba en un primer momento como inmediatez, pero veíamos que al descubrir su dialéctica interna, lograba presentarse como unida a su otro que no sólo es el yo o conciencia, sino como lo que no es. Lo que quiero decir con esto es que la conciencia, al tratar de ser conciencia del objeto, tiene que salir de la cosa misma y pasar a través de lo otro del objeto por medio de lo universal. En otras palabras, al tratar de definir al objeto nos vemos llevados necesariamente a salir de él, si queremos poder decir algo más que A=A, recurriendo a universales para definirlo. Esto implica que el conocimiento o saber que tenemos de la cosa no encierra únicamente lo que la cosa es, sino también lo que no es, es decir su otro que se expresa en lo universal por lo que se defina a la cosa. De este modo, si como nos decía Hegel, lo falso es lo otro de la sustancia, podemos ver que eso otro es parte esencial de la cosa, y por lo tanto forma parte de su verdad. La desigualdad que se presenta entre el conocimiento de la cosa y la cosa, entre el saber y el objeto, es lo que constituye al objeto y su esencia. “De esta diferenciación llega a surgir, si duda alguna, su igualdad, y esta igualdad que llega a ser es la verdad.” Es difícil pensar la falsedad como parte esencial de la verdad, pero para entender lo que se quiere decir con esta afirmación cabe trazarle a ésta ciertos límites. No podemos decir que lo falso sea un momento de lo verdadero. Los términos verdadero y falso sólo significan lo que son en tanto que no los concebimos como unidad, sino como particulares opuestos. Es únicamente mediante el recorrido que hacemos del desarrollo del objeto, como llegamos a percatarnos del asenso, proveniente del acercamiento de la conciencia al objeto, hacia lo realmente verdadero del objeto. Hegel expresa esto de la siguiente manera:

“Así como la expresión de la unidad del sujeto y el objeto, de lo finito y lo infinito, del ser y el pensamiento, etc., tienen el inconveniente de que objeto y sujeto, etc. Significan lo que son fuera de su unidad y en la unidad no encierran ya, por tanto, el sentido que denota su expresión, así también, exactamente lo mismo, lo falso no es ya en cuanto falso un momento de la verdad.”

Es así que la verdad podría ser concebida como la manifestación de lo verdadero y lo falso que en sí misma no es ni verdadera ni falsa en el sentido particular de los términos. Lo verdadero y lo falso, en tanto que formas singulares del desarrollo tanto del objeto como del todo, en tanto que pensamientos determinados, no pueden mantenerse en lo verdadero más que abandonando la singularidad y la particularidad para presentarse en y como su unidad que es lo contradictorio, y como tal, parte esencial del delirio báquico que es la verdad. Hablar de una distinción entre verdad y falsedad significa disociar dichos términos de lo verdadero, y al disociarse es necesario que se disuelvan. Sólo pueden mantenerse en su contradicción, es decir, en su unidad.

El todo es la totalidad del desarrollo y devenir de los objetos. La totalidad, pues, se presenta como ser y no ser indisolubles, como negatividad y positividad indisolubles. La totalidad encuentra su sustento en la contradicción, y es a partir de ella como entendemos que la totalidad es lo verdadero y lo verdadero el todo.

2.-Lo absoluto es esencialmente resultado,
su naturaleza es ser real, sujeto o devenir de sí mismo.

Al principio citábamos a Hegel cuando decía que la cosa no se reduce a su fin ni se limita a su resultado. ¿Cómo es posible que ahora hablemos de que el absoluto es esencialmente resultado? Tomando en cuenta la forma en que en la totalidad o el absoluto conviven lo positivo y lo negativo en su unidad conformada por su desarrollo y por la dialéctica interna de los objetos que arroja la contradicción como lo esencial y el sustento de la permanencia, no es tan descabellado considerar al absoluto como esencialmente resultado; ya que no estamos hablando del fin que se encuentra en la inmediatez, ni del resultado como negación o superación del desarrollo. Es en tanto que unión con su desarrollo como el absoluto puede presentarse como esencialmente resultado.

El punto importante es entender cómo éste absoluto puede no solo ser resultado y totalidad, sino también sujeto. Para esto nuevamente conviene regresar al terreno en el que no estábamos moviendo, esto es, el terreno de la verdad. La verdad se presenta en el desarrollo de la conciencia en relación con los objetos. Pero en esta etapa del desarrollo de la conciencia, seguimos hablado de verdad y falsedad como separados, es decir si haber obtenido su unidad. ¿Cómo podemos pues entrar en el terreno de la Verdad (en tanto que unidad)? “Con la autoconciencia entramos, pues, en el reino propio de la verdad.” Al encontrarnos en el reino de la verdad debemos, pues, dejar de hablar de conciencia para hablar de autoconciencia. Para poder ver de qué forma el absoluto es sujeto, conviene ver de qué forma la conciencia deviene ella misma en sujeto. Resumiendo un poco el asenso de la conciencia a la autoconciencia, es decir a su conformación como sujeto, podemos decir lo siguiente. Como ya veníamos viendo, la conciencia es en un primer momento conciencia del objeto. Pero la conciencia no puede mantenerse en la inmediatez y en la particularidad del objeto, así que debe salir de su objeto y pasar a lo otro del objeto, pero siempre regresando a éste. De ésta forma se conforma el objeto como objeto. Pero la conciencia no sólo se topa con objetos en el mundo, sino que también se le presentan otras conciencias. Este choque de conciencias es claramente agresivo para Hegel. Es cierto que el tránsito de la conciencia de ella a otra conciencia y de regreso a sí, es muy similar al recorrido que hace a través de los objetos, pero a diferencia de éste, la salida que la conciencia hace de sí para regresar a sí a través de su otro, se presenta como una autoafirmación ante su otro. Pero antes de tratar la agresividad del retorno, y la autoafirmación, esclarezcamos un poco más los primeros momentos de la conformación de la autoconciencia. “…la autoconciencia es la reflexión, que desde el mundo sensible y percibido, es esencialmente el retorno desde el ser otro.” “…el mundo sensible es para ella una subsistencia, pero una subsistencia que es solamente manifestación o diferencia, que no tiene en sí ser alguno.” La autoconciencia, para ser de este modo, tiene que ostentar los momentos que sirvieron para que se conformase. La conciencia de lo otro tiene que retornar hacia sí misma, pero esto no quiere decir que se conciba simplemente como la enunciadora del “yo soy yo” sino que debe concebir a lo otro como parte de si misma. La autoconciencia es conciencia de sí a través de lo otro, pero de este otro debe pasar hacia su otro como proceso de auto-conformación. Nuevamente se nos presenta una contraposición. En un primer momento el de la conciencia y lo otro, y después el de la conciencia y su otro. Esta contraposición se presenta como unidad esencial para la autoconciencia. A partir de este momento, la conformación de la autoconciencia pasará a ocuparse de lo agresivo del enfrentamiento con su otro, es decir la apetencia o más bien el deseo de autoafirmación o imposición ante su otro, esto es ante otras conciencias. “Un ser desea anular o suprimir al otro como medio de afirmación triunfante de su propio yo” Esto lo realizará por medio de la dialéctica interna en dicha relación entre conciencias; a este enfrentamiento Hegel lo llama relación amo-esclavo. Y es a través del desarrollo de la dialéctica de la relación amo-esclavo, que la conciencia llega a ser realmente autoconciencia, pero el desarrollar la complejidad de dicho asenso de la conciencia, aunque sumamente interesante, excede los limites de este trabajo. Es por esto que debemos enfocarnos en ver de qué forma el absoluto, y ya no la conciencia particular, se conforma como sujeto. A partir de lo que se ha dicho resulta relativamente fácil exponer esta última cuestión. El primer punto a aclarar es de qué forma puede la totalidad ser conciencia. El único ámbito del absoluto en el que se presenta el conocimiento es en el humano, o en el de las conciencias. Es precisamente la conciencia humana la que permite que el absoluto sea conciente. Pero como ya veíamos la conciencia se enfrenta no sólo ante lo otro, sino ante su otro, en el asenso a su autodeterminación. Ante qué otro se podría presentar el absoluto. Si algo puede presentársele como ajeno o externo a él, quiere decir que aquello que es objeto para la conciencia del absoluto no es parte del absoluto mismo, y por lo tanto el absoluto deja de ser absoluto. Pero esto no es así. El absoluto es la totalidad y como tal, para ser conciencia debe serlo de sí mismo. Es precisamente el ser conciencia de sí mismo lo que permite que el absoluto sea conciente y al mismo tiempo auto-conciente. El medio por el cual el absoluto llega a conformar esta autoconciencia, es el espíritu humano. Y el absoluto o la totalidad vistas bajo la luz de las conciencias humanas, adquiere el carácter o nombre de espíritu. El absoluto es, pues, sujeto, en tanto que es espíritu auto-conciente.

De este modo vemos que el pensar a la cosa nos ha llevado hacia el todo, de éste hacia la verdad, de ésta hacia la autoconciencia, luego al sujeto y de éste al desarrollo de la conciencia que parte nuevamente de la cosa.