miércoles, 31 de octubre de 2007

Canción nocturna del Dolor

Por la mañana cantan las aves
brilla el rocío, brilla el sol con su estúpida sonrisa.
Asesinos del suspiro que de las sombras nace,
apenas se asoma al mundo, cuando este mismo lo apaga.

¿Quién quiere escuchar el dolor de un suspiro?
Sólo la noche lo entiende,
sólo las sombras lo abrazan.

Brilla el sol, seca la herida,
cantan las aves, silencian el gemido,
brilla el rocío, congela las lágrimas.

No son bálsamos refrescantes.
No son píldoras calmantes.
La herida, aunque seca, está abierta,
el gemido, aunque en silencio, se mantiene en la garganta,
las lágrimas, aunque suspendidas, se mantienen en los ojos.

Sólo la noche lo entiende,
sólo las sombras lo abrazan.

¡Corre libre entre las sombras dolor de mi corazón!
¡Vuela libre hacia la suave luz lunar!
¡Grita tu nombre al helado viento!
Que toda la noche lo escuche…

jueves, 25 de octubre de 2007

Sombras, mujeres y luna.


Cierta noche un hombre temblaba,
Misma noche en la que dormía y soñaba.
Soñaba que era un cachorro y que su madre a él lo bañaba,
Con saliva su pelaje limpiaba al mismo tiempo que intentaba
Enseñar al pequeño lobo, por qué no aullar a la luna.

Cachorro y madre la luna miraban,
Tan grande, tan de lejos, ella también les miraba
Las nubes se escurrían hacia el horizonte mientras la luz de la luna las pintaba.

La madre explicaba, sufría y aullaba.
El cachorro escuchaba, lamía e ignoraba
La razón por la que un lobo, a la luna aullarle querría.

El cachorro murió
Y sobre su tumba, un lobo sólo quedó,
Sobre dos tumbas el lobo nació
Murió la madre, murió el cachorro y así el gran lobo entre sombras danzó.
la luz de la luna el gran lobo al bosque presentó,
en cada criatura y en cada rincón,
una expresión de miedo se dibujó.

Y el lobo gozó viendo su temerosa figura,
Proyectada hacia el valle con la luz de la luna.
Miró su sombra, miró la luna,
Pensó en su madre y lamió su cola.

Cachorro, madre, lobo y luna
Sintió bajo sus patas una sola tumba.

Aquel gran lobo, terminó aullándole a la luna.

Se estremeció el bosque, se estremeció el hombre.
Desapareció el primero y el segundo despertó.
Se encontró temblando y avivó el cansado fuego,
Y él, igual de cansado, junto a éste se recostó.

Ya duerme el hombre, reaparece el bosque.
Ahora sueña que es un hombre y que ama a una mujer.
Corre por el bosque la mujer, y la luna ilumina su correr.
¡Qué bella imagen! Piensa el hombre.

Se escurre entre ramas y espinas para ver más de cerca a la mujer.
Brilla como nunca la luna y el bosque se vuelve a estremecer,
Horror refleja el rostro de la mujer,
Se encuentra huyendo de su sombra y golpea la tierra con sus pies.

Lloran sus ojos y sangran sus pies,
Ve en su sombra una sonrisa y son colmillos de demonio lo que ve.
Lanza un grito y echa a correr.

Se estremece el bosque, se estremece el hombre,
Éste despierta, aquel desaparece.
La noche no termina, el fuego ya no brilla…

Ya el hombre no dormirá.
Temblará.
Soñará.
Amará.
Pero nunca más dormirá.

Sombra y luna temeroso evitará.

martes, 23 de octubre de 2007

ayer...


En un café, con filósofos, medio distraído, música ambiental y, de repente: ¡qué pinche rola tan cabrona!... bueno, no lo dije, emití un sonido, combinación de un 'tssss' y un 'uuyyyy'... pero rápidamente cerré la boca… ¿que por qué no lo dije y por qué me callé? Sencillo: hubiera llamado la atención hacia mí y cualquiera podría haber notado que no ponía atención a la plática… preferí guardarme el comentario y escuchar sin que nadie se diera cuenta… y así escuché una excelente canción mientras miraba fijamente a una desconocida que me hablaba de algo sumamente aburrido… y todos felices…

domingo, 21 de octubre de 2007

Una imagen triste...


Chafa! chafa! Pero lo escribí el jueves; no lo guardé porque se fue la luz… y me sorprendió encontrarlo entre los documentos recuperados,,, así que lo comparto por no ir en contra del destino que quería que no se perdiera… jojo…

Una imagen triste

Buscar algo cuando el ocio nos ha vencido.
Una imagen triste para perderlo todo,
para soñar despiertos lo que en sueños ya no llega.
Recorremos el horizonte, para sentirnos vivos,
en busca de esa imagen que nos recuerde el olvido.

Una lágrima de bolsillo, vieja foto de un sueño perdido,
buscamos lluvia, buscamos el frío,
durante el día sombras buscamos.

Una imagen triste para dejar de pensar.
Para recordar lo perdido,
para ahuyentar lo esperado,
para perder lo obtenido.

Una imagen triste que niegue a Dios,
que nos parta en dos.
En una luz y una sombra.
En despedidas y reencuentros.
En besos y mordidas.

jueves, 18 de octubre de 2007

Lamentate / Arvo Pärt


Da pacem domine

Los demonios invocados en la noche no han dejado de ser eso,
pero ahora sus semblantes reflejan cansancio,
cansados están por haberme torturado la noche entera.
Ya no me lanzan los gritos chirriantes, ya no los entierran en mi corazón.
Parecen alejarse mientras cantan a las sombras que los llaman.
La noche ha terminado, la calma lo domina todo.

Minacciando

Imagino trompetas a lo lejos,
trato de olvidar que son aves las que me cantan al oído.
Pareciera que este no es un amanecer como los otros.
En la noche apenas pasada el río corrió, se desbordaron sus aguas y hoy…
quedan pequeñas piedras verdes abandonadas a su alrededor.
Ahora el río ha quedado inmóvil, sus aguas han dejado de correr.
Ahora son tambores los que golpean mis tímpanos, violines que,
en su desesperación,
reflejan el andar tortuoso de mi alma la noche anterior.
Pequeñas gotas intentan empujar hacia el río las piedras a modo de consuelo.

Spietato

Parece que las aguas del río vuelven a abandonar su cause.
De las sombras los demonios reaparecen.
Nuevamente sus chirridos comienzan a anunciarse,
pero se ven silenciados por los truenos que en el cielo anuncian a coro la tormenta.
Entre chirridos y truenos puedo escuchar esas pequeñas gotas consolantes que intentan regresar al río las piedras.
Un magnífico estruendo lleva todo a la calma.

Fragile

Retiro de mi rostro mis manos temblorosas y espero asustado a que algo suceda,
a que algo comience de nuevo a golpearme.

Pregando

Todos se han ido menos las pequeñas gotas.
Mis manos aun tiemblan y ahora las han imitado mis piernas.
Intento olvidarme de mi cuerpo adolorido.
El río nuevamente en calma,
las gotas no golpearán más las pequeñas verdes piedras.
Las nubes se han ido, el sol calienta mi piel,
pero sólo para avivar el frío nocturno que aún recorre mis huesos.
El sol pareciera haber notado que su calor desprecio y se retira indignado y molesto.
Elevo mis manos al cielo para llamarlo,
pero ha decidido no tocar más mi piel,
es inútil.

Solitudine

Las gotas han notado que es mi corazón el que sufre.
Ahora también ellas me han abandonado.
De nada sirve golpear las piedras.
De nada sirve acompañarme en la tormenta.
El río está en calma, y aún así lo siento recorrer mi corazón,
acariciar cada rincón con sus helados brazos.
Abrazo mi cuerpo.
¡No puede ser que esté solo!
Escucho de nuevo el canto de las aves que parece por momentos ser chirridos de demonios.
Pero este canto no es el de las aves, lo siento cerca.
Es el sonido del palpitar de mi corazón,
la única música que ahora me acompaña.
Ese latir no es seco, es más bien un débil lamento.

Consolante

No necesito las gotas, ni a las piedras ni al río, ni a la tormenta ni al sol, ni a los demonios.
Me basta con mi corazón.
Ese llanto que se eleva hasta tocar mis pensamientos.

Stridendo

¡No necesito a nadie! ¡Los maldigo a todos!
Comenzaré a cavar una tumba.
De aquí nadie me moverá.

Lamentabile

No…
Mis manos no pueden seguir cavando.
¡No quiero morir aquí!
¡Que regrese el sol!
¡Que regresen mis amadas gotas!
Mi mirada corre de un lugar a otro.
¡Alguien debe poder verme!
Pero sólo hay silencio.
Caminaré hacia el río, abandonaré mi tumba.
Siento más frío mientras más me acerco al río.
Todo lo que hay en el bosque parece querer ignorarme.
Ni siquiera el viento corre a mi alrededor.
Todo es calma, es mi destino vagar solo.
La calma parece no terminar nunca.

Risolutamente

Avanzo sin rumbo, sin mirar atrás.
No me doy cuenta que el bosque entero me sigue de cerca.
Apenas nacidas de mis pies las huellas,
el río las llena.
Un aire helado y atroz de repente me rodea y me obliga a tumbarme en la tierra.

Fragile e conciliante

Ahora todos me miran, me miran temblar de frío,
me miran yacer en el suelo, me miran llorar sin consuelo.
El mundo ha tenido suficiente de mi,
pero aún así me abraza sonriendo.
Mi sonrisa no puede ni debe despertar.
Nuevamente en calma me pongo a cavar.
Ahora es sólo un pequeño agujero en la tierra,
esa húmeda tierra que parece extenderme un consuelo.
La pequeña tumba está terminada.
Coloco en mi pecho mis manos para ahuyentar el frío, para sacudirme la tierra.
Hasta que ya sin tierra pero aún con frío, tomo con ellas mi corazón y lo entierro como sólo una madre a su hijo entierra.

Camino hacia mi tumba y todos me miran.
Mis pasos son lentos, mi mirada perdida.
¡Por fin descansaré!
Un árbol extiende una rama para cubrir con tierra mi cuerpo.
Este será el último dolor, la última caricia que este mundo a mi cuerpo le entregue.

martes, 16 de octubre de 2007

Perdiendo el tiempo en las sombrillas de la escuela…



La foto ya es vieja, pero ahí debería haber unas bancas con sombrillas, en fin, ahí andaba con un café que no sabía a nada, con un cigarro chafa, esperando una cita cualquiera:

Lleno mi corazón con pensamientos,
vacío con vacío.
No es necesario dale a beber veneno a un moribundo.
Pero yo lo hago.

********************

Habiendo perdido la vida en un sueño,
todo el aire del mundo en un suspiro ligero,
sin pedir nada a cambio, sin gozar en silencio,
la noche que es mi vida la he pasado gimiendo.
Sólo soñando, sólo durmiendo.

Esperando un despertar que sólo imagino desierto.
No he esperado nada del sueño...
en las aguas del tiempo no he dejado un recuerdo.
No desbordará el río por mis lágrimas,
gotas de sangre no tornarán rojas sus aguas.

¿Qué somos sino la sonrisa del tiempo?
El sueño de una sombra, la burla de un recuerdo.

*******************

Si me sueñas, soy tu sueño,
y todo ello, mi sueño.
Si despiertas no me entero,
que de despertares no entiendo.
Que si el sol brilla, que si el sol hace,
de tu cabello un incendio, de tus ojos un desierto;
de esto no sé, porque el sol me es ajeno.

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por cierto que ya está listo el post sobre el disco Lamentate... pero algo me dice que no lo ponga.... ya veré luego...

sábado, 13 de octubre de 2007

Y mi némesis sigue haciendo de las suyas!!


Ganador del premio “Juego Matemático”...

Algún día habrá una foto que diga “Juan Francisco Yedra Aviña ganador de...” y entonces va a ver quién es quién!!

martes, 9 de octubre de 2007

Hoy...


Hoy el día comenzó a las 6:47 am. fue raro el no tener ganas de dormir otro rato, pero sólo por seguir la costumbre permanecí más tiempo en la cama. De repente comienzo a escuchar lo que al otro lado del mundo había ocurrido el día de ayer, pero en francés, “debo estar soñando…” pero no, es el radió que se ha activado con la alarma de las 7.
Ya en la escuela algo se decía de la mmm… ¿Teoría pictórica?... en fin, “Wittgenstein’s picture theory.” Un ejemplo sencillo: en una línea que representa un contínuo, en un punto se dibuja un triángulo y bajo él se escribe “e1”, en un punto posterior se dibuja el mismo triángulo y bajo él ahora un “e2”. Mi mente no está para la filosofía, pero aún así hago un esfuerzo por concentrarme y pienso en el inconveniente de ejemplificar un “estado de cosas” (e1, e2… en) con algo que es más bien susceptible de ser tomado como un objeto (Sachlage, Gegenstand), en éste caso el triángulo. En ese momento: “¡Yedra! Explícanos por qué…. ¿?... mis labios se abren para responder, pero miro al pizarrón y en él ya no está sólo la figura del contínuo, sino que se le han agregado varias cosas, en su mayoría números. Aún con la boca abierta trato de entender rápidamente de dónde han salido, pero me doy cuenta de que dejé de ponerle atención al profesor hace tiempo, y de que, ahora, ya no puedo ni recordar la pregunta que se me hiciera. Lo siento… la verdad estaba distraído… la clase continúa y ahora ya no entiendo ni de dónde salió eso del contínuo, intento buscarlo en el libro y fracaso.
Para la clase que sigue, un café me ayudará.

Por fin en mi casa. Habiendo ya comido, entro en mi cuarto dispuesto a leer. Tomo el libro de Ewen, “primero despejar la mente y luego ya a darle duro a la filosofía…”
5, 10 minutos han pasado desde que empecé a leer, El crítico ve a Brecht vaticinando proféticamente los “juicios sumarios de expurgación y el comunismo stalinista” de Moscú. Otros, como Herbert Lüthy, lo perciben como “un monje más preocupado por el hábito, caminando por la playa, perdido con la luz del atardecer que parece incendiar el mar lanzando hacia él flechas ardiendo, el monje en la playa toma un camino que…

¿Qué demonios estoy leyendo? ¡Maldito parpadeo! En fin: … como Herbert Lüthy, lo perciben como “un monje más preocupado por el estilo y la sotana que convencido de sus ideas y quizás por tal razón, capaz de escribir La medida, el más importante –por no decir el único- drama bolchevique.” El periodista Willy Haas escribió: ese monje se veía bien tranquilo, a ver cuándo veré de nuevo un atardecer en el mar…

¡Ya! ¡Decidido!, si no puedo leer esto menos voy a leer a Schopenhauer. Dormiré un rato.

Desperté 4 veces entre las 7:44 pm. y las 7:57 pm. Y al despertar sentía:

¿quién soy?... ¿dónde estoy?... Brecht… ¿es de día o de noche?... mm 7:44… ¿ya es tarde para ir a la escuela?... No, puedo dormir otro rato.

¿quién soy?... ¿dónde estoy?... Brecht… ¿es de día o de noche?... mm 7:49… Ya había despertado antes… ¿ya es tarde para ir a la escuela?... No, puedo dormir otro rato.

¿quién soy?... ¿dónde estoy?... Brecht… ¿es de día o de noche?... mm 7:55… Ya había despertado antes… ¿ya es tarde para ir a la escuela?... No, puedo dormir otro rato.

¿quién soy?... ¿dónde estoy?... Brecht… ¿es de día o de noche?... mm 7:57… Ya había despertado antes… ¿ya es tarde para ir a la escuela?... No, pero tengo tarea que hacer.

Ya despierto, las sensaciones presentes en esos despertares me persiguen, sobre todo el no entender qué pasa y, más extraño aún el que sea el nombre ‘Brecht’ el que me haga recordar qué pasa conmigo.

lunes, 8 de octubre de 2007

Y terminé enojado conmigo mismo...


-Art on canvas by Elephant-


...nos urgía la prisa de ser grandes,
en parte por amor a los que lo eran
y otra cosa no tienen que ser grandes.
En nuestro andar a solas, sin embargo,
nos henchía el placer de lo que dura
y estábamos ahí en el intervalo
entre mundo y juguete...

-J. M. Rilke-



Sin título

Nuestra tranquilidad infantil ya no es fecunda
Amamos la ausencia que en nosotros es espera
Llega por fin, de nosotros, la condena
Se nos lleva a un desfile y la vemos ahí:

Una fila de elefantes, unidos por cola y trompa
Marchan todos ellos confiando en aquel que los guía
No se quieren dar cuenta que el elefante más viejo,
Aquel que, de la fila, al frente marcha,
Ciego está y ha tomado con la trompa una cola de cometa.
Y ahí va la gran fila de elefantes siguiendo
el largo camino que les traza el viento.

Una vez concluido el desfile
se nos lleva a la casa del sabio del pueblo.
Llegamos con sed, llegamos sedientos
y en la casa hay enormes tinajas por cientos;
barriles y jarras por doquier luciendo,
invitando al viajero a beber de ellos.
El sabio advierte las ganas de beber,
dos barriles enteros por lo menos.
Nos invita a hacerlo, una copa vacía en nuestras manos pone.

¡Oh! Gran desconsuelo al descubrir el vacío,
descubrir que en la casa del viejo, ni-una-gota de agua brilla.
Tinajas vacías, arena en las jarras,
Barriles tan secos como nuestras gargantas.

Decepcionados volvemos a casa,
Buscamos en ella la luz más oscura,
Tomamos la pluma y tomamos la hoja.
Nos hacemos traer una mujer desnuda.

La espera ha cesado. Aquí está la condena.
Esa ansiada condena que ya no nos deja.
La tinta en la pluma, la hoja sin huella.
Pensamos en vano qué poner en ella.

La mujer aguarda. La tinta se seca.
Recordamos que ya en el bolsillo teníamos, pequeña,
esperando en silencio, una cuchilla de acero.
Ahora miramos hoja, mujer, pluma y acero
y en seguida cortamos, las yemas de nuestros dedos.

Entre las llagas ponemos la pluma.
¡Y en ese momento se escurre escribiendo!

Le hacía falta el amor al infantil anhelo.
Haber crecido le hacía falta a aquel pequeño,
Haber salido...
Haber sabido…
Haber sangrado y estar sediento.

domingo, 7 de octubre de 2007

Pensar la muerte (y ¡Aves pensantes!)

Advertencia: El siguiente texto está sumamente mal redactado. No fue concebido para compartirse, ¿entonces? Pues me pareció interesante y ya…

¿Pensar la muerte?
¿Qué podemos hacer sino contemplarnos vivos frente a un cuerpo carente de vida?
En fin, ¿Para qué pensar la muerte? ¿qué es lo que nos atrae en ella?
La vida es lo que nos llama a pensar la muerte. La pregunta misma por la esencia del hombre nos lleva a pensar la muerte. La muerte es el horizonte del mundo que conocemos. No podemos pensar en nuestra propia muerte, ya que si lo hacemos estaremos tomando el lugar de una conciencia, de un sujeto que no puede sino estar vivo. Pareciera ser que no hay solución ante la pregunta por nuestra propia muerte, pero existe una alternativa un tanto oscura.
Ya Schopenhauer afirmaba que con la muerte del cuerpo, la conciencia no podía mantenerse. Pero él mismo reconocía otra faceta del sujeto, el sujeto volente. Es claro que, a simple vista, no tenemos muchas esperanzas de encontrar al sujeto que trasciende a la muerte en el sujeto volente, ya que del cuerpo se nos dice que es la objetivación de la voluntad, sin él, la voluntad se termina y por lo tanto el sujeto en todas sus formas. Entonces, ¿para qué traer a cuento al sujeto volente? Simplemente porque en él se encuentra presente una negación que nos puede echar luz sobre lo que nos interesa, la muerte.

En este punto me aparto de las ideas schopenhauerianas y me concentro en una reflexión un tanto más libre y carente de fundamentos firmes que surge de una lectura rápida y descuidada de algunos filósofos.

Repasemos rápidamente el problema que aquí me interesa. Al preguntarnos por la esencia del hombre, queremos encontrar algo que nos hable exactamente de lo que nos hace diferentes a cualquier otra cosa en el mundo. Puede considerarse un poco soberbio a quien emprenda una búsqueda de este tipo, pero esto no impide que la búsqueda nos lleve a vislumbrar algunas verdades. En todo caso podría enfrascarnos en problemas generados por el presupuesto de que el hombre es un ser único. Pero esto sólo podrá ser visto a la luz de la breve investigación que se supone, aquí, ya ha empezado.
En fin, esa característica distintiva del hombre se ha querido explicar a través de la religión, esto es, como un lazo que nos une con la divinidad, sea cual sea el nombre o nombres que le queramos poner.
Otra forma de responder a la pregunta por la esencia, se encuentra sumamente apegada a ésta última visión: el alma inmortal de los hombres nos separa de las bestias y demás objetos del mundo. Pero ¿a dónde nos llevan estas visiones acerca del hombre? Es claro que la revelación no puede ser sustentada como un punto de partida firme que valga igualmente para cualquier persona. Pareciera ser que una explicación de este tipo es más bien un ocultamiento del problema, un llevarlo a las sombras para que no sean visibles los errores de la explicación religiosa que se ofrece.

En todo caso nos lleva a enfrentarnos con el problema de la inmortalidad del alma, y éste nos lleva a la pregunta por la muerte. Lo que hemos hecho al hacer a un lado el problema de Dios y de la inmortalidad del alma, no ha sido sacar a la luz el problema por la esencia del hombre, sino simplemente dejarlo como se presenta naturalmente, puede ser que su estado natural sean las sombras o la luz, pero esto aun no los sabemos. Qué sea el hombre más allá de la muerte es la pregunta que hacemos. Si nos vemos llevados a las antiguas respuestas (Dios, inmortalidad del alma), será un resultado que sólo podrá juzgar quien siga paso a paso ésta búsqueda.

La pregunta por la muerte, a la luz de lo que hemos dicho sobre el pensamiento de Schopenhauer, se transforma en la pregunta por el sujeto y sus facultades o facetas. ¿Hay alguna faceta del sujeto que pueda trascender la muerte? Y si la hay, habrá que dar las razones. Aquí es donde encontramos la negación interna del sujeto. En Schopenhauer encontramos un sujeto al estilo budista. Nos propone la supresión del yo, es decir la supresión del deseo, ¿acaso del sujeto volente? Esto es algo que ya se verá más adelante. En todo caso, lo que se suprime es el deseo. Suprimiéndolo a éste, el dolor en el mundo cesará. El sujeto se niega a sí mismo como voluntad, se niega a sí mismo el conocimiento de la cosa en sí. Parece que acabo de introducir algo que no he explicado, pero todo aquel que haya leído al buen Schopenhauer sabrá de lo que estoy hablando. Aun así, es necesario para nuestra búsqueda el hablar un poco más de aquella cosa en sí.

Kant nos presenta la cosa en sí como algo incognoscible, pero aún él parece darle un tratamiento a la cosa en sí como entes en sí. Pareciera ser que hay un correlato para cada objeto fenoménico en el mundo nouménico. Pero como Kant considera, no podemos acceder a ese mundo de la cosa en sí, y hace a un lado el problema dejándonos con una vaga idea de cómo podemos imaginar a la cosa en sí y cuál es su relación con el mundo fenoménico. Esta relación fue criticada por Schopenhauer. Éste último nos decía que el principio de causalidad se había trasladado erróneamente al ámbito de la cosa en sí, y se les quería ver, a los entes en sí, como causas de los entes fenoménicos. Ahora bien, para Schopenhauer, la cosa en sí es la voluntad, y como tal, puede ser abordada sólo a través de sujeto volente. Las vías de éste sujeto para llegar a dicha cosa en sí son, el ascetismo y la experiencia estética.
Pero antes de llegar a Schopenhauer hay que pasar por el “oscuro” Hegel. Para Hegel, la cosa en sí se encontraba presente en el Absoluto. Una unión difícil de explicar y de entender, pero el hacerlo no es algo que nos interese aquí. Simplemente tenemos que la cosa en sí es vista de manera unitaria. Ya no tenemos a los entes en sí detrás del velo de Maya, tenemos una sola cosa en sí, el Absoluto. ¿Cómo es que esto lo ha dejado pasar Schopenhauer? Claramente por su aversión al pensamiento hegeliano. Pero es importante que se acepte que la cosa en sí no puede ser vista a la manera kantiana. Explico mis razones rápidamente.

Las categorías de espacio, tiempo y causalidad no son aplicables en el ámbito de la cosa en sí. De esto no le cabe la menor duda a Schopenhauer, y a Kant tampoco, aunque en menor medida. Si lo que nos permite diferenciar a los objetos en el mundo, es decir a los objetos fenoménicos, son dichas categorías, entonces no podremos hablar de multiplicidad en el mundo de la cosa en sí, tendremos que conformarnos con hablar de ‘La’ cosa en sí. Aunque Wittgenstein nos diga que de eso es mejor callar. ¿por qué no se puede hablar de La cosa en sí? Aquí volvemos a Schopenhauer, aunque en cierta medida también llegamos a Wittgenstein.
En el mundo ontológico hay distintas clases de objetos (ontológicos, je) y a cada clase corresponde una facultad del sujeto:
1) Objetos fenoménicos – Entendimiento (Verstand)
2) Conceptos – Razón (Vernunft)
3) Objetos de la intuición pura (a-priori) – ¿entendimiento puro?
4) Cosa en sí (Wille) – Sujeto volente

Si bien el término alemán que refiere a la cosa en sí es Ding an sich, en el contexto del pensamiento schopenhaueriano, éste se transforma en el de Wille, Voluntad.

Ya se irá viendo en qué sentido decía que nos aproximamos a Wittgenstein. Éstos tipos de objetos conforman la sustancia del mundo, y el cambio sólo lo percibimos a través del principio de razón suficiente, con la causalidad en el ámbito fenoménico. De la causalidad nos dice Schopenhauer que no puede ser una relación entre objetos, sino que siempre son situaciones o estados los que se rigen bajo dicho principio. Esto es claramente cercano, si no es que idéntico, a las primeras afirmaciones del Tractatus Logico-philosophicus: el mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas, los objetos conforman la sustancia del mundo, etc. En fin, dejando éste paréntesis de lado, ¿por qué no podemos hablar de la cosa en sí?

Para hablar de Wille debemos emplear un lenguaje y la facultad del sujeto que se encarga de esto, es la Vernunft. ¿Cómo hacer para que las representaciones de representaciones, que son los conceptos, nos lleven, ya no del campo fenoménico, sino del campo de Wille hacia el lenguaje? Ante esta pregunta Kant ya había esbozado una respuesta: los conceptos sin intuiciones son vacíos. ¿con qué intuición llenar ese vacío que se presenta en el concepto Wille? La intuición intelectual que propone Hegel para el caso de su Absoluto no parece llegar a satisfacer a Schopenhauer. Pero como ya veíamos, el sujeto volente tenía dos caminos: ascetismo y experiencia estética. Aunque ahora veo que no ha quedado claro hacia dónde llevan esos caminos y por qué es importante hablar de ellos para entender la muerte.
Los caminos nos llevan a la supresión del yo volitivo, la supresión del deseo. Y esto sólo lo busca el hombre para suprimir el dolor que sería el sentimiento más arraigado en la naturaleza humana. La pregunta que salta a la vista es: al negarnos a nosotros mismos como voluntades, ¿no nos estamos negando la posibilidad de acceder al Wille? Aquella intuición con la que deberíamos llenar el vacío del concepto Wille, se nos dice, debe ser suprimida. Y al suprimirla ¿qué nos queda? ¿un concepto vacío? Aquí viene un primer resultado de esta búsqueda. Lo que queda ante la negación del deseo, ante la supresión del yo volente, es el ‘yo ante el Wille’. Esto es así, ya que al suprimir la particularidad de la intuición volitiva, lo que se logra es una intuición general que compagina perfectamente con la forma del Wille. Esta “Contemplación” que es el ‘yo ante el Wille’ es el conocimiento de la cosa en sí y de la verdad más allá del mundo fenoménico.

El velo de Maya no cubre el mundo, cubre al sujeto y es parte de él. La supresión del deseo es un romper el velo y acceder al mundo sin él. ¿Cómo lo rompemos? Ya se ha dicho: ascetismo y experiencia estética. Si tuviera que decidirme por alguna de las dos escogería la experiencia estética. Esta respuesta viene en parte influenciada por nuestro interés por el lenguaje. No queremos sólo llegar a la cosa en sí, queremos también poder hablar de ella. El ascetismo nos lleva a una experiencia que se fundamenta en el esfuerzo personal. La experiencia estética en cambio surge de un objeto concreto que puede ser experimentado por muchos, aun cuando quede la duda de si la experiencia estética puede ser compartida. La obra de arte es el origen de la intuición que llena nuestro concepto Wille.

Según yo aquí ya tenemos aquella experiencia que trasciende a la muerte, ya que cuerpo y conciencia no son necesarios para la vivencia que he llamado Contemplación. La muerte es un hecho histórico y la Contemplación hace que se pierdan las categorías tiempo y espacio, y en este sentido escapa a la muerte. Podríamos decir que el sujeto volente no se suprime en la Contemplación, lo que hace es fundirse con el Wille (cosa que ya se parece más al lenguaje hegeliano). El sujeto se funde con el Absoluto y escapa a la historia y a la muerte (cosa que ya no suena tanto como algo hegeliano).

Conclusiones:

1) El hombre es inmortal en tanto que sujeto volente.
2) Los artistas son los Dioses que nos salvan de la muerte y nos dan la vida eterna.
3) Mis reflexiones filosóficas se vuelven cada vez más libres, y ya no leo con tanto cuidado a los filósofos.


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(And Now for Something Completely Different: estoy escribiendo mucho sobre pájaros últimamente...)



¡Aves pensantes!

Hay aves que tienen en sus nidos,
piedras en lugar de huevos.
Las cuidan,
les dan su calor
y les entregan todo su tiempo.

Llega el día en que se supone nacerán.
Las aves ya tienen las entrañas llenas de comida,
listas están para alimentar a sus crías,
a sus pequeñas piedras.

Las aves esperan desde medio día,
aguardan con ansiedad
el más leve movimiento en el nido.
Al atardecer,
comienzan a lanzar miradas fugaces
a su compañero de nido.
El padre a la madre,
la madre al padre.

Ya oscureció.
Y en la rama sólo queda un nido
y en el nido sólo piedras
y sobre las piedras el alimento.

Hay aves que crían piedras
sólo para terminar
vomitando sobre ellas.

Todo el tiempo frente al nido,
las aves pensaron,
sólo hasta que vomitaron,
comenzaron a sentir.

Sólo así conocieron las piedras.

lunes, 1 de octubre de 2007

Foto de mujer abrazando hombre


Sobre la foto de una mujer abrazando a un hombre,
Escrito está un poema.

Dice que la vida junto a ella,
ha sido como una breve brisa
coronada con hojas secas de otoño.
Que en cada abrazo, a él,
el corazón le dejaba de latir y,
a ella,
fuera un abrazo, un beso, una caricia o una mirada,
jamás su corazón latió.

Sobre ésta foto de una mujer abrazando a un hombre,
Pintados están:
Un parche en el ojo de él,
un grueso mostacho bajo su nariz,
sombrero de copa, perico en el hombro,
aretes y dientes rotos.

Sobre esa foto de una mujer abrazando a un hombre,
solía haber un cristal para protegerla.

Sobre aquella foto de una mujer abrazando a un hombre,
llegó a verse la huella roja que dejó un beso en ella.

Sobre dicha foto de una mujer abrazando a un hombre,
miradas celosas llegaron a posarse.

Hoy nadie la ve.
Olvidada entre las páginas de un libro,
ha dejado de brillar.
Pareciera que alguien ha masticado sus esquinas.
Una quemadura de cigarro
ha dejado un hueco en el seno de aquella mujer
que abraza a un hombre,
aquel que fuera su hombre.

Sobre ella, un poema.
Sobre él, un dibujo.
Sobre ella, un hueco.
Sobre él, un beso.
Sobre ella, un recuerdo.
Sobre él, una burla.

Sobre la foto de una mujer abrazando a un hombre,
Sólo quedan las páginas de un libro.


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(No pergunten por qué escribí esto... no tengo la más remota idea...)